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Estreno

Crítica de "Vive dentro": los demonios de la asimilación cultural ★★

Dirección y guion: Bishal Dutta según la historia de Ashish Mehta. Intérpretes: Mohana Krishnan, Megan Suri, Neeru Singh, Betty Gabriel, Vik Sahay, Gage Marsh. Estados Unidos, 2023. Duración: 99 minutos. Terror.

Un fotograma de "Vive dentro"
Un fotograma de "Vive dentro"Imdb

Cada tradición tiene sus monstruos. En “Vive dentro” el conflicto nace justamente cuando, durante ese proceso de asimilación cultural que implica la integración a los modos de ver y hacer de Occidente, la leyenda que alimenta esa tradición se empeña en recordarle a la protagonista -Samitha, una adolescente de origen hindú que prefiere que la llamen Sam- que ha renunciado a sus raíces, y que la venganza será terrible. El problema de la película de Bishal Dutta es doble: por un lado, no sabe desarrollar la alienación xenófoba que afecta a Samitha y, por extensión, a su mejor amiga, Tamira, y, por otro, no es capaz de construir una mitología sólida que sustente a su monstruo devora almas, que se comporta de maneras muy distintas por exigencias del guion, y que parece víctima del síndrome de asimilación cultural que el filme pretende cuestionar.

Más allá de un libro con algunas claves de lo más somero -el número siete, un mantra en hindi-, el monstruo se manifiesta como si fuera un concentrado de grandes éxitos del cine de terror listados en el Letterbxd de Dutta: ahora es invisible, con esa aura fantasmática de la criatura mutante de “It Follows”; luego se mueve, reencarnado, como los espectros de pelo largo del J-Horror; más tarde como el monstruo multimandibular de “Sleep”. Por lo demás, la idiosincrasia hinduista del filme, que parece reducirse a un ritual que convierte una gran comilona en (inútil) antídoto para saciar el hambre de la presencia maligna, es demasiado anecdótica, del mismo modo que la concepción de la puesta en escena es en exceso estándar. En algunos momentos “Vive dentro” consigue transmitir la angustia adolescente por pertenecer a un grupo, por ser aceptado por la comunidad, pero las escenas de tensión son intercambiables con las de cualquier otra película de terror de su órbita.

Parece que, a veces, Dutta está inspirada -en la secuencia de la profesora de instituto en el baño, con el manejo de un interruptor que, de la alternancia de la luz a la oscuridad, provoca la intermitencia de una aparición- pero la brusquedad con que resuelve las situaciones o, por el contrario, lo mucho que las alarga, acaba por dar al traste con su eficacia. Si “Vive dentro” hubiera sido más rigurosa con su reivindicación de su tradición cultural, tal vez habría sido más interesante. Finalmente, prefiere demonizarla, y ni siquiera aprovecha su imaginario.

Lo mejor:

La sensación de fatalidad inminente que impregna el arranque de la película.

Lo peor:

No aprovecha la identidad cultural de la presencia maligna, y el terror brilla por su ausencia.