¿Cuál es el origen de los nombres de capitales de provincia de España?
Como consecuencia del cruce de poblaciones y culturas que históricamente ha definido a España, cada denominación de cada localidad esconde tras de sí una peculiar explicación
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La historia de España es un contraste de culturas: desde los visigodos hasta los íberos, de los romanos a los árabes. Cada ciudad alberga un pasado peculiar, que se ha visto salpicado por las aportaciones de las diversas culturas que han pasado por ellas. Y es por ello que cada nombre tiene un por qué, un origen etimológico y esconde una curiosa historia tras de él. ¿Cuál es el origen de los nombres de las capitales de provincia de España?
Si pasea por esta ciudad manchega, verá que una calle se llama Albasit. Este nombre tiene que ver con la forma en que originalmente se conocía a Albacete: fundada por los árabes en tiempos de Al-Ándalus, el nombre que se le confirió fue Al-Basit, que se traduce como "la llanura" o "el llano". Hay historiadores que afirman que realmente se apodó a la ciudad como "Madinat-al-Basit" ("Ciudad del llano"), de nuevo en alusión a la planicie geográfica del lugar, y que este nombre se le puso tras haber sido conocida como Abula, Celtide, o Albacen.
Al igual que la anterior, el nombre de Alicante tiene que ver con los árabes, y ello lo podemos suponer por comenzar con "al". No obstante, el nombre viene de antes: según el diccionario griego-español, la palabra "alicante" debe su origen al griego "Akra Lefki", que significa "promontorio blanco". Un topónimo que evolucionó en "Lucentum" o "Leukante". Cuando llegaron los árabes a la península, si bien mantuvieron el significado, la ciudad se bautizó finalmente "Al-Laqant", nombre que se castellanizó más tarde hasta consolidarse como Alicante.
Sobre el origen del nombre de Almería existen varias teorías, pero quizá la más consolidada tiene que ver con la torre que se sitúa en lo más alto del cerro de la Alcazaba: la llamada Al-mariyat Bayyana, que significa "La atalaya de Pechina". Con gran influencia árabe, este nombre tiene otras interpretaciones, como es "la costa de la sal" o "el espejo de la mar". Según los expertos, la mencionada torre contaba con una serie de espejos con los que se comunicaban los asaltos de la costa y ayudaban para proteger a los habitantes de posibles ataques.
También existen diferentes hipótesis sobre el origen del nombre de Ávila. Hay expertos que creen que tiene raíz hebrea, traduciéndose como "término o confín", mientras que también se relaciona su origen con los pueblos íberos, que bautizaron esta localidad refiriéndose al "monte bajo y los matorrales". Ciertos historiadores coinciden en que el origen del nombre tiene que ver con lo que se cree un antiguo asentamiento vetón llamado Ovila, el cual pasaría a llamarse, durante la ocupación romana, Abila, Abela o Abyla.
La primera vez que se tenga noticia de que el nombre de Badajoz apareciese en un documento fue en 932, cuando lo hacía bajo el nombre "Badaliaucu", que procedería del latín "vadum clausum". Significa "vado cerrado", refiriéndose al vado del río Guadiana. Asimismo, existe otra versión que relaciona el nombre de Badajoz con el árabe "balad al yawz", que significa "tierra de nogales".
La de Barcelona es una historia curiosa, pues tiene que ver con una leyenda relacionada con Hércules. Tras acabar su cuarto trabajo, según la mitología, este semidios se unió a los argonautas para buscar el Vellocino de oro. Pues bien, en este viaje, una gran tormenta en la costa catalana dividió la flota, y acabó con una de las nueve embarcaciones. Esta se halló en la orilla de Montjüic, por lo que la novena barca, que se decía "barca nona", dio lugar, tras el latinismo de Barcino, a lo que hoy llamamos Barcelona.
Es complejo dar con el nombre de una ciudad que tenga un origen claro y consolidado, y por ello también existen varias teorías alrededor del nombre de Bilbao. Una de ellas tiene que ver con la costumbre vasca de llamar a las localizaciones según el lugar donde se ubiquen, y en el caso de Bilbao sería el resultado de la suma de las palabras "río" y "ensenada", en euskera "Bil-Ibaia-Bao". Asimismo, hay expertos que aseguran que tiene que ver con asentamientos que existían a ambas orillas del río que cruza la ciudad: "Billa" y "Vaho".
Según el filólogo alemán Friedrich Christian Diez, el nombre de esta localidad viene del gótico "baurgs", que significa "fortaleza" o "ciudad fortificada". Asimismo, hay historiadores que apuntan que proviene del griego "pyrgos", que significa "torre", lo que también se relaciona con las fortificaciones que, en la Edad Media, rodeaban la ciudad.
Respecto a esta ciudad extremeña, se explica de forma general con su origen latino, que posteriormente evolucionó al árabe y, al final, al castellano. El nombre, por tanto, procedería de "Norba Caesarina", en honor al general Cayo Norbano que nació en dicho lugar. Por su parte, también se explica que esta ciudad estaba relacionada con Castra Caecilia, el campamento romano construido en lo que hoy conocemos como "Cáceres el Viejo".
El nombre de la ciudad coloquialmente conocida como "Tacita de Plata" proviene de "Gadir", término fenicio que significa "castillo", "fotaleza" o "recinto amurallado". Con el griego, evolucionó a "Gádeira", hasta que los romanos lo bautizaron como "Gades", nombre que se mantendría hasta castellanizarlo a como hoy lo conocemos.
En el caso de Castellón de la Plana, son numerosos los textos latinos que coinciden en que procede de "Cartalias", "Castalias", "Castalium" o "Castellum", a lo que posteriormente se le aplicó el sufijo "one". Esto significaría "castillito", o "castillo pequeño" (el sufijo es un diminutivo), y se le añadió "de la Plana" para poder diferenciarlo de otros lugares con nombre similar.
El origen de este nombre se remonta a la época romana, que designaron los siete montes de esta región: "Septem Fratres", que significa "siete hermanos". De esta manera, "Septem" evolucionó a "Sebta" en la época árabe, y finalmente se nombró Ceuta.
Su nombre inicial era "Pozo Seco de Don Gil", pero en 1421 Alfonso X El Sabio le otorgó la denominación de Villa Real. Dos siglos después, el rey Juan II de Castilla hizo que la villa pasara a ser ciudad, tras la respuesta por parte de cientos de soldados a la llamada de socorro del monarca, cuando fue secuestrado por el infante Don Enrique. Desde entonces, el citado rey le dotó a la localidad de un escudo 2muy noble, muy leal", por lo que hoy lo conocemos como Ciudad Real.
No existe consenso en cuanto a la etimología de Córdoba, pero la primera aparición de su nombre en textos antiguos la relacionan con la cultura fenicia: la Colonia Patricia Corduba era un puesto comercial de la época. Qorteba, para los fenicios, significaría "molino de aceite". No obstante, hay quienes aseguran que el nombre viene de "Quart-uba", que significa "ciudad buena".
La ciudad de las casas colgadas procede de "Qunka", un término árabe que sería otra adaptación de otro topónimo anterior del que no se tiene constancia. Al latinizarse el término en primer lugar, "Concha" o "Conca" se refería al "valle montañoso" (o "valle profundo entre montes") en el que se asentó la ciudad, lo que, durante la conquista árabe, evolucionó a "Al-Madina Cunca", que hacía alusión a un castillo fundado en el siglo IX.
En el siglo I a.C., los romanos fundaron y llamaron a la ciudad "Gerunda". Si bien nunca se ha tenido claro el significado de esta palabra, algunas investigaciones explican que esta zona estaba ocupada por los indigetes, un pueblo íbero que nombraría el lugar a partir de la suma de "edad" y "grande". Por tanto, el nombre de Gerona podría significar algo parecido a "la vieja".
En el siglo XI, la dinastía bereber de los ziríes movieron la capital de Medina Elvira a Medina Garnata. La Medina era, para los árabes, la ciudad principal, término que aún hoy se utiliza para hacer alusión al casco antiguo de algunas localidades. Pues bien, la etimología de Granada proviene del árabe "Gar-anat", que significa "colina de peregrinos", así como se explica que también tiene que ver con el latín "granatum", que significa "granado" o "árbol de la granada".
En la época árabe, esta ciudad manchega se denominaba "Madinat al-Faray", que significa "Ciudad de Faray", quien habría sido el fundador del asentamiento. Asimismo, anteriormente se le denominaba "Wad al-hayarah", que hace alusión al río Henares que bordea la ciudad, y que significa "río de piedras", ya que consta de un escaso caudal y gran cantidad de guijarros y piedras.
Originalmente, su nombre era Onuba (por ello podríamos entender el gentilicio, que es onubense), y tiene que ver con la cultura fenicia. Es el resultado de "Onos Baal", que significa "Fortaleza de Baal", o fortaleza del sol y el fuego. En cuanto a la época romana, lo bautizarían como "Onuba Aestuaria", en relación al río alrededor del que se asienta la ciudad. En cuanto a la llegada de los árabes, el nombre pasó por "Awnaba", "Gaelbah", "Umba" y "Welba".
Se denominó a este territorio "Bolskan", aunque se desconoce el significado real de esta palabra. Con el paso de los romanos, este nombre evolucionó a "Osca", y la conquista árabe lo denominó "Waska". Ciertos historiadores aseguran que "Osca" deriva de los oscos, un antiguo pueblo itálico.
Proviene del latín "Gaius", la Villa de Gaius, que hace referencia a un antiguo jurista romano. Los expertos apuntan que los árabes lo evolucionaron hasta "Gaien", así como otras teorías apuntan que provendría de la palabra "Dayan", que significa "juez", y que proviene de los sefardíes del norte de África.
La teoría más extendida respecto a La Coruña tiene que ver con "Crunia", nombre que aparece en el cuarto libro del "Códice Calixtino", donde se narran las conquistas en Gallecia de Carlomagno. En cuanto a la cultura fenicia, hay quienes apuntan que bautizarían el lugar como "Karn", traducido como "cuerno".
El nombre de esta ciudad isleña tiene que ver con un campamento militar que se fundó en el siglo XV, bajo el nombre El Real de las Palmas, en alusión al palmeral que estaba situado junto al barranco de Guiniguada.
La legión romana Legio VII Gemina, o Legión Séptima Gemela, creada por el emperador Galba en Burgos contra el emperador Nerón, atrajo a los primeros moradores en esta zona en el siglo I. De esta forma, León proviene de la derivación por la pronunciación latina de la palabra, que se llamó "Leionem", en referencia a la citada legión, y que evolucionó pasando por "Leyone" y "Leyón".
Tiene su origen en la denominación ibérica "Iltirta", que evolucionaría a "Ilerda", a "Larida" e incluso a "Leyda". Según las teorías más aceptadas por los expertos, este término significa "tierra del lobo", así como otros apuntas que tiene que ver con "donde nace el agua", pues es allí por donde pasan los ríos que bajan de los Pirineos.
La ciudad de la icónica Calle Laurel tiene, como ocurre con esta famosa vía, relación con la naturaleza. Su topónimo deriva de "Gronio", que significa "vado", y tiene que ver con la fundación de la ciudad junto al río Ebro.
El origen del nombre de esta ciudad gallega tiene que ver con Lucus Augusti, asentamiento romano que significaría "bosque sagrado de Augusto". Asimismo, hay quienes relacionan Lugo con el dios celta Lugus, pues este pueblo ocupó el territorio durante años.
Dicen que el agua de Madrid es la mejor de España, y quizá no lo hagan en vano. El nombre de la capital de España tiene un posible origen en el mundo árabe: de la palabra "Mayra", que significa canalización y se refiere a aquellas vías construidas para transportar agua. Asimismo, hay quienes ubican el origen de este término en la lengua romance: de "Matrich", que significa "matriz", y que también se relaciona con los manantiales de agua y las construcciones para su transporte.
Los fenicios bautizaron a esta ciudad como "Malaka", que luego evolucionaría al romano "Malaca" y al árabe "Malaqa". Si bien inicialmente se pensaba que significaba algo relacionado con la sal, existen hipótesis que apuntan que el significado del término tiene que ver con "lugar en el que se trabaja o retuerce el metal".
Los árabes derribaron el nombre de "Rusadir" que aportaron los fenicios, y la llamaron "Miliat", que procede del vocablo bereber "Tamlilt", que significa "la blanca".
Marco Terencio Varrón, politólogo y filósofo romano, dejó por escrito que el nombre de esta ciudad provenía de "Myrtea", del latín "Myrtus", y que se refiere a un arbusto llamado por este nombre.
La abundancia de oro en esta localidad hizo que los romanos, a su llegada a la Península, la bautizaran como "Auriense", que significa "la ciudad del oro".
La ciudad de la sidra y la fabada cuenta con uno de los mayores misterios en referencia a la etimología de las ciudades. Una de las teorías más conocidas y, quizá, consolidadas, es la que sugiere que proviene del término "urbs" y "vetus", que en latín significa "ciudad vieja". Asimismo, hay quienes aseguran que proviene de "ovis" y "etum", que significaría "lugar de ovejas". También se ha llegado a proponer que su significado tenga que ver con "lugar donde se venera a Júpiter", pues "iovetano" significa "Júpiter" en latín.
El origen de este término se sitúa en la raíz "Palla", que significa "piedra", y el sufijo "nt". De esta forma, en la época prerromana se formó el término "Pallantia", que equivale a "la meseta".
Fueron los romanos quienes, en 123 a. C., fundaron la ciudad y la llamaron Palma. Si bien los musulmanes la llamaron tiempo después como "Madina Mayurca", a principios del siglo XVIII se retomó el nombre original, poniéndole el apellido de Mallorca.
La ciudad conocida internacionalmente por sus fiestas de San Fermines tiene que ver con una obra escrita por Estrabón, geógrafo griego. En ella, hablaba de esta ciudad como "Pompelón", nombre que le concedieron los romanos, y que significa "ciudad de Pompeyo". Durante los siglos, ha obtenido declinaciones como "Pampalona", "Pamplon" o "Pampeluna".
Tiene que ver con el puente romano de O Burgo, que cruza el río Lérez: es el culpable del nombre de Pontevedra, pues proviene del latín "pontem veteram", que significa "puente viejo".
Según el historiador griego Prolibio de Megalópolis, la ciudad de la casa de las Conchas se llama así por "Helmantike", que significa "tierra de adivinación". Por su parte, Ptolomeo dejó escrito que su nombre realmente fue "Salmantica", pero no se especifica en ningún archivo el significado real de este término.
De la casa de las Conchas a la Playa de la Concha: esta ciudad, aunque su nombre en euskera es Donostia, también tiene una explicación. La ciudad fue fundada por el rey Sancho el Sabio, y su origen se debe al monasterio del Palacio de Miramar, dedicado a San Sebastián. En latín, el nombre estaba redactado, por lo que su origen también se alla en "Sanctus Sebastianus".
Esta otra capital de provincia canaria era llamada, antes de la llegada de los europeos, como "Añaza", que significa "lugar donde refugiarse". En 1797, un 25 de julio, día de Santiago el Mayor, las tropas de Horacio Nestor fueron derrotadas por los soldados españoles. Como reconocimiento, se bautizó como Santa Cruz de Santiago de Tenerife. En cuanto a "Tenerife", proviene de "tener", relativo a "monte", y de "ife", que significa "blanco".
Santander debe el origen de su nombre a la Abadía de San Emeterio. La ciudad adoptaba el nombre de "Sancti Emetherii", que se fue transformando y evolucionando, pasnado por "Sant Meder", "Sanct Emeter" y "Sanctander".
La ciudad del icónico acueducto debe su nombre, según se cree actualmente en mayor medida, a la palabra celta "Seghos", que significa "victoria".
Aparte de tener un color especial, esta ciudad tiene un nombre que se remonta a la época fenicia. La llamaron "Spal" o "Ispal", lo que relacionamos con la forma en que llamamos a la ciudad hispalense. A su vez, los árabes sustituirían la "p" por la "b", y la denominarían "Ishbiliya", que finalmente se castellanizó en Sevilla.
Inicialmente, los expertos apuntaban que Soria debe su nombre a "Oria", castillo que fue propiedad de un caballero griego llamado Dórico. No obstante, al no ser secundado hasta ahora por la arqueología, hay otra teoría que apunta que la ciudad debe su nombre al río que cruza su provincia: deriva de "Dauria", que significa "Duero".
Las ruinas romanas de Tarragona nos deben dar una pista del origen de su nombre: fue fundada en el 218 a. C. por los romanos, quienes la bautizaron como Tarraco. El nombre se compuso a partir de diferentes elementos: "Tbar", que significa "brava", "Raco", que significa "línea de tierra", y "Ona", que es "más grande que".
El nombre de la ciudad aragonesa proviene del ibérico, de un acrónimo formado por "Ter", que significa "límite" y "Uel", que es "huella" o "línea". Por tanto, el nombre de esta ciudad significaría "línea fronteriza".
El origen del nombre de esta ciudad es, quizá, de los más conocidos: proviene de "Toletum", que significa "tierra en alto" o "levantado en lo alto". Tan solo hay que visitarla o, es más, ver alguna imagen panorámica de la localidad para entender el por qué de esta definición. Por su parte, los árabes la denominaron "Tulaytulah", que significa "alegre".
Antes de ser la ciudad de las artes y las ciencias, fue nombrada como "Valentia", que significa "valentía". Por su parte, los árabes la bautizaron como "Balansia", así como pasaría a llamarse "Madinat al-Turab", que significa "la ciudad de polvo".
El nombre de esta ciudad tiene que ver con el árabe: su raíz la toam de "Balad al-Walid", en honor al califa Walid I, y que significaría "pueblo de Walid". Asimismo, se apunta que también tiene un origen latino y celta, procediendo de Vallas Tolitum, que significa "valle de aguas".
El nombre original era "Gastehiz", pero fue la llegada del rey Sancho el Sabio el que la dotó de otra denominación: la bautizó como "Nova Victoria", pues se quería referir a que en aquella localidad no tuvo lugar ningún tipo de guerra o batalla en aquella época.
Para ciertos expertos, el nombre de esta localidad proviene de "Ocellum Duri", término latino de la época romana que significa "los ojos del Duero". Una vez el término evoluciona, terminó siendo Zamora.
La ciudad de la majestuosa Basílica del Pilar debe su nombre a la deformación de "Caesaraugusta", nombre que se le confirió en época romana en honor al emperador César Augusto. En la reconquista de 1118, la ciudad se llamó "Saragoça", que evolucionó a "Çaragoça", hasta terminar siendo Zaragoza.