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David Rieff: «En los próximos años volveremos a ver una guerra en Europa»
En «Deseo y destino», reflexiona sobre los efectos negativos que ha traído el movimiento woke para la cultura
Hablar con David Rieff es desconcertante. Cuando habla piensa, y, para los españoles, eso resulta extraño, casi extravagante, porque es algo a lo que no nos tienen habituados gran parte de los personajes públicos de este país. El ensayista norteamericano, que durante tres décadas, que no son pocas, ha estado en conflictos bélicos y que ha simultaneado esa experiencia periodística y vital con la reflexión, publica «Deseo y destino» (Debate), un análisis de las devastadoras consecuencias intelectuales y culturales que ha traído consigo la cultura woke, ese pensamiento que parecía intelectual y que parece que se va a quedar en una moda de temporada.
¿Cuándo lo woke se convirtió en lo que es?
Todo movimiento tiene buenas intenciones. Pero a mí no me interesa el idealismo. Soy empírico y creo que todo depende de los resultados. Estos movimientos identitarios, desde el multiculturalismo de los 90 hasta hoy, poseen un idealismo excesivo. No soy idealista, y perdone que lo diga en España, donde el idealismo parece el credo central de las buenas personas. Es tal vez un pecado grave aquí (risas). Lo woke es una expresión laica de una idea cristiana: los primeros serán los últimos, y los últimos, los primeros.
Pero hay más.
Sí. Existe la fantasía de que las víctimas nunca serán verdugos, pero eso en mi mundo no tiene nada que ver con la realidad. La realidad ha demostrado que la víctima de hacer 80 años puede ser el monstruo de nuestro mundo. Y evidentemente estoy pensando en Gaza. Si te presentas en nuestro imaginario como una víctima y que lo que haces es protegerte, por esa victimización, todo está permitido. Se ve en lo que está pasando en Gaza y lo vimos en Ruanda. Decir que solo se quiere hacer justicia... Bueno, eso ya me parece simplemente bastante idealista o ingenuo, para ser honesto. ¿Un ejemplo?
«La izquierda woke se cree revolucionaria pero solo va a lograr el triunfo de Taylor Swift»
Vale.
Si soy un revolucionario en 1907, y digo que es insoportable el régimen del zar y vamos a reemplazarlo por el comunismo, se trasluce que tienes buenas intenciones y que tu análisis puede ser correcto, pero si me preguntas qué ha estado mejor, el zar o Stalin, te diría que el zar. Y el idealismo de esos comunistas de la revolución no me da ningún consuelo en esto. En términos culturales, el fenómeno woke no mató a nadie. Hubo personas canceladas y que perdieron empleos en revistas y facultades. Otros han estado excluidos, pero el régimen woke no es Sudán ni Ucrania. Yo he vivido en estos países, y tengo absolutamente claro en la conciencia la diferencia que existe entre la violencia metafórica y la violencia actual. La política identitaria habla de la violencia simbólica... Eso me hace reír, de manera amarga, pero me hace reír, porque eso no es violencia. La violencia es un tipo con un machete. Los que aseguran que no aceptan a los trans están involucrados en un proyecto exterminatorio; eso, con sinceridad, me parece la victoria de la metáfora a un nivel grotesco y la victoria de la metáfora para mí es un desastre para el pensamiento. Lo woke ha sido la metástasis de la metáfora en nuestra vida cultural.
Lo veo pesimista.
Soy pesimista, porque existen intelectuales pesimistas, no solo progresistas (risas). Mire, para mí, la izquierda y el mundo biempensante confunden la esperanza con el optimismo porque el optimismo, como el pesimismo, es algo empírico. Al menos debería ser así. No soy optimista porque en nuestra sociedad hay pocas razones para serlo. Pero la esperanza es otra cosa. En Auschwitz había esperanza, pero no optimismo.
«Gaza demuestra que la víctima de hace 80 años puede ser el monstruo de nuestro mundo»
Muere el intelectual, las humanidades...
Las humanidades y el intelectual están muriendo. Esto es una visión racionalista. Hoy existe lo que llaman el presentismo, el actualismo, pero el pasado nos interesa solo por el pasado victimario. Pero eso no es el pasado. Eso es pensar que todo pasado debería estar conforme con nuestras ideas y prejuicios y, para mí, eso es el antiprincipio del intelectual o del artista. Eso es una amenaza existencial. Para la cultura woke, las opiniones de un artista tienen más importancia que la obra y no se pueden separar. Pero pienso en Picasso, que no era precisamente una buena persona, pero la obra es extraordinaria. Las catedrales provienen de una época de una hegemonía de la iglesia. Pero son grandes edificios. Todo está politizado, moralizado y esto para mí no es cultura, es anticultura y es antiintelectual. Dicen que tienen buenas intenciones, pero no me interesan las buenas intenciones, sino los resultados. Lo que sucede con lo woke y la izquierda identitaria es que se imaginan revolucionarias, pero, para mí, están facilitando la victoria de lo kitsch. No van a conseguir emancipación de las personas, sino el triunfo de Taylor Swift.
¿Cuándo las democracias literales desaparecerán y viviremos en autocracias?
Las autocracias irrumpen porque los partidos políticos de centro no tienen soluciones y respuestas para los temores y las prioridades de la población. Cuando uno habla de los grandes desafíos de nuestra época, la migración, el cambio climático, la tecnología, la globalización económica... El problema es el miedo y qué va a pasar con los jóvenes. ¿Qué dicen los partidos de las socialdemocracias a todo esto? Solo que hay problemas, pero que vamos a confiar en el sistema actual. Es una respuesta absolutamente ridícula.
«Entramos en la era de las autocracias porque los partidos centristas no tienen soluciones»
¿Y qué le interesa de este fenómeno?
Los jóvenes. Por mi experiencia en América y Europa, ellos son los que resultan interesantes porque serán de la derecha dura o de la izquierda dura, como en los años treinta en Francia. Un varón, de veinte años, en 1934, lo tenía claro. Había que ser comunista o fascista y había que identificarse con un partido radical, aunque no sean los dominantes de la época. Tengo la misma impresión en nuestra época. En Alemania, el partido que más votos ha ganado ha sido la extrema derecha y creo que existen pocas probabilidades en muchos países de que gane un político de los partidos centristas en las elecciones presidenciales, como puede ocurrir en Francia. Con todo lo que está sucediendo, van a ganar esos partidos...
¿Y qué deduce?
Ya estamos en la época del fracaso de las ideas que comenzaron con el socialismo del fin del siglo XIX y que han estado encarnadas por los frentes populares, la Segunda República o lo que vino después de la Segunda Guerra Mundial, como el compromiso y los acuerdos entre el capitalismo y la clase obrera. Hemos llegado a la última parada. Se ve con Trump. Hace 25 años sería inconcebible que ganara. Él es una manifestación de lo que pasa globalmente. Se imponen las visiones autocráticas o totalitarias. Vamos en esa dirección. Entramos en la época de los autoritarismos, una edad más dura, con problemas y soluciones no evidentes. Nada nos asegura que esta vida tan agradable que llevamos siga en el futuro. Hace cien años no existía esta vida y dentro de cien años no tiene por qué existir. La respuesta de los partidos del liberalismo en sentido anglosajón es débil.
«Trump es una contrarrevolución»
¿Ucrania? Ha vivido mucho allí.
Todos los que hemos nacido después de 1945 hemos vivido, en términos históricos, un momento excepcional de paz y prosperidad, pero la verdad es que es la guerra y no la paz la norma histórica. Lo de 1945 hasta el 11 de septiembre, con la ONU, este sistema internacional de derechos y convenios, era un mundo inédito, donde la idea de Kant de la paz perpetua parecía que iba a transformarse en realidad. Quedaba la impresión de una trayectoria que era un camino hacia la paz y que íbamos hacia la justicia, pero en los 25 años hemos regresado a la norma histórica y Ucrania lo es... ¿Por qué hemos pensado que la guerra era algo que no volvería a repetirse en Europa? ¿Sobre qué bases, salvo que no había guerra y que había paz entre Alemania y Francia? Probablemente habrá otra guerra en Europa. En los próximos años veremos una guerra en este continente, solo que Francia y Alemania están en el mismo lado. La historia regresó.
¿Contra Rusia?
Europa está armándose para una guerra. Si hablas con las grandes empresas de aviones, te dicen que Europa se está preparando para un conflicto postucrania y para una guerra clásica, como la de 1914. Y es posible que sea contra Rusia. Putin quiere un imperio ruso y una zona de influencia que incluye a los países bálticos y Polonia. Espero que no, porque el 40 por ciento de vida ha discurrido en Ucrania, pero es posible que pierdan los ucranianos, aunque estoy de acuerdo con los belicistas: eso no va a satisfacer a Putin. Él intenta restablecer el imperio, no la URSS. Tendremos la guerra, porque es posible que se abandone a Ucrania, pero Europa no abandonará a Polonia. Esto es un análisis y puedo equivocarme. La guerra cuesta mucho dinero y mucha gente a Rusia que se replantee conquistar los países bálticos, pero estoy a favor de un rearme en Europa, en términos de guerra clásica. Y lo que nos ha enseñado Ucrania es que debes tener millones de misiles y balas. Eso no existía en Europa, hasta ahora, cuando las fábricas se están estableciendo de nuevo en la UE y en España.
¿Y Trump? ¿Le asusta?
Por supuesto. Trump es una contrarrevolución. En la primera administración había incompetentes y estuvo la pandemia, pero durante los cuatro años de Biden, se ve que Trump y los suyos han pensado mucho en lo que iban a hacer y están armando una contrarrevolución que va a tener muchos efectos negativos para todos. Lo peor no es la Guardia Nacional en las calles, sino la deportación de miles de personas. El Partido Demócrata no representa nada. No van a ganar con una candidata que grita «alegría, alegría» cuando el estado de ánimo del país es de un profundo pesimismo. Creo que los demócratas merecían la derrota, pero el país no se merece a Trump.