Del Val, el hombre que espiaba a las mujeres
El escritor y periodista gana el VI Premio Logroño de novela, que se entregó ayer, con «Reunión de amigas»
¿Qué hombre no se sentiría tentado de espiar una conversación entre mujeres? Con el sugerente subtítulo de «De lo que hablan las mujeres cuando hablan de sexo», en «Reunión de amigas» (Algaida), Luis del Val trata éste y otros temas que, con frecuencia, incomoda comentar más a los hombres que a las mujeres. «Ellos son muy pudorosos, mientras que ellas son de una impudicia increíble. Creo que las reuniones de amigas son como terapias de grupo; los hombres somos, en el sentido emocional, de una hipocresía tremenda. A lo mejor por eso tenemos más infartos», bromea el autor, que con esta obra ha ganado el VI Premio de Logroño de novela.
Entonces, ¿es un hombre el más adecuado para reflexionar sobre el universo femenino? «No necesito asesinar a nadie para escribir sobre un asesino», sentencia Del Val. «He tenido novias, amigas, madre, hijas, esposa... Todo ello te da una experiencia. Eso sí, hay que tener mucho cuidado con los matices: la mujer es mucho más compleja; el hombre, más lineal. Desde el punto de vista literario, la mujer es más interesante, sobre todo, la contemporánea, que se halla inmersa en un conflicto», añade. Lejos de que dicha reflexión se quede en una mera tertulia de café, el autor medita sobre uno de los temas esenciales que afectan al ser humano: el tiempo. «Nos pasamos la vida preocupados por convenciones sociales, pero, al final, el que nos vence es el tiempo, que perdemos en cosas sin importancia». El autor también se detiene a valorar los cambios de la mujer actual: «Su verdadera liberación se producirá cuando se acaben tonterías como la discriminación positiva, un claro indicativo de que no hemos superado estos cambios. Es algo necesario para toda la sociedad». En este sentido, Del Val también apunta a otro problema derivado de la incorporación de la mujer al mundo liberal. «En la estructuración de la familia hay un problema sin solucionar. No es retrógrado; la conciliación es todavía un tema pendiente para las familias y la educación de los niños», añade.