Diagnóstico: el «Guernica» no se restaura
La Razón accede a las radiografías de la obra cuando se cumple su 80º aniversario. El estado del lienzo es para el máximo responsable de restauración del Reina Sofía estable pero muy delicado al cumplirse 80 años desde que Picasso lo pintó. De 1937 a 1992 se trasladó casi medio centenar de veces. Sus puntos débiles son agrietamientos, fisuras y amplios craquelados. Una gran exposición analizará desde el 4 de abril la transformación que experimentó el trabajo del artista desde los años 20 hasta la realización del mural
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La Razón accede a las radiografías de la obra cuando se cumple su 80º aniversario. El estado del lienzo es para el máximo responsable de restauración del Reina Sofía estable pero muy delicado. Sus puntos débiles: agrietamientos, fisuras y amplios craquelados.
Desde 1937, año de su realización, a 1992, cuando queda instalado en el Museo Reina Sofía, tras una interinidad de once, el «Guernica» se trasladó en 45 ocasiones entre más de 30 ciudades de Europa y Estados Unidos, lo que implicó enrollarlo y desenrollarlo. ¿Hay tela que pueda aguantar eso? Es decir, que el cuadro viajó casi una vez al año en los 55 que median entre las fechas citadas, lo que implica que otras tantas veces se enrolló, desenrolló, colgó y descolgó, con lo que eso implica de «sufrimiento» para el lienzo.
«Es una obra de formato monumental que debido a su historia ha sufrido bastante toda esta actividad», explica Jorge García Gómez-Tejedor, jefe de restauración del Reina Sofía y el experto que mejor conoce cada centímetro del cuadro. Dice nada más arrancar la conversación que «el estado de la obra no ha cambiado. Sigue igual. Lo que estamos haciendo en este momento es trabajar para conocerla mejor y los últimos estudios llevados a cabo nos van a alumbrar sobre ello».
¿Cómo está entonces el enfermo? «Estable, pero muy delicado», responde su doctor particular. «Tantos años de viajes le han pesado, sobre todo en los primeros veinte años de vida», añade. Su historia, en las fechas antes citadas, es un permanente «ir y venir del carajo», que diría García Márquez en «El amor en los tiempos del cólera». Así, en 1938 el marchante Paul Rosenberg organizó una exposición itinerante con obras de Picasso y otros artistas cuyo principal atractivo era el «Guernica» en Oslo, Copenhague, Estocolmo y Gotemburgo entre enero y abril.
A finales de septiembre el cuadro viajó a Reino Unido con el objetivo de recaudar fondos para el National Joint Commitee for Spanish Relief (Comité de Ayuda a los Refugiados Españoles) de Londres; así, entre los últimos meses de 1938 y enero de 1939 pudo ser admirado en Londres, Leeds, Liverpool y Manchester.
En particular, la exposición en la Whitechapel de Londres contribuyó en gran medida a sensibilizar a la opinión pública británica sobre la situación española al acabar la guerra. Finalizada la itinerancia europea el pintor tomó una importante decisión: que la obra permaneciera en custodia del Museo de Arte Moderno de Nueva York, a donde llegó a bordo del trasatlántico «Normandie», y desde donde participó en numerosas muestras dentro y fuera de EE. UU. Fue expuesta en el Art Institute de Chicago en 1940, en el Museo de Arte de Columbus, Ohio, en 1941 y en Massachusetts, en 1942.
En 1953 se exhibió en Milán y en diciembre llevada a la Bienal de São Paulo en Brasil. En 1955 formó parte de una retrospectiva de su autor que itineró por Alemania, Bélgica, Dinamarca y Países Bajos. En 1957 y 1958 se pudo ver la tela en la exposición que celebraba los 75 años de Picasso en el MoMa que después se exhibió en Chicago y Filadelfia. A partir de 1958 permaneció en Nueva York hasta su traslado definitivo de regreso a España en 1981, donde quedó instalada hasta 1992.
Para García Gómez-Tejedor el punto débil del cuadro está «en el conjunto en general. La tela está bastante fatigada, tiene agrietamientos, se observan fisuras y amplios craquelados». Por si esto no fuera suficiente, el bastidor no tenía cuñas, es decir, que tensar la tela se lograba a base de estiramientos gracias a la ayuda de tenazas. Y eso causó heridas de gran importancia». En el bastidor de madera también han quedado impresas las huellas en forma de agujeros originados por clavar y desclavar. «Cuando la capa de pintura se empieza a agrietar aparecen las pérdidas y las faltas en determinadas zonas», señala el restaurador.
► Un kilómetro que costó 20 millones de pesetas
► El precio final: 200.000 francos
► Manuel Borja- Villel: «El ‘‘Guernica’’ no se va a mover»
Ante semejante panorama, lógico es pensar que los expertos sopesaran restaurar el «Guernica». «La restauración más grande fue la realizada en 1957 en el MoMA de Nueva York. El estado era muy delicado y se decidió hacerlo. Picasso la acepta y lo que se hace es impregnar el reverso de la obra de resina de cera, que, gracias al efecto del calor ,va penetrando y fijando las capas de preparación y el color que se estaban agrietando y las compacta».
Posteriormente en los años sesenta hay otras dos intervenciones en las que se protege el anverso con barniz sintético y se repasan las bandas perimetrales, se reparan desgarros y se refuerza la tela por el reverso.
En 1975 el lienzo sufre una pintada, que se elimina, y se le da protección con resina sintética que es más flexible. ¿Fueron correctas estas intervenciones?, ¿se habrían hecho hoy de otra manera? García Gómez-Tejedor señala con cautela que «se hizo lo que era necesario en cada momento. El trabajo y los criterios de intervención varían y a fecha de hoy se habrían hecho de otra manera».
La pregunta es inevitable: ¿se ha pensado en restaurar hoy el cuadro? «Es un tema bastante complejo, lo que primero hay que conocer en profundidad es el estado de la obra y su evolución y con ese estudio en la mano valorar y pensar si requiere una intervención o no. Y es lo que estamos analizando». Insistimos: ¿Es partidario de una restauración? «En principio, no. No urge, el cuadro está estable. Su evolución no es incorrecta. Se mantiene, se limpia y se vigila. Además, no es deseable alterar la estabilidad, pues es una pieza grande que no queremos retirar de la contemplación del espectador, y plantearte retirarlo por un tiempo carece de sentido. Yo soy partidario de estudiarlo a fondo. Ya llegará el momento de ver si necesita una intervención», explica.
«Pablito» es el nombre del robot controlado por un ordenador con el que en 2012 y durante siete meses se analizó su estado de conservación al milímetro. Es decir, «hacía un barrido sistemático de la superficie pictórica de todo el cuadro», según consta en el dossier «Estrategias aplicadas en el estudio del estado de conservación de la obra ‘‘Guernica’’ de Picasso».
El proyecto se llamó «Viaje al interior del ‘‘Guernica’’». La máquina trabajaba enfrente de la obra, sin rozarla (se desplazaba delante con una precisión de 25 micras), para que el cuadro siguiera estando a la vista. Gracias a este ingenio se percibieron las variaciones del color hacia un tono más cálido y se confirmó que las áreas más dañadas eran los bordes y el soporte debido a las tensiones sufridas. «El objetivo es crear un gigapíxel y mostrarlo para que todo este trabajo se pueda ofrecer al público. Con una altísima resolución. Las imágenes van a poder verse en un «site» específico y en la exposición que inauguramos en abril habrá gran cantidad de documentación sobre la información del cuadro», adelanta Jorge García.
En su sala, visto por cientos de personas diariamente, el lienzo de Picasso recibe todo tipo de cuidados y mimos. ¿Cada cuánto tiempo se revisa? «Una o dos veces por semana. Los restauradores tenemos una zona asignada que va rotando. Y se le quita el polvo. ¿Cómo se hace? «Se utilizan brochas especiales con pelo suave y plumeros para la parte superior». Y es que velar por la salud de la obra es un arte.
Dice el experto que jamás te hartas de un tesoro como éste, que siempre acabas por descubrir algo nuevo y que no es lo mismo verlo en la pantalla que tenerlo a la altura de los ojos. La última vez que se descolgó fue en 2006, momento en que se le radiografió, se limpió el reverso y se modificó el sistema de anclaje a la pared. Ocupa el lugar más seguro de todo el Reina Sofía:«Si sufrimos una emergencia tenemos un plan de actuación que valora las prioridades. Si, ponemos, por caso, hubiese un terremoto sería el primer cuadro en abandonar el museo».