Fernando Vilches

Diccionario de «forgendros»

La Razón
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Forges y Mingote son dos de los mejores analistas de España a través del humor gráfico. La muerte solo se ha llevado la realidad material, corporal, pero el espíritu se presume eterno. He aquí unos ejemplos del lenguaje de Forges:

Bocata. No es que muriera el bocadillo, no, es que nació para nosotros, un nuevo tipo de alimento españolísimo que hubo de recogerlo la RAE en su diccionario.

Tocata. Para ligar nos regaló este «forgendro» para seguir escuchando la música de los entonces inocentes guateques.

Firloyo. De cuánta majadería o ignorancia nos sacó este maravilloso forgendro para definir un conjunto mecánico incomprensible.

Tontolculo. Así, todo junto, sin preposición, que nos indicaba que el sujeto lo era en su totalidad, del culo para arriba y de éste para abajo.

Muslamen. No me digan, esas mozas españolas, tipo Carmen de España (que no la Merimée), que no eran poseedoras de piernas bonitas, sino de muslamen espectacular.

Porramen. Que acertada palabra para ese «conjunto de porros fumados por un grupo parlamentario, necesarios para votar afirmativamente determinados proyectos de ley propios, curiosamente infumables», con un concepto todo un mundo sombrío.

Malsonancia. Con un sufijo, y ¡zas!, toda una cualidad llevada a nuestro diccionario oficial en 1984.

Afanoide. Otro sufijo, este de matiz despectivo, y se alumbra un concejal de urbanismo de una estocada certera.

Estupendérrimo, Estupidérrimo y Modernérrimo. Hijos espurios del viejo latín y que ya piden paso para formar parte del armario léxico de nuestra lengua. Superlativos con fuerza que no necesitan explicación.

Formidéibol e Inaguantéibol. Y por qué no una cala, a modo de supositorio laxante, en el idioma inglés, para matizar dos adjetivos en oxímoron, el primero para Forges y Mingote, el segundo para Puigdemont.

Jilipoyuá. Más sutil, más propia de nuestro genio idiomático y que defina tanto bandarra que campea por programas de telebasura nacional.

Cuñading. Con la misma raíz que los anteriores, y aplicado a ese sujeto que en Navidad huele el jamón cortado a kilómetros.

Sodicen y Soparece. Así, tal cual, haciendo un guiño genial a la economía idomática con la aféresis. Precisos en los que amasamos palabras distintas pero complementarias.

Cachis la mar. Dulce, sin estridencias, con la finura y el gusto que siempre caracterizó al genio, transformando la frase escatológica en un sonido lleno de plasticidad.

Chorbo. Ese energúmeno que amenaza la existencia plácida de los padres con hijas en edad de merecer.

Maciza. Incorporada también en 1984 al DRAE, ese canto elogioso a la española con curvas, la que las modas foráneas tratan de extirpar.