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Verano

Dilemas estivales (II): Mangacortismo vs. mangalarguismo

Viene a cuento volver a abrir las puertas de esta guerra textil, pues en el verano de este año parece haberse impuesto la camisa hawaiana frente a los que no creen que haya tela que cortar

Leonardo DiCaprio viste en esta imagen una de esas camisas con motivos florales
Leonardo DiCaprio viste en esta imagen una de esas camisas con motivos florales20th Century Fox

El pasado verano estuvo marcado por un debate, iniciado por José Antonio Montano, que dividió a la sociedad patria en dos (y no precisamente en izquierda/derecha o arriba/abajo), teniendo como eje el codo: camisa de manga corta o camisa de manga larga.

Viene a cuento volver a abrirle las puertas del armario a esta guerra textil, ya que, si en su día no pareció resuelta en favor de ninguno de los dos bandos (mangacortistas y mangalargistas), en la temporada estival 2023 parece haberse impuesto el bando hortera (o sea, el del corte de mangas) porque por las calles, paseos marítimos, bares y chiringuitos de nuestra España estival se ha (im)puesto de moda la puñetera camisa hawaiana: con la manga por el bíceps y con motivos florales y coloridos.

Montano, los guionistas televisivos, los de Pantomima Full, los surferillos talluditos, los conductores de guaguas y los que despiden la soltería parecen haberse salido con la suya. Mas yo, que era mangalarguista irredento (¡camisa vieja!) jamás di la batalla por perdida: creyendo que aún quedaba mucha tela por cortar, aunque en este caso más bien sería por coser.

Es cierto que a nivel práctico, en lo que a comodidad se refiere, los que hemos sido de la manga larga no tenemos argumentos para poder rebatir a los que la tienen corta: una camisa de media manga permite refrigerar mejor la sobaquina, y esta es una ventaja insuperable. ¿Pero desde cuándo anteponemos la comodidad a la estética? Acaso el mangacortismo es en lo que a calzado se refiere como llevar sandalias: ese engendro a medio camino entre la chancla y el zapato, también conocida como Nike Jesucristo, es su correspondencia en los pies. Cuando lo cómodo y lo ridículo van de la mano, sobrepasamos el debate estético y (recortándole el «est») nos plantamos en un dilema ético del copón.

Además, el mangacortista, en su cortedad de miras, no concibe que los que hemos sido de la manga larga tenemos nuestra equipación de verano, para ir más frescos cuando el mercurio se viene arriba, y sin renunciar a ir presentables. Atención, Montanos del mundo, el truco que a continuación me saco de la manga (sí, de la manga).

Poema al verano

Se llama guayabera, aunque también recibe otros nombres como sahariana, seriana, cubana o pescadora. (Hasta aquí he hablado de mi mangalarguismo en pasado, porque pienso que en esta guerra textil esta de la seriana es una vía alternativa, ¡una tercera España!) La cubana es casi tan refrescante como una camisa de manga corta, dado que es muy holgada y sus tejidos nobles permiten que corra el aire. Pero, sobre todo, es preciosa: con esos colores suaves, pastel;unas alforzas verticales que cruzan la prenda en paralelo, y esos cuatro bolsillos generosos para guardar las gafas de sol o un poema al verano, como aquel memorable que escribió Manolo Alcántara: «Le gustaban pocas cosas:/ el alcohol y las ventanas,/ el mar desde una colina,/ el mar dentro de la playa,/ el olor de los jazmines,/ los libros de madrugada,/ el sol, el pan de los pueblos,/ Quevedo, recordar África,/ las noches y los amigos,/ el verano y tus pestañas».

En fin, una pescadora o sahariana que, como sabrán, es prenda de uso oficial o protocolario en los países del Caribe. Habrán visto al Rey Felipe, como máximo representante del Estado, luciendo esta bella prenda en La Habana, Santo Domingo o en Cartagena de Indias. Ciudades donde, en este aspecto, parecen dos siglos avanzados a nuestra sociedad que, aun en pleno agosto, se sigue reuniendo en chaqueta oscura y con la corbata como soga.

De hecho, yo, sin ir más lejos, es una prenda que relaciono con mi tierra, Cádiz. Con las Habaneras, con Fernando Quiñones, con la iglesia del Carmen, con el parque Genovés, con Carlos Edmundo de Ory y con la Alameda Apodaca. En efecto, en esta ciudad de la que escribió Antonio Burgos que era “La Habana con más salero”, la sahariana tiene hasta un club o sociedad que se reúnen todos los veranos (la Real Orden Gaditana de la Guayabera) en una de tantas azoteas o balcones al Atlántico de la Tacita.

Cada verano, la orden seriana adopta a un personaje relevante de cualquier ámbito para que pregone esta prenda. Este julio le concedieron el honor al actor cubano Jorge Perugorría, quien en su pregón incluyó las siguientes décimas: «Usen todos guayabera/ celebremos este encuentro/ llevando a Cádiz por dentro/ pero con Cuba por fuera/ la luz es la costurera/ se plancha con poesía/ sigan en mi compañía/ oyendo versos rimados/ todos enguayaberados/ con “pisha” Perugorría». Sí, amigos mangacortistas y mangalarguismas, desde hoy pueden considerarme el Chaves Nogales de la cosa. Ea.