Dos millones de euros por Català-Roca
La Generalitat de Cataluña ha anunciado la adquisición del archivo del fotógrafo de Francesc Català-Roca para incorporarse a los fondos del MNAC y al Archivo Nacional de Cataluña
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La Generalitat de Cataluña ha anunciado la adquisición del archivo del fotógrafo de Francesc Català-Roca por un montante de dos millones de euros para incorporarse a los fondos del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y al Archivo Nacional de Cataluña. En lo que supone un remate significativo a los actos conmemorativos de su nacimiento, esta adquisición constituye la compra institucional de uno de los legados fotográficos más importantes del siglo XX español. En concreto, la colección está formada por más de 167.000 negativos en blanco y negro y color; 14.000 hojas de contactos; y 3.100 diapositivas en color y 2.000 copias de época. Hasta ahora, desde 2008, este fondo fotográfico permanecía en el Colegio de Arquitectos de Cataluña. Sin embargo, una vez vencido el convenio y con el 80 % de los fondos todavía por catalogar, los herederos han decidido activar una operación que culminará con una gran exposición antológica en el MNAC.
Colaborador de diversas publicaciones –entre las que destacan «Destino» y «La Vanguardia»–, y con una trayectoria expositiva que arrancó con la celebración de su primera individual en 1953, Català-Roca siempre se mostró renuente a adjudicar a sus imágenes una dimensión e intencionalidad artísticas. De hecho, y según sus propias palabras, su labor entroncaba más con la del documentalista que con la del artista. Y, sin embargo, la profundidad y anchura de la mirada lanzada por Català-Roca a la realidad cotidiana resulta difícilmente comparable en la España del siglo XX. En el marco del neorrealismo fotográfico, el autor se adentró en la realidad sociológica del franquismo y del desarrollismo mediante una pulsión de lo cotidiano que buscaba el punto de vista diferente; ese encuadre de la realidad en el que los comportamientos y valores sedimentados por la cultura y las circunstancias políticas emergían envueltos en un fino pero suficiente velo de extrañeza. Tanto en el ámbito urbano como en el rural, Català-Roca radiografía las estructuras de costumbres subyacentes mediante asombrosos contrastes en el que tipos de diferentes esferas coinciden en un espacio-tiempo concreto. Sus imágenes poseen esa rara cualidad de lo azaroso y trabajado al mismo tiempo, de lo espontáneo y estructural. En realidad, sus imágenes trabajan desde una lógica dialéctica por la que, a partir de la confrontación de realidades opuestas, el espectador extrae una síntesis con un alto valor cognitivo. Ya sea mediante esquemas horizontales –tensando los márgenes derecho e izquierdo de la composición– o en profundidad –a través de la antítesis entre el primer y el segundo plano–, Català-Roca ha ido configurando un atlas de la vida cotidiana en España durante la segunda mitad del siglo pasado, en el que los modelos binarios introducen ese punto de distancia y extrañamiento necesarios para evidenciar lo que creíamos evidente. Si a esto sumamos ese insuperable manejo de las luces –tan proclive a agudizar el contraste entre las zonas de claridad y las de sombra–, nos encontramos con que su corpus fotográfico conforma uno de los más apasionantes y clarificadores relatos visuales legados por el siglo anterior. Que la Generalitat haya adquirido este fondo supone una gran noticia y, sobre todo, un buen ejemplo de política cultural activada por la administración pública.