Gonzalo Alonso

Dos retos para el ministro

Lo nunca visto: en una semana tres ministros de Cultura, dos entrenadores de la Roja, dos del Real Madrid...

José Guirao, en su despacho del Ministerio de Cultura y Deportes/ Efe
José Guirao, en su despacho del Ministerio de Cultura y Deportes/ Efelarazon

Lo nunca visto: en una semana tres ministros de Cultura, dos entrenadores de la Roja, dos del Real Madrid... El hecho para nosotros es que hay un nuevo ministro de cultura, con mucho bagaje y muchos retos.

Lo nunca visto: en una semana tres ministros de Cultura, dos entrenadores de la Roja, dos del Real Madrid... El hecho para nosotros es que hay un nuevo ministro de cultura, con mucho bagaje y muchos retos. José Guirao puede ser un buen gestor cultural; la lástima es que no le guste especialmente la música y que, en música, solo haga caso a una persona: Xavier Güell. Guirao empezó su trayectoria en Andalucía como director general de Bienes Culturales en tiempos de la entonces consejera Carmen Calvo, a través de quien posiblemente viene su nombramiento. Tras ser director del Reina Sofía y director general de Bellas Artes, lo fue de la Obra Social de la Fundación Caja Madrid –tras Pérez de Armiñán y Spottorno– y aquí es donde entra la música. Le tocó nadar en río revuelto: el desguace de aquella fundación. Entre sus primeras decisiones la supresión de los ciclos de Lied en la Zarzuela y Liceo de Cámara en el Auditorio Nacional. El primero siempre ha sido rentable y no había por qué cancelarlo y el segundo apenas costaba 50.000 euros. Tras mantenerse este último un par de años, ambos fueron recuperados por el CNDM. A cambio Güell montó sus dos ciclos «Operadhoy» y «Musicadhoy» en ambos centros y en el Canal con presupuestos elevados. La Fundación Caja Madrid se transformó en Montemadrid, Guirao canceló el palco de Caja Madrid y la jugosa subvención al Real. Intentó la venta del Palacio de la Música, a medio reformar, a una multinacional de la moda, pero el Ayuntamiento no autorizó el cambio de uso. Otras artes y actividades, como la conservación de monumentos, corrieron mejor suerte. Lo dicho: de la música parece que solo interesaba la de Güell, persona inteligente pero algo extrema en sus gustos musicales. Recientemente ha concebido el ciclo «Tres asesinos: Caravaggio, Marlowe y Gesualdo. La belleza del mal» en la Casa de Alhajas de la Fundación Montemadrid. Los dos también se hallan ligados en actividades a La Casa Encendida, de la que Guirao fue director. La fuerte conexión entre ambos hace pensar a más de uno que Güell podría ocupar un importante cargo en Cultura si lo desease. El caso es que Guirao tiene al menos dos retos musicales importantes: la unión de Real y Zarzuela y el destino del Palacio de la Música. Al parecer, tanto el ministro dimitido como la vicepresidenta, que fue presidenta de la fundación del Real, no tenían muy clara la idoneidad del proyecto de unión. Sin duda Guirao recibirá ideas –haría bien en hacerlo– y tendrá las suyas. El Palacio de la Música sería, como se pensó, la estupenda segunda sala sinfónica que Madrid precisa y un importante aditivo en la remodelación de la Gran Vía. Basta poner de acuerdo a las tres administraciones y echarle algo de imaginación financiera. Nos queda el peligro. Por favor no hagan buenos los tiempos de Antonio Molina y Marset, de López López y Quesada. Muchos en el mundo musical sabemos el porqué de este deseo.