Los dragones, más reales que nunca

En la seductora arquitectura del mundo mágico que cimenta las bases de la mitología de los sueños infantiles existen criaturas de una belleza salvaje y tiernísima como los dragones. Alejados de ese constructo aterrador de supuesta amenaza que su existencia en los cuentos y en las historias orales transmitidas entre generaciones ha conllevado siempre, los que protagonizan el ambicioso remake en «live action» de «Cómo entrenar a tu dragón», que llega hoy a las salas españolas, están cargados de una considerable dosis de humanidad pretendida.

En esta ocasión y aprovechando el contexto audiovisual de proliferación del formato de acción real que lleva años resignificando las parcelas creativas de la animación, es el cineasta y animador canadiense Dean DeBlois​ el encargado de reimaginar la aventura que dio comienzo a la aclamada saga inspirada libremente en la colección literaria homónima de la autora Cressida Cowell apostando por el agradecido subrayado de la experiencia inmersiva.

Haciendo uso de innovadores efectos visuales, DeBlois transforma en un espectáculo las épicas aventuras de Hipo y Desdentao con un realismo impactante mientras envuelve a los protagonistas en un halo de descubrimiento permanente en donde pilares narrativos como el verdadero significado de la amistad, el coraje y el destino se consolidan como piezas fundamentales. Reconoce en una entrevista reciente el director sobre las motivaciones que le habían empujado a volver a la liturgia de las alas y los fuegos salidos de las fauces de un animal que «decidí revisitar esta historia porque ofrecía una oportunidad extraordinaria. No solo suponía dirigir una película de acción real, sino también regresar a un mundo que había echado muchísimo de menos. Estos personajes y este universo ya forman parte de mí, y ahora podemos volver a hacer que cobren vida con tal autenticidad y convicción que, cuando el público se adentre en este mundo, no querrá marcharse».

Por ubicar parcialmente al lector adulto, la historia se desarrolla en Isla Mema, un escarpado enclave vikingo que vive anclado a un conflicto ancestral con los dragones. Paralelamente al lugar donde transcurre el relato se desarrolla la figura Hipo, un joven cuya empatía e imaginación lo han llevado a desafiar dicho odio por estas criaturas tan enraizado en su sociedad. Cuando el destino lo lleva a conocer a Desdentao, un dragón Furia Nocturna herido, Hipo toma la radical decisión de ayudarlo en vez de darle muerte, una elección que supondrá la semilla de una profunda transformación para el mundo de ambas especies.

El veterano productor y nominado (en cuatro ocasiones) al Oscar Marc Platt trabajó codo con codo junto a DeBlois para conseguir que esta ambiciosa historia cobrase vida. «Dean vive dentro de este universo y de sus personajes», asegura Platt. Y añade: «Tiene un conocimiento intuitivo del conflicto interno del protagonista y de su coraje, y eso le permite contar esta historia con una autenticidad única. Eso resulta esencial a la hora de adaptar un material tan querido por los fans».

Todo vuelve a ser posible

Curiosamente, para la autora mencionada anteriormente, Cressida Cowell, las raíces de la historia tienen un fuerte componente personal a pesar de que la traslación al papel contiene evidentes componentes fantásticos, ya que «Isla Mema está basada en un lugar real. De niña, mi familia pasaba muchos veranos en una deshabitada de la costa oeste de Escocia. No había carreteras ni electricidad, solamente naturaleza, así que nos pasábamos semanas explorando la isla, pescando y trepando por acantilados. Esa zona de Escocia es el primer lugar al que llegaron los vikingos cuando invadieron Gran Bretaña, y el último lugar que abandonaron. Como creían que los dragones eran reales y crecieron rodeados de esa historia y aislados, yo no podía evitar imaginarlos sobrevolando el lugar o a las embarcaciones vikingas asomando por el horizonte».

El enfoque de DeBlois se centra en propiciar una convivencia entre la inspiración de Cressida y la exploración de la tensión entre tradición y cambio para que mientras, los adultos volvamos a mirar, a pensar como niños. Aunque únicamente sea durante esas dos horas de metraje en las que todo es posible, incluida una amistad entrañable con un dragón.