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Duki se quiere bordar las dos estrellas en el Wizink

El cantante argentino llenó en la noche del viernes el antiguo Palacio de los Deportes, en un concierto que repetirá el sábado 25 de febrero
Duki se quiere bordar las dos estrellas en el Wizink
Duki se quiere bordar las dos estrellas en el WizinkEUROPA PRESS
La Razón
  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

Madrid Creada:

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"Esta es pa' los pibes del fondo, pa' los adictos al quilombo", gritó el cantante argentino Duki anoche en el Wizink Center madrileño, justo antes de terminar de romper el antiguo Palacio de los Deportes en brincos con "Hello Cotto", quizá su primer gran éxito global. Y es que el Mauro, milagro de Sandra y de Guille, ofreció un espectáculo sólido, de 90 minutos más el descuento, en el que las emociones y los géneros fueron de la mano de un público entregado por completo. Barra brava, el coliseo madrileño no necesitó ni calentamiento, en un concierto que arrancó pasadas las 21:15 de la noche y cuyo pitido inicial, fogonazos mediante, pasó por un Duki encapuchado, sin short de Nike, eso sí.
Lo que vino después fue una explosión de júbilo adolescente, con un público que en su mayoría se movía entre los 15 y los 25 años y que lo dio todo, pese a un sonido que no terminaba de cerrarse sobre el recinto. Duki, sentido y hablador, quemaba palabras más rápido de lo que el micro era capaz de condensarlas, lo que hizo que muchos de sus mensajes no llegaran del todo al respetable madrileño. A pura rima, eso sí, el repertorio comenzó con los temas más rockeros, literalmente, con "Rockstar", arreglada eso sí para batería y guitarra, en una mezcla agradecida para con los beats de la canción. Ese acompañamiento, que luego desapareció para las canciones más cerca del reggaetón, se sintió fresco, útil para la puesta en escena del bonaerense, que solo paró su frenética actividad para quejarse del humo de la pirotecnia que le provocó un leve ataque de tos.
Duki, en el Wizink Center
Duki, en el Wizink CenterEUROPA PRESSEUROPA PRESS
Dispuesto a bordarse las dos estrellas en el pecho, la del viernes y la del sábado, el Duco no escatimó en ayudas visuales y hasta presenciales. Primero gracias al rapero Dano, colaborador habitual de Nathy Peluso y pionero del hip-hop en nuestro país y luego, más notablemente para el público del Wizink, junto a Quevedo. "Si quieren frontear" empezó sin el canario, que se sumó cual fantasma de la ópera al show por detrás del argentino, para aportar sus rimas en el tema que firman junto a De La Ghetto. Fue justo ahí cuando la mítica plaza capitalina se quebró en aplausos para ambos, en una colaboración que, sin embargo, muchos fans confesaban esperar más larga -o incluso sumando al productor Bizarrap en cualquier momento- y quizá menos espontánea.
Más allá del concierto ficción, eso sí, todo lució al gusto del Mauro, incluso con una fan que subió al escenario a cantar "She Don't Give a Fo" y, por supuesto, se sabía la letra a la perfección. Es complicado saber si lo crudo del concierto, que se desarrolló sin incidentes pero con largas colas en los accesos, responde a una reserva de energía para volver a la carga al día siguiente o si, en realidad, Duki está evolucionando hacia un show más complejo, más holístico y menos efectista que los que realizó en la Sala But o en la Riviera, antepandemia, y que pudo presenciar también quien escribe.
Sea como sea, "Marisola", "Como si no importara", "Sin frenos" (y sin Carrión), "Givenchy" y hasta "París", en su verso colaborado con los colombianos Morat, hicieron las delicias de la fanaticada, entregada y ataviada con tatuajes en el rostro, banderas y camisetas argentinas. Fuera de toda duda como hombre espectáculo, el Duco fue capaz de poner a los más de 17.000 asistentes de pie, tenerlos tan nerviosos como su nación entera antes del penal de Montiel en el Lusail y, al final, saber jugar en estadio de equipo grande para conservar el resultado. La vuelta, en bisagra de 180 minutos, en la noche del sábado 25 de febrero. Y qué lo qué con lo que digan.