Historia

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El día que cayó la brigada Lincoln

Se cumplen 80 años de la ofensiva de Aragón, que supuso el fin del batallón republicano que integraron 3.000 hombres, en su mayoría estadounidenses, y cuyo líder, Robert Merriman, fue elevado a mito por Hemingway.

El jefe de estado Mayor Robert Hale Merriman, convertido en mito por Hemingway
El jefe de estado Mayor Robert Hale Merriman, convertido en mito por Hemingwaylarazon

Se cumplen 80 años de la ofensiva de Aragón, que supuso el fin del batallón republicano que integraron 3.000 hombres, en su mayoría estadounidenses, y cuyo líder, Robert Merriman, fue elevado a mito por Hemingway.

«Estamos cercados pero atacaremos frontalmente, caiga quien caiga, porque si nos cogen prisioneros ya sabéis lo que nos espera: nos fusilarán, así que ¡adelante, y sálvese quien pueda!», arengó Robert Merriman a sus hombres antes de intentar romper el cerco en el que se había encontrado la mañana del sábado 2 de abril de 1938, mientras se retiraba con los restos del batallón Lincoln hacia Gandesa. ¡Quién lo hubiera podido imaginar! Tres meses antes, las fuerzas republicanas asediaban Teruel y ahora se batían en retirada a orillas del Ebro, en Tarragona, a doscientos kilómetros del punto de partida.

Cuando terminaron los empeñados combates del río Alfambra y la evacuación de Teruel, el 21 de febrero, el Estado Mayor republicano juzgaba positivo el resultado: habían torcido los planes de Franco de atacarles en Guadalajara y cosechado un éxito internacional resonante al apoderarse de Teruel durante seis semanas. Por supuesto, el ejército republicano estaba agotado, pero el Gobierno de Negrín suponía que el enemigo habría sufrido un desgaste similar. El jefe del Estado Mayor Republicano, Rojo, calculaba que si Francia permitía que pasaran la frontera las armas rusas, sus divisiones estarían completas y equipadas en tres meses, y elucubraba que Franco no estaría en condiciones de operar sobre Guadalajara hasta bien avanzado abril.

Por ello fue enorme sorpresa republicana cuando el 7 de marzo fue atacado el sector de Belchite por el Cuerpo de Ejército Marroquí (Yagüe) y las Divisiones de Navarra (Solchaga). Y, simultáneamente, más al sur, el Corpo Truppe Volontarie (CTV, Berti), flanqueado por las divisiones de Navarra 1ª y 4ª, rompía el frente y profundizaba hacia Alcañiz y Calanda. Una semana después el sistema defensivo republicano sufría un boquete de 50 kilómetros de ancho y 45 de profundidad, amenazando ruina y la ruptura del territorio republicano. Rojo se trasladó a la zona para organizar la defensa, estableciendo su cuartel en Caspe, pero poco pudo hacer y tuvo que irse deprisa porque el cañón ya tronaba cerca.

¡A toda vela!

El conde Ciano, ministro italiano de Exteriores, exultaba por el éxito del CTV: «En España, bien: la ofensiva de Aragón prosigue con seguridad y rapidez. Esta vez podría tratarse de la batalla decisiva. Las tropas voluntarias se baten maravillosamente». «En España se avanza a toda vela (...) Confirman el imparable avance de nuestras fuerzas» («Diarios», 10 y 11 de marzo). La clave del éxito de Franco fue su superioridad en hombres, medios y moral. Por el contrario, muchas tropas republicanas eran bisoñas e inexpertas, su moral, baja, y su armamento resultaba deficiente con frecuencia. Hubo reorganizaciones tanto en las unidades españoles como en las Brigadas Internacionales (B.I.), fusilamientos por indisciplina o cobardía, y se amenazó de muerte a quienes autorizasen retiradas sin órdenes superiores. Así se explica que la ofensiva hubiera avanzado doscientos kilómetros en 24 días. En su eje central, Yagüe tomaba Fraga el día 25 y atacaba Lérida, controlando la margen derecha del Segre-Ebro hasta Mequinenza. Más al sur, García Valiño (Divs. 1ª de Navarra y 55) amenazaba Gandesa.

Esa maniobra embolsó restos dispersos de dos B.I., esencialmente la XV, cuyo jefe de Estado Mayor era Robert Hale Merriman (1908 - 2 de abril de 1938), un profesor de economía en la Universidad de California, de ideología comunista, que vino a España en enero de 1937 para combatir en las B.I. Merriman, con instrucción militar de la Escuela de Oficiales en la Reserva y con el apoyo de la Komintern, obtuvo el grado de mayor, el mando del batallón Lincoln y, más tarde, el del Estado Mayor de la XV B.I. Merriman se convertiría aquí en un mito gracias a su decoroso papel militar, a su grave herida en Belchite y a su relación con Hemingway. Parece que el escritor se inspiró en él para crear a Robert Jordan, el protagonista de «Por quién doblan las campanas» (1940).

Aunque a veces se hable de la brigada Lincoln, realmente fue un batallón (más tarde Lincoln/Washington) adscrito a la XV B.I. El Lincoln se formó a comienzos de 1937 y por sus filas pasaron unos 3.000 hombres (2.279 estadounidenses y el resto canadienses, irlandeses, puertorriqueños y cubanos) en su mayor parte adscritos a partidos de izquierdas; el 30/40% de sus componentes eran obreros; el 15% estudiantes y profesores, y la mitad, empleados urbanos, sindicalistas y parados. El batallón participó en lo más duro de la Guerra: Jarama, Brunete, Bechite, Quinto, Teruel, Belchite nuevamente, Caspe y el Ebro. Más de un millar resultó muerto y solo el 50% regresó a Estados Unidos.

Noche sin luna

El Lincoln dejó su postrer aliento en la Campaña de Aragón (marzo-abril, 1938). La XV BI fue arrolladla en Belchite (el Lincoln tuvo más de 500 bajas), salió por pies hacia Caspe a donde llegó tras una semana de penalidades, esquivando el avance de la 5ª de Navarra (Bautista Sánchez). Apenas calmada el hambre y recibir algunos pertrechos, debió replegarse de nuevo, esta vez hasta alcanzar Batea, en la Terra Alta, ya en Cataluña. Entre el 18 de marzo y el 1 de abril el Lincoln fue rearmado, reforzado por 125 compatriotas recién acabada su instrucción y utilizado en la zona para taponar los huecos provocados por el avance de García Valiño. El primero de abril, desbordada, la XV BI tuvo que replegarse; el jefe del Estado Mayor, Robert Merriman, lo hizo con el Lincoln (no más de 300 hombres). Sin cenar y en una noche sin luna, zigzaguearon unos 10 kilómetros hacia el Este, esquivando al enemigo que les flanqueaba. Hacia las 7 horas del 2 de abril, sus exploradores sitúan visualmente Gandesa «como a una milla», quizá cuatro kilómetros a pie. Durante dos horas discuten cómo seguir, pues detectan tropas franquistas en la zona. El capitán Milton Wolf, nuevo jefe del Lincoln, proponía alcanzar los pinares, esconderse hasta la noche para alcanzar Mora d’Ebre y cruzar allí el río, pero se impuso el prestigio y la graduación de Merriman: cumpliría la orden de ir a Gandesa. Ese es el momento del «¡Sálvese quien pueda!». La mayoría, unos 200 hombres, le siguió y un pequeño grupo se quedó con Wolf. Pero esa madrugada había sido evacuada Gandesa y estaba bajo control de la Div. 55. Lo descubrieron al coronar una loma, por lo que Merriman ordenó retroceder, cruzar una vaguada para internarse en el pinar y alcanzar el río, pero ya era tarde. Fausto Villar, brigadista español que sobrevivió a la matanza, se hallaba cerca de los oficiales norteamericanos y ofreció la más acreditada versión de los hechos, que sintetizo: «El batallón abandona la masa boscosa y desciende por los bancales de los pelados viñedos. Entonces estalla el fuego del enemigo emboscado en las colinas de la hondonada de enfrente. Sus ametralladoras se hartan de matar a nuestros brigadistas. Nos lanzamos cuerpo a tierra, refugiándonos en los aplanados surcos de los viñedos desgraciadamente alineados con el fuego enemigo. Sus ráfagas son inmediatas en cuanto alguien trata de reptar hacia unos arbustos que hay a nuestra derecha. Echo una hojeada y veo a todos los brigadistas clavados en tierra, sin osar moverse o muertos. En un surco escalonado un poco más arriba que yo está el teniente James Cody. En el siguiente surco, y escalonado con respeto a Cody, está Merriman; luego ya no hay nadie más (...) Le grito a Cody que hay que moverse y no me contesta; está tumbado como mirando a Merriman; llamo repetidamente al mayor y tampoco me contesta. No quiero creérmelo, pero pienso que ambos están muertos». Aún se debate si Merriman murió aquel sábado en el viñedo o fusilado horas después si fue capturado. Al cabo de 80 años sobrevive su mito.

«Por quién doblan las campanas»

Ernst Hemingway y su amante, la periodista Martha Gellhorn, conocieron a Robert Merriman en Valencia. Según ella, «Merriman les habló del frente de Aragón ante un mapa extendido en el suelo como si impartiera una clase de economía en la Universidad de California». El profesor les impresionó tanto que Hemingway aprovechó algunos de sus rasgos para dar vida a Robert Jordan, protagonista de «Por quién doblan las campanas»: comunista norteamericano, idealista, voluntario en la Guerra Civil, físicamente esbelto... Por lo demás, según los analistas, el parecido entre ambos es más bien escaso, aunque haya contribuido a ampliar el mito del profesor brigadista. La obra narra las vivencias de un dinamitero norteamericano encargado de volar un puente en la Sierra de Guadarrama que, mientras prepara la acción, descubre un mosaico de personajes y situaciones que permiten al novelista mostrar la trágica complejidad de la Guerra Civil. Su éxito traspasó la literatura y alcanzó el cine de la mano de San Wood, con Gary Cooper e Ingrid Bergman como protagonistas, obteniendo nueve nominaciones a los Oscar.