Festival de Venecia

El diablo entre las piernas

El sexo protagonizó dos de los filmes de la jornada en la Mostra: un documental sobre el actor porno Rocco Siffredi y «La región salvaje», del mexicano Amat Escalante, en la que el apareamiento lo protagonizan... alienígenas

El actor porno Rocco Siffredi, en una imagen del documental «Mi sexo es el diablo», presentado ayer
El actor porno Rocco Siffredi, en una imagen del documental «Mi sexo es el diablo», presentado ayerlarazon

El sexo protagonizó dos de los filmes de la jornada en la Mostra: un documental sobre el actor porno Rocco Siffredi y «La región salvaje», del mexicano Amat Escalante, en la que el apareamiento lo protagonizan... alienígenas

Al principio, fue el sexo. Así lo demuestra el primer plano de «Rocco», documental sobre la superestrella del porno presentado en la sección Venice Days, que empieza con la imagen de su pene XXL mientras se está duchando. «Mi sexo es el diablo», dice Rocco Siffredi. Y con ese diablo, dice, pactó a muy temprana edad: «Si me das la fama, te lo pagaré con creces». El contrato fáustico le ha dado pingües beneficios, sexo con más de cuatro mil mujeres y una filmografía que incluye títulos tan creativos como «Tarzhard». No se puede quejar: las víctimas del pulpo alienígena de «La región salvaje», que compite por el León de Oro, tienden a acabar en una fosa común después de alcanzar varios días de placer absoluto, cósmico. La singular, a ratos excelente, pesadilla del mexicano Amat Escalante no dejó indiferente a nadie. Cómo quedarse frío frente a la primera orgía entre animales filmada hasta la fecha. Lo dicho: al final, también será el sexo.

En el documental de Thierry Demaiziere y Alban Teurlai, Rocco explica su trabajo como la privilegiada forma de expresión de una sexualidad particularmente hambrienta. A los ocho o nueve años se masturbaba con regularidad, en su más tierna juventud era capaz de mantenerse ocho horas en plena erección para rodar una orgía. Lo vemos en acción, dirigiendo o actuando, en varias ocasiones durante el metraje, pero lo que aquí interesa es mostrarnos la otra cara de su personalidad, la que no parece un prepucio. «Si no sufro, no me siento vivo», admite en un momento de «Rocco». Por eso llora ante la cámara –de una forma no demasiado convincente– cuando recuerda a su madre, «la mujer de mi vida», a la que pide su bendición cada noche, o cuando uno de sus hijos le dice que se siente orgulloso de él (el otro hace mutis por el foro). El sexo, por supuesto, lo contamina todo: cuando encontró a su actual esposa, intentó dejar el porno, pero sus escapadas en busca de prostitutas o amantes eran frecuentes. Su obsesión, digamos que freudiana, es «no decepcionar nunca a la mujer», tratarla como si fuera única, no importa que tenga dieciocho o setenta. Con la que fue una de sus «partners» más atrevidas, Kelly Stafford, que vuelve al ruedo multiorgásmico para rodar la última escena porno de la carrera de Rocco, llegan a la conclusión de que, por mucho que al semental italiano le guste dominar a su pareja sexual –a una chica le llega a meter la mano entera en la boca–, el dominado es él, porque la mujer siempre modela la fantasía masculina poniénndole, o no, límites.

¿Qué ocurriría si algo fuera capaz de rebasar todos esos límites, de proporcionarnos un placer inimaginable? Es la pregunta que se hace Amat Escalante en «La región salvaje», y la respuesta es sencilla: no habría vuelta atrás, todo lo real nos parecería trivial, sólo nos quedaría la muerte. Invocando, sin hacerlo explícitamente, al primer Cronenberg, el que en «Vinieron de dentro de...» se identificaba con el parásito que propagaba una enfermedad venérea que convertía a los infectados en pura pulsión sexual, el director de «Sangre», «Los bastardos» o «Heli» define a esa criatura pluricefalópoda como «instinto puro», un ente viscoso por cuyos brazos pasan los personajes de un drama urbano definido por la soledad, el machismo, la homofobia y la violencia doméstica.

La realidad mexicana

Gran aficionado al cine de terror, Escalante ha querido eludir el comentario sobre la situación política de su país amparándose en los patrones narrativos del cine de género. «Ahora mismo la realidad mexicana es tan fuerte que muchos directores estamos buscando nuevos ángulos para acercarnos a ella y buscar respuestas», afirmó en rueda de prensa. «La corrupción, la muerte, lo que está haciendo el presidente Peña Nieto... La realidad supera a cualquier ficción». Difícil que supere a esta ficción, que tanto se parece a una versión azteca de la magnífica «Under the Skin», de Jonathan Glazer. Como ocurrió con aquella, también presentada en la Mostra hace tres años, hubo risas nerviosas en la sala y un amago de abucheo. Escalante se lanza a la piscina sin red, porque no escatima las imágenes que todos estamos esperando. En cierto modo, nos hace víctimas de ese lado instintivo que llevamos dentro, y que nos convierte en adictos a las escenas más perturbadoras, que hacen delicados equilibrios para no caer en el más absoluto de los ridículos. Hablamos de aquellos momentos en que el alienígena y sus encantos se hacen visibles al espectador. Es el sexo apareándose con la muerte, como principio y final de todas las cosas.