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El diccionario no olvida

Tricentenario de la Real Academia Española. La institución presentó el libro «La lengua y la palabra», un volumen que repasa su historia, y avanzó que la 23ª edición del diccionario seguirá incluyendo palabras «ofensivas»

Un fichero antiguo de la Real Academia Española
Un fichero antiguo de la Real Academia Españolalarazon

El futuro de la era analógica es diferente al de la época digital. Si antes había que esperar unos años para alcanzarlo y que se materializara, ahora casi pertenece al presente. El nuevo diccionario de la Real Academia Española todavía no ha llegado a la imprenta, pero sus páginas arrastran ya la suerte de su propia condición: pertenecer a una larga estirpe que se extingue. Sus páginas no han visto todavía la luz, acontecimiento que está reservado para octubre de 2014, pero los académicos ya piensan cómo serán sus inmediatos sucesores. «Este será el último diccionario que proviene directamente del de Autoridades. No será el último en papel, que en esto existe cierta confusión. La 24ª edición será la de un diccionario digital que tendrá una versión en papel; mientras que la 23ª, que publicaremos próximamente, todavía es la de un diccionario de papel con versión digital», matizó Darío Villanueva, secretario de la institución, para evitar malentendidos y suspicacias. Los académicos Carmen Iglesias, José Manuel Sánchez Ron y el propio Darío Villanueva participaron ayer, junto a Ignacio Bosque, en la presentación del libro «La lengua y la palabra», un repaso a la historia de la RAE a través de treinta ensayos con motivo de su tricentenario; una obra que se ha editado de forma conjunta con la Fundación BBVA. Pero fue la siguiente edición del DRAE lo que acaparó toda la atención. «La Academia –recalcó en su intervención Darío Villanueva– no inventa palabras ofensivas ni tampoco las promociona como se piensa a veces. Lo que ocurre es que con el paso del tiempo, la sociedad evoluciona y van dejando de tener vigencias algunos términos». Ésa es la causa de que varias palabras se caigan y otras vean cómo se matizan sus definiciones para no herir sensibilidades. Pero, lo que no puede hacer esta institución ni tampoco ningún académico, como subrayó ayer Villanueva, es prescindir de la historia o dejar de lado lo que se escucha en la calle: «Lo que nunca hará el diccionario de la Real Academia Española es suprimir palabras que están en la lengua y que se usan porque resultan para muchos ofensivas, canallas, desagradables, injustas o totalmente arbitrarias. No somos quiénes para hacer eso y supondría, además, el final del Diccionario y el comienzo de una secuencia que no tendría fin». Este es el caso de algunos términos polémicos, como «jesuita», referido a «hipócrita», o «judiada», entre otros muchos. El académico explicó que con cada nueva revisión de esta obra «se intenta adaptar el contenido con la sensibilidad de cada época», pero, como él mismo hizo hincapié, la lengua se utiliza para muchas cosas, también, para denostar. «Otro asunto –intervino Sánchez Ron– es que existan definiciones que puedan ser machistas y que intenten corregir». Ése es el caso del carácter cristianocentrista que poseía el diccionario. «Con la llegada de una sociedad moderna, laica, abierta a más opciones religiosas, se ha ido aliviando esa carga», señaló Villanueva. Una de las novedades que los lectores apreciarán, precisamente, es la supresión de la acepción «femenino» que equivalga a «débil, endeble». Lo mismo sucede con «masculino»: ya no será tampoco «varonil y enérgico». Una iniciativa que pretende pulir algunas cuestiones polémicas que se han heredado.

«Pagafantas» no aguantó

La 23ª edición del diccionario incluirá novedades importantes. Para empezar, tendrá más de 90.000 voces y cerca de 2.900 páginas. «Que una palabra esté y otra, no, no quiere decir que la RAE respalde a una de las dos. Lo que se hace es elegir las palabras del castellano universal», remarcó Villanueva. De esta manera introducía un tema espinoso: la aparición de palabras y la supresión de otras. «Hay gremios que se toman con agravio que no exista una palabra, pero hay que tener en cuenta que los diccionarios tienen una limitación: su espacio». Villanueva declaró a este diario otro de los problemas que encuentran los académicos en el momento de introducir un término nuevo en el DRAE. «Existen palabras globo –declaró a este diario Villanueva–, como "pagafantas". Parecía que iba a quedarse. De hecho, se rodó hasta una película que la llevaba en su título, pero de repente, se deshinchó». Este es un problema que afecta, sobre todo, a las nuevas tecnologías, a palabras como «facebook» o «twitter» y cuya perduración es imposible de prever debido a la renovación de la tecnología. Este problema, sin embargo, desaparecerá con el diccionario del futuro. Con internet se eliminan los problemas de espacio y se podrán incluir más vocablos. El léxico podrá renovarse y ser lo más actual posible. Se podrían incluir palabras en un momento adecuado o retirar otras si han caído en desuso.

Tres nuevas entradas

- «ponible»

Después de una larga evaluación, la próxima edición del diccionario de la Real Academia Española incluirá esta palabra.

- «procesionar»

Se ha comprobado que este verbo, vinculado con las procesiones, se utiliza y está extendido ya entre los hablantes. Por tanto, también se incluirá. «Procesionista» se referirá a las personas que participan en una procesión.

- «pitón»

Se incluirá una nueva acepción: la que se refiere a la cadena que, en muchos casos, se utiliza para inmovilizar vehículos, generalmente motos.

El detalle

«CULTURA» Y EL «MAJUNCHE» DE CHÁVEZ, LAS MÁS CONSULTADAS

La versión on-line del diccionario de la RAE recibe 40 millones de visitas mensuales. «El mes pasado, 45, porque también existen picos», comentaba Darío Villanueva, secretario de la institución. La palabra más consultada es «cultura». «Eso significa –continuó Villanueva– que no se tiene muy claro lo que significa hoy en día». Pero la sorpresa surgió hace tiempo, cuando fue desbancada por un vocablo sorprendente: «majunche» (de calidad inferior, deslucido, mediocre). Ni él mismo podía creerlo. «Dije que se repasaran los datos informáticos». Pero era cierto. Resulta que en las elecciones de Venezuela, Chávez (en la imagen) se refería así a su rival –cuyo nombre jamás mencionaba–. Por eso, todo el mundo quiso conocer la definición. «Lo bueno es que estaba en el diccionario», dijo con ironía Villanueva.

«La lengua y la palabra»

VV.AA.

RAE y Fundación BBVA

474 Páginas

35 euros