El español que liberó París de los nazis
El 24 de agosto de 1944, la capital fue liberada por «la nueve». Nos lo cuenta Rafael Gómez, uno de los dos veteranos que quedan vivos
Era ya de noche, el 24 de agosto de 1944, cuando los adoquines crujieron bajo el peso de los vehículos blindados bajo la Port D'Italie de París. La Segunda División Blindada de la Francia Libre, al mando del general Leclerc, entraba, tras cuatro años tomada por las tropas alemanas, en la capital. La liberación de la Ciudad de la Luz había comenzado el 19, con el levantamiento de los policías, y terminaría el 25, tras diversas escaramuzas callejeras y con el pueblo echado a las calles saludando a las tropas aliadas. Pero los que aquella noche del 24 recorrieron la Rue Nationale, el Boulevard de L'Hopital, el Quai Henri IV y el del Hotel de Ville y llegaron al ayuntamiento hablaban, en su mayoría, en español: fueron algunos de los hombres de la novena compañía, conocida como «La Nueve», que reunía a unos ciento cincuenta soldados, la mayor parte de ellos combatientes republicanos huidos de Franco que al comienzo de la II Guerra Mundial habían pasado todo tipo de vicisitudes: campos de concentración en el sur de Francia, trabajos forzados en el norte de África... Sin embargo, durante años no hubo ni una mención oficial a aquellos héroes españoles.
- Olvidados hasta 2004
Éste ha sido el sino de aquellos héroes durante décadas. En 2004, el Gobierno galo colocó por fin placas en homenaje a estos hombres –hay once en todo París– y en 2010 les hizo justicia con una condecoración a los tres veteranos españoles de la novena compañía que quedaban vivos, Manuel Fernández, Luis Rollo y Rafael Gómez. El primero falleció en 2011. Rollo tiene una salud delicada; Gómez, pese a sus 93 años –«he hecho un poco la guerra de España y la de aquí; junte y verá los años que tengo», responde misterioso antes de confesar su edad– y su fama de huraño –«yo no hablo de esto a nadie, para sacármelo hay que tirar de la cuerda», reconoce–, está invitado a los actos del lunes organizados por el Ayuntamiento de París y tiene pensado acudir. Así lo aseguró a LA RAZÓN desde su casa en Lingosheim, cerca de Estrasburgo.
Tras luchar desde mediados de la Guerra Civil, Gómez huyó en 1939 y estuvo en los campos para los refugiados españoles. Un primo que vivía en Argelia lo reclamó y así pudo salir de allí. En Túnez se unió a «La Nueve» en 1943, y lo desmovilizaron en 1945. Pese a su rechazo a los «plumillas», atendió a este diario con corrección y hasta con ganas de hablar. «Me ha pillado bien», aclara. En un español correcto, aunque desgastado por las décadas de exilio, Gómez recuerda cómo se sucedieron los acontecimientos que llevaron a su entrada en la ciudad: «Estábamos acampados en un rincón, esperando a ver qué hacían con los alemanes, si se rendían o atacábamos. Recibimos una orden de entrar hasta el ayuntamiento. Fue mi sección, tres coches, la que avanzamos hasta allí, el ''Don Quijote'', el ''Guernica'' y el ''Guadalajara''». Los vehículos de «La Nueve» llevaban todos nombres españoles, la mayoría victorias republicanas u otros acontecimientos de la Guerra Civil. Gómez conducía uno de ellos en el tercer batallón de «La Nueve», Primera Sección. Allí se conocían todos. Algunos nombres con aura de míticos, como Miguel Campos, el célebre soldado de acciones valerosas que desapareció misteriosamente al final de la guerra. «Estaba en otra sección. Era un gran tipo, echado para adelante». O a Amado Granell. «Estuve con él el tiempo que pasé en África». Y con Bamba, Putz y tantos otros... «¿Aquellos años cómo eran? Era la guerra. Se pasaba el tiempo como se podía», resume sin más explicaciones.
Cuando entraron en París, cuenta el veterano, «era de noche, no se veía mucho. No le puedo decir seguro». Han pasado muchos años ya. «Estuvimos muy bien recibidos, muchos ''besicos'' y muy contentos», añade sobre los parisienses. «Habían pensado que fuesen los americanos [los que liberasen la ciudad], pero hubo una reunión entre De Gaulle y Leclerc y decidieron que fuesen los franceses los que entrasen los primeros. Por eso justamente fuimos los franceses-españoles los que entramos primero». Él no llegó a subir al Ayuntamiento: «Nos fuimos a pasar la noche a las afueras, a un bosque que había allí, como el Retiro de París». Era el Bois de Boulogne. «Allí estuvimos dos días y después seguimos el camino, con la ciudad ya liberada y firmado el armisticio. Hicimos un desfile en la carretera principal y después nos fuimos». No fue su última parada: de allí los mandaron a Berlín, donde llegó a ver, cuenta Gómez, el «Nido del Águila», el refugio de Hitler.
«La Nueve» se ganó fama de ser un hueso para el enemigo. Sus hombres, al contrario que muchos de los aliados, estaban curtidos: venían de una guerra, la española, de tres años de duración, y eran soldados experimentados. «Cada cual hace lo que puede. Nos habían puesto como un batallón de choque. Cuando había un golpe duro, llamaban a ''La Nueve''», relativiza Gómez. Les caían buena parte de las «misiones imposibles»: «Algunas, no todas. Hemos pasado malos y buenos momentos». Cuando se le pregunta por los amigos que dejó atrás, es aún más lacónico: «Es la guerra. En la guerra hay bajas para todo el mundo».
La periodista francesa Evelyn Mesquida habló con él y con otros veteranos cuando publicó un libro que es ya referencia: «La Nueve. Los hombres que liberaron París» (Ediciones B, 2008). Mesquida está involucrada en la Asotiation 24 aôut 1944, que este año ha invitado a participar en los actos de París a la Asociación-Histórico Cultural La Nueve. Gómez relativiza la falta de reconocimiento oficial: «Yo siempre me he tenido por un francés, porque éramos españoles pero parte del Ejército francés», cuenta, para añadir: «Se han aceptado cosas, pero con dureza, porque no querían reconocer que fuimos nosotros, los españoles, los que habíamos entrado primero. Pero era normal: era el Ejército francés y nosotros sólo un grupo de españoles en medio».
El protagonista
De Almería a Estrasburgo
Rafael Gómez nació en Adra (Almería) el 21 de enero de 1921, aunque su familia era de Roquetas. La Guerra Civil le pilló en Barcelona. Huyó en 1939 a Francia. Tras la guerra se casó en Orán con una española y vive con ella cerca de Estrasburgo desde mediados de los 50. Tiene cuatro hijos.