El genocidio de Bolívar a los españoles
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La historia es poliédrica, aunque a veces se oculte. No es que la cuenten solo los vencedores, como dice el tópico, o que a veces sean los vencidos los que imponen años después su narrativa, como en el caso de la Segunda República española y la Guerra Civil. Esto es frecuente cuando existe una hegemonía cultural resultado de un dominio político determinado, y de forma muy acusada cuando desde un Estado se impone una única forma de ver la historia de un país. Es el caso del proceso de independencia de las colonias españolas. Rafael María de Labra, uno de nuestros grandes americanistas de finales del XIX y principios del XX, resaltaba la hermandad espiritual entre los «españoles de ambos hemisferios», como dijeron las Cortes de Cádiz. Esa coincidencia en espíritu, decía Labra, era para bien tanto como para mal; es decir, los dos pueblos separados por el Atlántico éramos capaces de lo mejor, como la generosidad, tanto como de lo peor, en referencia a la crueldad. Esta es la cuestión que subyace en la obra recién publicada de Pablo Victoria titulada «El terror bolivariano. Guerra y genocidio contra España en las independencias de Colombia y Venezuela en el siglo XIX» (La esfera de los Libros, 2019). Es conocida la historia de los padecimientos de la población autóctona, criolla e indígena, pero se había orillado la «carnicería fuera de combate –escribe Victoria– que Simón Bolívar desencadenó contra miles de indefensos o inocentes españoles». El autor se atreve a llamar a esas muertes planificadas y selectivas de españoles que decretó Bolívar como «genocidio bolivariano». El libro se inicia con el comienzo de la rebelión, a la que Victoria no duda de tildar de caótica y de verdadera traición a una España en plena guerra de Independencia contra Francia. La narración termina con la reconquista del territorio llevada a cabo por el ejército realista dirigido por Pablo Morillo. Durante ese periodo aparecieron los aspectos más oscuros de Simón Bolívar y de otros libertadores, cuestiones que en las historias nacionales de Venezuela y Colombia principalmente han sido «falsificadas y enmascaradas», dice Victoria. El contraste entre la historia oficial y los datos que el autor encontró en los archivos, sobre todo, en los papeles de Joaquín de Mosquera y Figueroa, le mostraron un Bolívar que le llenó de «espanto, congoja y vergüenza». El genocidio, siguiendo las palabras del autor del libro, fue conocido de primera mano por Fernando VII, que oyó a los testigos y a españoles provenientes de América cómo se habían liquidado sistemáticamente a compatriotas por parte de las tropas de Bolívar. El rey de España no hizo nada. El asunto se tapó, quizá porque la Madre Patria estaba envuelta en otros problemas. Hoy, Simón Bolívar, el Libertador de la Gran Colombia, inspirador ahora del chavismo, tiene estatuas en varias localidades españolas; entre ellas, en Madrid, aquella capital de la que quiso independizarse sin ningún miramiento.