El Hermitage le mete un gol a Putin
El Gobierno ruso lleva meses presionando a los museos del país para que den entrada libre a los poseedores del World Cup Fan-ID
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El Gobierno ruso lleva meses presionando a los museos del país para que den entrada libre a los poseedores del World Cup Fan-ID
«La pelota no se mancha», decía Maradona entre lágrimas en La Bombonera. Una bonita y emotiva declaración de intenciones. Pero la intersección entre espectáculos de masas y alta política es casi siempre evidente, y nada ociosa. Sigan la pista del dinero, la que lleva al Mundial de Qatar 2022, o la del lavado de imagen, la que nos trae a Rusia. Ya en la antigua Roma bastaba con soltar un par de docenas de cristianos para apagar todos los incendios. Recuerden las Olimpiadas de Berlín de 1936 o el Mundial de Argentina del 78, cartas de presentación buenistas de Hitler y Videla. Putin sabe que mientras la pelota rueda no se habla de Crimea, de su intervención en Siria ni de sus discutibles modales zaristas. Y, además, ha decidido que este Mundial suponga el fin de la autarquía, que Rusia no sea vista como un ogro plagado de visados y aranceles («un enigma dentro de un misterio», decía Churchill), llenarla por fin de turistas. Para ello, el Gobierno ruso lleva meses presionando a los museos del país para que den entrada libre a los poseedores del World Cup Fan-ID, el mismo documento que permite a los visitantes que acuden a los espectáculos deportivos no tener que tramitar visado alguno.
Es decir, si has pagado por ver fútbol, entrarás gratis a ver cuadros. Suena incluso ofensivo para la parte débil, la de siempre, la cultura, pero en la galería Tretyakov de Moscú (un museo de primera división, ojo) han aceptado las «sugerencias» de Putin. Habrá barra libre hasta el 25 de julio, y esperemos que el «hooliganismo» no se cuele en las salas, como el pasado mes de mayo, cuando un borracho desequilibrado atacó un cuadro del siglo XIX. Pero lo más curioso del caso es la posición adoptada por el Hermitage de San Petersburgo, el museo, ya saben, más importante del país y uno de los referentes en el mundo. «Los fanáticos del fútbol tienen los mismos derechos que los otros visitantes», asegura, molesto, Mikhail Piotrovsky. Es decir, vayan aflojando 700 rublos (unos 10 euros) del ala, y dejen de mezclar churras con merinas. El director de la galería incluso no esconde su malestar: «De la mañana a la noche todo se trata de fútbol». Pero hasta la pinacoteca ha cedido al monotema con un curioso protagonista: el gato Achilles, uno de los felinos encargados de cazar ratones en el museo, se ha convertido en el Pulpo Paul del Mundial. Por lo pronto, acertó el resultado del partido de inauguración. Si en su oráculo final está España, motivo de más para abonar religiosamente la entrada íntegra del Hermitage.