Cine

Cine

El hombre que nunca fue Quijote

Muere a los 87 años el actor francés Jean Rochefort, que trabajó en la adaptación maldita de Terry Gilliam

Una imagen del documental «Lost in La Mancha», con Jean Rochefort caracterizado como Quijote
Una imagen del documental «Lost in La Mancha», con Jean Rochefort caracterizado como Quijotelarazon

Muere a los 87 años el actor francés Jean Rochefort, que trabajó en la adaptación maldita de Terry Gilliam.

Entre los numerosos contratiempos que hicieron de «El hombre que mató a Don Quijote» una película maldita y relegaron el proyecto estrella de Terry Gilliam al olvido (ahora rescatado con un nuevo reparto), la hernia discal de Jean Rochefort fue una de las principales catástrofes. ¿Cómo hacer de Quijote sin siquiera poder montar a caballo? El actor francés, fallecido ayer a los 87 años en París, tuvo que renunciar a aquel papel y la producción, a la postre, fracasó por completo y jamás se vio en cines. Con su figura espigada y sus característicos bigotes, hubiera sido, sin duda, uno de los trabajos más icónicos de este clásico del cine francés y europeo.

De aquello solo quedan algunas imágenes del rodaje que nos permiten verlo ataviado con la armadura y a lomos de Rocinante y que el documental «Lost in La Mancha» (2012) mostró. Pero su carrera, que abarcó cinco décadas y más de cien películas, ofrece una buena muestra de la versatilidad y profesionalidad de uno de los intérpretes más queridos de Francia, ganador, entre otros premios, del César honorífico en 1999. Con Patrice Leconte, con quien trabajó en seis ocasiones, desarrolló algunos de sus papeles más importantes, como «El marido de la peluquera» (1990), donde declaraba su amor a Anna Galiena en una de esas cintas imprecindibles de los 90.

Su carrera corre paralela a la de grandes del cine galo como Jean-Paul Belmondo, Claude Rich, Bruno Crémer o Annie Girardot, con quienes coincidió en el Conservatorio Nacional Superior de Arte Dramático de París. Inició su carrera en el teatro y, en la gran pantalla, fue secundario hasta los 70, en que comenzó a colaborar con directores de la talla de Bertrand Tavernier, Claude Chabrol e incluso Luis Buñuel, para quien trabajó en el año 1974, en «El fantasma de la libertad». De la comedia (desde sus comienzos en los 60 hasta «Astérix y Obélix: Al servicio de su majestad» en 2012) al «polar», Rochefort abarcó numerosos registros y se convirtió en uno de los actores más respetados, frecuentemente designado por la prensa del país vecino como «un caballero».

En España, dio vida al pintor misántropo de «La artista y la modelo» (2012), de Fernando Trueba, en un trabajo que, sobre el pulcro blanco y negro de la fotografía, resaltaba su interpretación de un creador de pocas palabras que, en la Francia ocupada (Rochefort creció en el Vichy de Petain, de hecho), establece una relación especial con su modelo española, a la que dio vida Aida Folch. Antes de aquello, Rochefort ya había trabajado en España, en 1992, a las ordenes de Jaime Camino para «El largo invierno». El actor, que interpretó a más de 100 personajes, no pudo, sin embargo, dar vida al español por antonomasia: Don Quijote.