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El Inaem corrige a Lluís Homar: «Conoce el Siglo de Oro»

Amaya de Miguel contradice las palabras del nuevo director de la CNTC, mientras los sindicatos protestan por la decisión
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Amaya de Miguel contradice las palabras del nuevo director de la CNTC, mientras los sindicatos protestan por la decisión.
Dice el sindicato UGT que el nombramiento de Lluís Homar como nuevo director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico vulnera el apartado «b» del punto II de la convocatoria pública, según el cual el candidato debe presentar «un currículum pormenorizado en el que se acredite su trayectoria y experiencia artística y/o de gestión en instituciones públicas o privadas dentro del ámbito del teatro clásico, en especial del Siglo de Oro». Dice el propio Homar –con una sinceridad habitual en él que le honra– que su experiencia «no está nada vinculada al teatro clásico español» y que «nunca he interpretado una obra del Siglo de Oro». Y asegura la directora del Inaem y máxima responsable de la elección, Amaya de Miguel, contradiciendo a Homar, que este «es un gran conocedor del teatro del Siglo de Oro».
Afirma también UGT que es consciente del «malestar que existe en el mundo cultural» como consecuencia de esta «decisión unilateral» por parte del Inaem. Y explica la directora de este organismo, sin embargo, que la elección «no fue a dedo», sino «por un consenso». Un supuesto consenso que los miembros del Comité Artístico –que solo «valoran», no deciden– no pueden confirmar ni desmentir, por la cláusula de confidencialidad que los tiene atados.
Un documento privado
Sin un consejo que pueda apoyar o replicar las palabras de De Miguel, insiste UGT, como si no se fiase de ella, en que la directora del Inaem debería hacer públicas las actas de las reuniones en las que «conste la discusión y acuerdo de la terna de candidatos a la dirección de la CNTC que presentó el INAEM, así como el proyecto artístico presentado por Homar». Y dice por su parte la directora que ese proyecto «es un documento privado» y que lo que se hará público será «su plan director» cuando tome posesión. Mientras tanto, indican algunos candidatos que han concurrido al puesto –con mayor bagaje haciendo teatro clásico que Homar, pero con peor fortuna que él en la elección– que han llevado sus proyectos al Registro de la Propiedad Intelectual, como si tampoco se fiasen de lo que dice De Miguel, y como si esos proyectos pudiesen estar siendo quizá plagiados para sacarlos con otro nombre en caso de que la cosa se ponga más fea.
Para rematar la faena, añade a todo lo dicho De Miguel, por si acaso no ha logrado convencer ni a los sindicatos, ni a los candidatos, ni a los ciudadanos en general, que Homar es óptimo para el puesto porque «ha habido grandísimos directores que no habían dirigido teatro clásico antes». Ahí es nada. Y llegamos así al lugar de inicio: la vulneración del punto de la convocatoria según el cual el candidato debe acreditar su experiencia dentro del ámbito del teatro clásico y, en especial, del Siglo de Oro.
Y digo por último yo: si uno no cree en los concursos ni en sus bases, ¿para qué los convoca? Hubiese bastado con nombrar a Homar por iniciativa propia y después asumir políticamente ese nombramiento, tanto si funciona como si no. Lo suyo sería que el INAEM hiciese política y que dejase el teatro para la Compañía Nacional.

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