El Jefe, según sus fans
El documental «Springsteen & I» reúne a través de una web vídeos de los seguidores del rockero. Ya hay cerca de 1.600
De Bruce Springsteen, como de U2, los Rolling Stones, Bob Dylan o cualquier otro revienta estadios que se precie, se ha escrito y filmado casi todo. Pero cuando Ridley Scott vio el documental de Scott Free «La vida en un día», que narraba la vida de miles de personas a través de vídeos que ellos mismos habían subido a Youtube, tuvo claro que había dado con el formato idóneo para su próximo proyecto: acercarse a la figura del Jefe a través de las opiniones de sus segudidores. Al fin y al cabo, ¿quién mejor? Pocos artistas hay tan populares, que despierten simpatías tan cerradas y que tengan clubes de fans tan fieles.
Una mirada diferente
El encargo recayó en el cineasta británico Baillie Walsh, que tiene en su haber tres documentales sobre Massive Attack, INXS y Oasis, y un largometraje de ficción con Daniel Craig, «Flashbacks of a fool», y el resultado, «Springsteen & I», estará probablemente terminado en mayo o junio de 2013. Ya tienen más de 1.600 documentos, filmados –«son bastantes, no está mal», valora el cineasta–, rodados o grabados en toda suerte de formatos, desde vídeo digital hasta tomas hechas con teléfonos móviles, en los que los aficionados cuentan anécdotas, recuerdan ese momento especial o reflexionan sobre por qué el rockero de New Jersey ha marcado sus vidas. «Mucha gente me ha mandado imágenes desde sus iPhones. La película, en ese sentido es bastante "low-tech", pero tiene una pinta fantástica. Es genial cuando ves que el iPhone es la nueva pantalla gigante. Hace unos años hacer esta película no habría sido posible. Reunir las entrevistas me habría llevado años. Es increíble».
«Springsteen siempre ha estado en mi vida como un fondo, pero no puedo decir que antes fuera un fan –reconoce Walsh–, aunque estoy convirtiéndome en uno». Y cuenta sobre lo que ha podido aprender en este tiempo que «Springsteen lleva cuarenta años en la carretera, sigue hoy con un disco tan relevante como "Wrecking Ball", hace gran música, es tan políticamente correcto y acertado, tiene una voz tan genial y lleva tanto tiempo actuando que sin duda aprendes cosas de él y de cuánto significa para la gente». Por ejemplo, cómo «habla de forma global», algo que se traduce en que siempre, allí donde va, se esfuerza por buscar unas palabras en el idioma del lugar que visita. «Eso, a los aficionados, les dice que está hablando de ellos, de su historia. Y es un contador de historias increíble». Nada más cierto. Quizá Walsh, si no es muy fan, como reconoce, no lo sepa, pero el joven Springsteen ya destacaba por sus largas parrafadas en los locales con los que daba sus primeros pasos por Ashbury Park. Claro que eso es historia, y el documental, presente.
Un proyecto como «Springsteen & I» corre el riesgo de resultar peligrosamente hagiográfico. Walsh lo reconoce, y matiza que «es algo bueno que yo no fuera un fan porque así no me cegaré. Creo que no estaba absorbido, sé escuchar otras voces y no imponer mi idea de él». Una idea que tomó cuerpo cuando accedió a incorporarse al proyecto como director y tuvo ocasión de conocer en persona al gran hombre: «Viajamos a América. Fui muy afortunado, pude verle actuar en el Giants Stadium. Nunca le había visto antes, así que aterricé en el mejor estadio posible». En su territorio, Nueva York, la tierra de sueños y esperanzas, apenas a un puente de distancia de las chicas de Jersey y donde, pese a todo, los inmigrantes se pueden llevar 41 disparos por vivir en su piel americana. «Le conocimos allí, nos encontramos con John Landau –su mítico manager, aquel crítico que escribió aquello de "he visto el futuro del rock n' roll y su nombre es Bruce Springsteen"– y Barbara, tratamos del proyecto, y el hombre le dio sus bendiciones. Fue genial, muy emocionante». La colaboración de Springsteen termina ahí, explica Walsh: «Él no quiere estar metido en el proyecto». Y matiza: «Lo único que yo tenía claro, desde el comienzo, es que cuando la gente hablaba de determinados conciertos, de aquella gira de 1975 o de aquella noche especial, debíamos verla también. Cuando nos reunimos con Springsteen y su manager les dijimos: no podemos hacer esta película sin acceso a vuestros archivos». Y lo han tenido. Habrá material visual y canciones trufadas a lo largo del filme.
El proyecto está en proceso de edición, aunque el plazo para enviar imágenes sigue abierto (se pueden «subir» a través de la web www.springsteenandi.com hasta febrero de 2013). «Ya he hecho tres documentales, y cuando estoy inmerso en el viaje que supone grabarlos nunca sé qué clase de película van a ser», explica Walsh. «Con éste me ocurre igual, especialmente porque no he rodado nada; estoy confiando en el material que me envíen los fans, y no sé qué va a salir de ahí. Creo que se va a desarrollar y a crecer a medida que lo hacemos. Será un proceso orgánico». Y, contrariamente al estilo de otros documentalistas, él prefiere no subrayar una tesis. «Me gusta adentrarme en este viaje sin saber. Eso me produce júbilo. Y que sea un documental te ofrece una sensación de libertad que no tienes con la ficción».
En cuanto al material que llevan ya meses recibiendo, Walsh explica que hay de todo. «Es interesante ver que hay fans de Bruce en varias generaciones diferentes. Están por supuesto los tipos de su edad, que crecieron con él, pero también te encuentras adolescentes». Curiosamente, ese éxito siempre se ha sentido más en Europa, con España e Italia a la cabeza en cuanto a devoción, que en su tierra, EE UU, donde sus campañas por John Kerry, primero, y por Obama después, le han distanciado de parte de la población. «Sin duda, vende más discos en Europa que en su país. Creo que es porque a algunos americanos no les gusta su faceta política. Cuando apoyó a Kerry, muchos lo sintieron como una ofensa», cuenta Baillie. En cualquier caso, nada de esto estará en principio en el filme: «Es algo que me interesa mucho, pero es difícil, porque quiero que la película sea la voz de los fans. Si ellos no sacan el tema, no estará». Y aclara. «La gente que podría abordar su faceta política probablemente es aquella a la que no le gusta Bruce. Pero yo creo que es una parte muy importante de su vida y me encantaría que apareciera en el documental». Eso, y cuanto más testimonios, mejor. Nos despedimos. Walsh, al que he informado de mi condición de «springsteeniano» confeso, no lo duda: «Por favor, no dejes de enviar algún vídeo». Quién sabe.