El legendario Orient Express vuelve a París
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El legendario Orient Express, que unió desde finales del siglo XIX París con la antigua Constantinopla, vuelve a la capital francesa con una exposición que recuerda a ese expreso como punto de encuentro entre Oriente y Occidente.
Cuatro de sus lujosos vagones y una locomotora se exponen por primera vez y hasta el 31 de agosto en la explanada del Instituto del Mundo Árabe, que aborda también dentro de su museo la historia del mítico ferrocarril, popularizado por el cine y la literatura.
La idea de crear esa línea ferroviaria surgió del empresario belga Georges Nagelmackers, quien en 1883 vio su sueño hecho realidad: el Orient Express recorrió por primera vez los 3.050 kilómetros que separan París de la actual Estambul en 81 horas y 30 minutos.
"Fue el primer expreso internacional del mundo y permitió cruzar fronteras sin cambiar de tren", explicó hoy a Efe la comisaria adjunta de la exposición, Agnès Carayon, quien destacó que antes de este ferrocarril solo diplomáticos y viajeros aventureros lograban conocer Oriente.
El tren se convirtió en un puente entre civilizaciones, ya que, aunque su recorrido finalizaba en la entonces Constantinopla, la estación de la capital otomana permitía enlazar con líneas que iban hacia Teherán, Alepo, Bagdad y Beirut, entre otras ciudades.
Y, además de acercar culturas, se elevó a la categoría de "mito, de sueño mundial", algo que se explica en gran parte por los encuentros que se producían a bordo, según Patrick Ropert, presidente de Orient Express, la marca de la compañía ferroviaria francesa SNCF que gestiona el histórico ferrocarril.
La actriz Marlene Dietrich, el arqueólogo y escritor conocido como Lawrence de Arabia y la espía Mata Hari fueron algunos de los viajeros ilustres que disfrutaron de unos vagones lujosamente decorados con techos de cuero, bajorrelieves en cristal y cortinas de terciopelo.
El tren se convirtió también en el escenario de novelas como la intrigante "Asesinato en el Orient Express"(1934) de la británica Agatha Christie, además de inspirar a autores como Ian Fleming, conocido por haber creado el personaje de James Bond.
El Orient Express saltó asimismo a la gran pantalla de la mano de Hitchcock en "Alarma en el expreso"(1938) o del italiano Carlo Bragaglia en "Orient-Express"(1954), entre otros.
La exposición permite a los visitantes adentrarse en su historia paseando por los compartimentos de un coche cama de 1949, de un vagón salón construido en 1929 y de uno bar de ese mismo año, o de otro restaurante realizado en 1925.
Todos ellos se encontraban resguardados en un garaje de las afueras de la capital francesa y, según detalló Ropert, es la primera vez que se exponen.
Botellas de champán, periódicos de la época y piezas de una delicada vajilla recrean el ambiente que dominaba el salón del tren, iluminado con lámparas de bronce y revestido con paneles de caoba decorados con motivos inspirados en las ninfas.
En el vagón restaurante, con capacidad para acoger a 42 clientes, imperaban los materiales lujosos y los tonos rojizos, mientras que los colores crema protagonizaban el bar, presidido por un piano.
El coche cama, decorado con mayor sobriedad, estaba dividido en compartimentos de dos camas o de tres, en el caso de fueran destinados a los viajeros de segunda clase.
La muestra propone además un recorrido por la historia del Orient Express, desde su puesta en marcha a finales del siglo XIX hasta su último trayecto, realizado en 1977, aunque el declive había empezado en los años 50 con el auge del avión y el tren.
Y, como idea de fondo, contrasta la visión de un Oriente fantasmagórico, que muchos de los viajeros tenían en mente antes de embarcar y que se refleja a través de cuadros orientalistas, con la realidad de la zona expuesta con fotografías y carteles que demuestran que ese expreso sirvió para mejorar las comunicaciones y acercar culturas.