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El monumento a "Franco"que Madrid ve con buenos ojos... pero el embajador ucraniano rechaza

La comunidad ucraniana se enfrenta a su representante por su negativa a homenajear al poeta Frankó. El nombre “llevaría a confusión” con el dictador, alegó el diplomático ante las asociaciones

Un operario limpia la estatua a Frankó en Lviv, Ucrania
Un operario limpia la estatua a Frankó en Lviv, Ucranialarazon

Piden un monumento a un poeta, pero su embajador se niega porque el nombre “llevaría a confusión” con el dictador

Si se tratara de un vodevil podríamos titularlo "La importancia de llamarse Franco". Desde luego a esta historia no le falta ni un ápice de enredo, absurdo y parodia, aunque para la nutrida comunidad ucraniana que vive en Madrid, unas 20.000 personas, el asunto sea más serio. Con la exhumación de los restos del dictador en el Valle de los Caídos presente casi a diario en la agenda política, un monumento a "Franco"se ha colado en Madrid, y mientras las autoridades madrileñas ven con buenos ojos su instalación o al menos no la dificultan, el embajador de Ucrania en España se niega. Todo muy raro.

Conviene ir paso a paso. Lo primero sería aclarar que "Franco"no es el caudillo español sino Frankó, Iván Frankó (1856-1916), un eminente escritor ucraniano que incluso estuvo nominado al premio Nobel y que, junto a Tarás Shevchenko y Lesya Ukrainka, formaría la punta de lanza de la literatura nacional. Frankó destacó, entre otras cosas, como gran hispanista e introductor de nuestras glorias literarias en la lengua ucraniana: tradujo "El Quijote"y ponderó siempre la obra de Cervantes, Lope de Vega y Calderón de la Barca, a quien ponía al mismo nivel que Shakespeare y Dante. "¡España, oh, España! Edén es terrenal", cantó este escritor que es, sin duda alguna, el ejemplo más directo que podría imaginarse del vínculo entre nuestro país y esta lejana nación del extremo de Europa.

Coincidiendo con los 100 años de la muerte de Frankó, veinte asociaciones ucranianas presentes en España se unieron para lanzar la iniciativa de colocar un monumento al escritor en Madrid que sellara para lo posteridad su figura como impulsor de la amistad hispano-ucraniana. Parecería lógico, tratándose de un autor tan importante en Ucrania, que sus pretensiones fuesen de la mano con las del propio Estado, pero el enemigo más acérrimo de la iniciativa se reveló el propio embajador de Ucrania en Madrid, Anatoliy Scherba, según lamentan desde la Unión de Asociaciones de Ucranianos en España para la Monumentalización de Iván Frankó.

Como recuerda su coordinador, Andriy Yakubuv, a LA RAZÓN, el proyecto del monumento se elevó a la Comunidad de Madrid en 2017 y Cristina Cifuentes, en una carta, mostró su "apoyo a este reconocimiento público a tan destacado intelectual ucraniano por los puentes que tendió entre la cultura eslava y la de Europa Occidental". No obstante, la ex presidenta de la Comunidad trasladó el asunto al Ayuntamiento, competente en materia de monumentos. Eso sí, añade la asociación, "llegó a dirigirse personalmente a Manuela Carmena", con lo cual el asunto resultaba encarrilado o al menos no rechazado (está pendiente de valoración) por la parte madrileña del caso.

Los obstáculos vienen de la propia Ucrania, del embajador. Aparte de otras consideraciones "irracionales", según Yakubuv, y que muestran un proceder "soviético"en el manejo de los asuntos del país en España, "uno de los argumentos que llegaron a expresar desde la embajada es que el apellido del ucraniano llevaría a la confusión por coincidir con el del generalísimo español". Es decir, Frankó podría ser confundido con Franco.

Esta manera de "ignorar y desacreditar"la voluntad de los ucranianos en Madrid, asegura la Unión, pone totalmente en riesgo el monumento, pues "sin el apoyo de la embajada la idea no prosperaría". Lamentan que quien tiene que caminar del lado de sus ciudadanos en el extranjero, haga caso omiso al movimiento asociativo en Madrid. Por eso, esta federación de 20 asociaciones ucranianas ha denunciado ante el Ministerio de Asuntos Exteriores de su país al embajador por "su afán personal en oponerse a la iniciativa cívica de conmemorar al literato". Un escritor, que, además, da nombre a toda una región del país.

Matiza la Unión que el coste del monumento correría cargo de la parte ucraniana, que ya cuenta con una donación de una estatua sin colocar en la ciudad balneario de Truskavets y sugieren ubicarlo en la zona de Rosas, junto al monumento a la revolución húngara. Mientras se resuelve la cuestión, Yakubuv, tomándose con humor el enredo en el que se ha visto mezclado un literato ucraniano con el dictador que pretenden exhumar del Valle de los Caídos, concluye: “Ya que van a quitar uno, que nos pongan el otro”.