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El Museo de Bellas Artes de Bilbao muda de piel

Acomete una reordenación museográfica comisariada por el escritor Kirmen Uribe que ha partido del alfabeto y ha asignado a cada una de las 31 salas una palabra
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Reordenar una colección de arte no es tarea baladí. Quien lo hizo, lo sabe. Y Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao y ex director del Museo del Prado, ha querido hacerlo a su manera con una propuesta novedosa que huye de los estándares y de la ordenación cronológica para agrupar obras mediante un discurso en el que se cuente una historia. Celebraba así también los 110 años de creación de este centro (el 5 de octubre de 1908 el Ayuntamiento de la Villa y la Diputación Provincial de Vizcaya firmaron el acta fundacional del centro, una institución de referencia en la ciudad y dentro del panorama museístico), tan injustamente desconocido fuera de los límites del País Vasco y que atesora nada menos que 14.000 obras. Una joya en sí mismo. Por eso ayer, que se cumplía esta efeméride (día también en el que Felipe VI realizó una visita privada), que coincide con la primera reunión del patronato, se desveló el calado de esta iniciativa que ha tenido como eje el edificio neoclásico, que no se había tocado desde 1945. El suelo se ha cubierto de mármol negro y se ha extendido la madera de roble. El resultado, como bien dice Zugaza, ha sido “un cambio en la piel del museo en el que las obras de arte, cada una de ellas, cobran protagonismo. “Aquí no se van a ver escuelas ni tampoco un desarrollo temporal, sino una reinstalación que tiene un discurso y cuenta algo, teniendo en cuenta que nuestra colección es bastante abierta”, explica.
Para llevar a cabo ese cometido se pidió al escritor Kirmen Uribe que se pusiera manos a la obra: tenía que contar una pequeña historia dentro de la historia del arte. Él recurrió al alfabeto y a través de 31 letras ha dado forma nueva a las 31 salas, de tal manera, dice Zugaza, que cada una es como un pequeño museo. “Cada sala está encabezada por una letra y cada una de éstas propone una palabra. Y cada una de ellas, a su vez, convoca a una serie de obras, lo que convierte cada espacio en una exposición en sí mismo”. Arranca la “A” de Arte y se enfrenta a Gauguin con dos piezas arqueológicas de hace 14.000 años, es decir, un maestro impresionista junto al arte antes del arte, “como si fueran paradojas que planteamos al visitante”. El alfabeto, cuenta el director del museo, se ha extendido con los sonidos tx (de “eTXea”, casa), tz (de “bikoiTZ”, doble) y ts (de huTS”, vacío). Insiste en que “cada sala es un proyecto museográfico en sí. Y no solo es de esta manera accesible al público especializado, sino que permite tener acceso a otro tipo de sensibilidades”. La “B” da su lugar a Bilbao y el recorrido es un paseo por la ría. La “C” es de “Citoyen (Ciudadano), de todos, lo que tiene nombre propio, como Unamuno, Arteta y Ramón y Cajal, junto a los anónimos, los vecinos de la tierra. Después vendrán Desira (Deseo), Espejo, Friendship (Amistad) y así hasta alcanzar las 31 palabras que alternan cuatro idiomas: español, vasco, inglés y francés. ¿Por qué llamar a Kirmen Uribe? El museo se lo propuso y al autor le encantó la idea. “Además, sus novelas arrancan con citas al Museo de Bellas Artes de Bilbao”, asegura Zugaza, quien cuenta que las palabras iban saliendo, como muerte, por ejemplo, o la estancia dedicada a la escultura en hierro “Iron” (hierro), en la que conviven Oteiza, Chillida y Txomin Badiola. Japón tiene también su espacio, pues este centro posee la mayor colección de arte japonés que se puede encontrar hoy. El trabajo llevó su tiempo y el resultado es satisfactorio: “Museos como éste se pueden permitir estos pequeños cambios de timón. Lo que hacemos es proponer tanto al público habitual de aquí como al visitante o al turista que se pueda leer una colección de otro modo, que existen otras historias que el arte contiene y que conviene que afloren”, señala. ¿Satisfecho? “Mucho. Ha quedado precioso, elegante, delicado”. Y nos descubre que también puede haber espacio, y lo hay, para otras salas “mas desmelenadas”, como la colección de carteles deportivos, incluidos en la letra “K”, de “Kirol” (deporte) que permite ver, entre otras obras, el óleo sobre cartón de Aurelio Arteta, “Idilio en los campos de Sport”, cedido por el Athletic Club.