El nuevo ejército de la monarquía borbónica
Enrique Martínez Ruiz publica un ensayo pormenorizado sobre las reformas llevadas en las tropas españolas durante el siglo XVIII
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Enrique Martínez Ruiz publica un ensayo pormenorizado sobre las reformas llevadas en las tropas españolas durante el siglo XVIII.
El año 1700 marca el final de la Casa de Austria dentro de la Monarquía Hispánica, cuando Carlos II nombra sucesor a Felipe V y se produce la Guerra de Sucesión española. La casa de Borbón introdujo el absolutismo y el centralismo como nueva forma de gobierno, así como importantes reformas basadas en la Ilustración. Reformas que también llegaron al Ejército. Así, el nuevo Ejército borbónico experimentará una serie de cambios estratégicos, logísticos, orgánicos y tácticos motivados, principalmente, por los cambios en los planteamientos internacionales y los conflictos armados contra Inglaterra en el continente americano.
El profesor Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia Moderna y gran especialista en Historia Militar e Institucional, es autor de «El ejército del rey: los soldados de la Ilustración» (Editorial ACTAS), un ensayo con el que profundiza en la reforma del Ejército de España llevada a cabo por la monarquía borbónica durante el siglo XVIII. Tras la muerte de Felipe V y de su hijo, Fernando VI, llega al trono Carlos III, que fue el reformista por excelencia y mayor exponente español del Despotismo Ilustrado. Sus «Ordenanzas para el régimen, subordinación y servicios de sus exércitos» de 1768, inicialmente creadas para el Ejército de Tierra, se aplicaron en la Armada y su espíritu perduró hasta el siglo XX para inspirar las aplicadas al Ejército del Aire en los momentos de su creación.
Dos décadas provechosas
En sus consideraciones previas, Martínez Ruiz afirma que «en las dos últimas décadas, nuestro conocimiento del Ejército español de siglo XVIII se ha ampliado significativamente, tanto por la profundización en determinados temas, como por la utilización de nuevas fuentes y métodos». El resultado es que «se han revisado y cuestionado afirmaciones repetidas pero sin comprobación y se han puesto en valor realidades que han tenido el reconocimiento que merecían».
Martínez Ruiz comienza analizando la coyuntura militar del cambio de siglo, así como la dinámica internacional y los compromisos militares españoles en este siglo, que comienzan con la Guerra de Sucesión como punto de inflexión significativo. «Con frecuencia, la trayectoria de este Ejército se ha simplificado en exceso aludiendo a tres hitos considerados claves del proceso reformista. El primer hito de ese tránsito del modelo de Ejército de los Austrias al borbónico se ha resumido en una frase: “Del tercio al regimiento”. El segundo se centra en la excelencia de la reforma militar atribuida, sobre todo, a Carlos III y a sus alabadas Ordenanzas de 1768, y el tercero es la Guerra de la Independencia (1808-14)». Según el autor, la realidad no es tan simple, «tales referencias exigen de precisiones y matices porque el tema es más complejo de lo que se deja entrever».
De esta manera, la reforma del Ejército «supuso cambios estratégicos, sobre todo en Europa, a raíz de la Paz de Utrecht; logísticos, porque hubo que movilizar recursos, empezando por arsenales y astilleros, y cambios orgánicos y tácticos, en los que tuvo mucha importancia la Guerra de Sucesión, verdadero laboratorio del reformismo militar español. El Ejército estaba mal armado, mal vestido, desorganizado y con escasa disciplina». Posteriormente, «tras las Ordenanzas de Carlos III, fue Godoy quien se planteó sacar al Ejército de la situación en la que se encontraba redactando una serie de reglamentos que las desarrollaran adecuadamente, algo que les faltaba para llevarlas a la práctica y darles continuidad». Los cambios se produjeron, sobre todo, «en la infantería, en la caballería y en cuerpo de los ingenieros militares». En su ensayo, Martínez Ruiz analiza pormenorizadamente los caracteres del nuevo modelo de Ejército: el Fuero Militar; el ingreso y la escala jerárquica; el reclutamiento; el rechazo a las quintas: alojamientos, resistencias, motines, prófugos y desertores; la clase de tropa, las Guardias Reales y las distintas armas, cuerpos centros y servicios, así como a la Administración militar y distintas Ordenanzas. Para él, «el tránsito del siglo XVIII al XIX fue un periodo complejo para la Monarquía española en general y para su ejército en particular. Entre sus principales problemas destaca cuatro por encima de otros: «El reclutamiento, el desfase táctico y organizativo, la falta de un adecuado sistema de formación –el nivel era muy bajo– y la pervivencia de una estructura de privilegios. La conjunción de estos factores explicaría la crisis del Ejército del Antiguo Régimen, estructura que se va perdiendo progresivamente hasta alumbrar un nuevo Ejército».