El Real coge el toro por los cuernos
El coliseo pone en contexto «Moisés y Aaron», de Schönberg, obra clave de la ópera contemporánea, con el ciclo de conciertos «Bailando sobre el volcán».
El coliseo pone en contexto «Moisés y Aaron», de Schönberg, obra clave de la ópera contemporánea, con el ciclo de conciertos «Bailando sobre el volcán»
El estreno de la temporada y uno de los hitos en la historia del Teatro Real. Así es para su director artístico, Joan Matabosch. «Es una de las graves e imperdonables asignaturas pendientes que tenía este teatro. Y lo estrenamos ahora en versión escénica por primera vez y dándole el contexto adecuado porque no es una ópera más de la temporada. ¿Cómo una de las óperas más importantes de la historia de la música no se había visto todavía en Madrid», se pregunta. En 2012 la obra de Arnold Schönberg (1874-1951) se pudo escuchar en versión de concierto. El coro, para quien sin duda es la ópera más difícil, lleva trabajando un año en ella, y el ensayo escénico, semanas, «pues la preparación previa que se necesita es enorme. Y en ese sentido estamos satisfechos porque los ensayos van bien, pero hay que ver cómo resulta con el teatro lleno, no vale sólo con la excelencia de los ensayos», dice Matabosch, quien ha querido presentar una obra de tal envergadura dentro de su contexto.
El arte más degenerado
Schönberg, su autor, sufrió en carne propia el antisemitismo centroeuropeo, «y ésta es la respuesta del compositor a aquello y una expresión de lo que consideraba su propia crisis de identidad judía. Convertido al protestantismo en 1989 regresa en 1933 al judaísmo. Recordemos que en el verano de 1921 fue obligado a abandonar el hotel en el que se alojaba por el hecho de ser judío», explica Matabosch. Una ópera, estrenada en Zúrich en junio de 1957, que encarna todo aquello que para el nazismo significaba el arte degenerado: la temática, el nuevo lenguaje musical y la presencia del cabaret judío. Y es este panorama turbulento el que quiere presentar el director artístico del Teatro Real, y ahí es donde entra en juego el ciclo «Bailando sobre el volcán» (Auditorio Sony de la Fundación Albéniz), que dará voz, y nunca mejor dicho, a las grandes damas de la lírica.
Así, Salomé Kammer hará un recorrido por los compositores de la época, fascinados por la personalidad de Karl Kraus, absolutamente torrencial. Dagmar Manzel se centrará en toda aquella generación de compositores que escribieron para el cine, en el que destacan, entre otros filmes, por ejemplo, «El ángel azul». Muchos de ellos, de los que Korngold fue el caso más famoso, emigraron a Estados Unidos. El recital de Measha Brueggergosman se adentrará en la pléyade de creadores que se dejaron influir por Schönberg y reescribieron su influencia, casos como los de Cage, Copland o Barret. El poso de Kurt Weill también estará presente en la voz de Angela Denoke. «Música para Terezin» (con la de Sylvia Schwartz y la dirección escénica de Gustavo Tambascio) es otro de los ciclos que acompañará las representaciones operísticas. En ella están representados todos aquellos que no quisieron o no lograron escapar de aquella tremenda persecución. A la ya estrenada «Brundibar» seguirán «El emperador de la Atlántida», de Viktor Ullmann (del 10 al 18 de junio), junto con una serie de actividades paralelas en forma de proyecciones y conferencias.
Se trata de una nueva producción del Teatro Real con la Ópera Nacional de París que cuenta con la dirección musical de Lothar Koenigs y la escénica de Romeo Castelluci y que en la capital de Francia ya suscitó cierta polémica por incluir en escena a un toro. ¿Y si el animal acapara los titulares? «Mientras los haya, bienvenidos sean, pero se han dicho muchas cosas sobre el animal, como, por ejemplo, que cobra un caché por función y eso no es cierto». No sería, por otra parte, la primera vez pues perros y caballos ya han lucido sus dotes en escena.