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¿Era Luis Felipe de Orleans hijo de un carcelero?

La versión «políticamente incorrecta» de los hechos habla de que la duquesa de Chartres dio a luz a una niña, que, junto a una importante suma de dinero, cambió por un varón nacido en los Apeninos.
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La versión «políticamente incorrecta» de los hechos habla de que la duquesa de Chartres dio a luz a una niña, que, junto a una importante suma de dinero, cambió por un varón nacido en los Apeninos.
Formulamos una pregunta que ha pasado inadvertida hasta ahora para el común de los mortales, razón por la cual causará a buen seguro cierto estupor en no pocos lectores. ¿Estamos quizás en presencia de un soberano bastardo que ha pasado a la Historia adornado, sin embargo, con todos los oropeles regios? Dos versiones han circulado sobre el lugar y la fecha de nacimiento de Luis Felipe I, «rey de los franceses», motejado «Felipe Igualdad». Empecemos con la generalmente aceptada, inscrita en la mayoría de libros y enciclopedias, según la cual Luis Felipe vino al mundo el 6 de octubre de 1773, en el Palacio Real de París. La segunda, desconocida y polémica, establece en cambio el natalicio del futuro monarca el 17 de abril del mismo año y en un lugar también distinto: una pequeña ciudad, Modigliana, perteneciente al gran ducado de Toscana y enclavada en la Diócesis italiana de Faenza.
¿Las pruebas de tan osada afirmación? Acudamos primero a las fuentes en este delicado asunto. Empecemos por dos libros que constituyen hoy toda una rareza bibliográfica: «Felipe Igualdad y el señor Chiappini, historia de una sustitución» (París, 1907) y «María Estrella Chiappini, lady Newborough, baronesa Sternberg» (1773-1843), editado también en París, en 1910. El primero, debido a la corrosiva pluma de Mauricio Vitrac y el segundo, a la no menos cáustica del doctor Lucien Lagriffe. Ambos autores advierten de que Luisa María Adelaida de Borbón, duquesa de Chartres y «madre» del futuro Luis Felipe I, llevaba ya cuatro años desposada con Luis Felipe de Orleans, desde el 5 de abril de 1679, y no había engendrado todavía más que una niña muerta, el 10 de octubre de 1771.
Privados de un heredero
Entre tanto, el duque de Penthièvre se desesperaba ante la idea de que su yerno y su hija quedaran privados de un heredero varón. Abatido, amenazó a sus hijos con volverse a casar para que sus bienes no pasasen a sus parientes colaterales. La duquesa de Chartres quedó encinta. ¿Estaba dispuesto a esperar el duque de Penthièvre otros nueve largos meses para salir de dudas? ¿Y si después de poner a prueba de nuevo su paciencia la duquesa alumbraba a una niña?
Para prevenir otra desgracia, según los partidarios de la confabulación, el matrimonio regio viajó a Italia con sigilo, lejos de los rostros conocidos. Su plan secreto, según los defensores de la paternidad ilegítima de Luis Felipe de Orleans, consistía en cambiar una persona por otra, en modificar el estado civil para favorecer los intereses dinásticos puestos en peligro por el nacimiento de una niña, cuando se anhelaba el de un varón. Este era el móvil de aquella presunta treta, conscientes de que los varones tenían siempre preferencia sobre las mujeres para reinar.
Aquella fraudulenta sustitución debía asegurar también la sucesión en línea recta de la inmensa fortuna que iba a escurrirse así de las codiciosas manos de quienes ya la daban por descontada. Luis Juan María de Borbón, duque de Penthièvre y nieto de Luis XIV de Francia, poseía uno de los mayores patrimonios de Europa.
Joyas, tierras y hoteles
En Francia, sin ir más lejos, no existía probablemente un hombre más rico que él. La mayor parte de sus bienes procedían de la Grande Mademoiselle, prima del rey Luis XIV: castillos, hoteles, tierras, joyas, dinero a raudales... Todo aquello que la mente más codiciosa del mundo pudiese desear. Desposado con su prima segunda, la princesa María Teresa Felicidad de Este, a la edad de 19 años, el padre de la duquesa de Chartres tuvo siete hijos, de los cuales tan solo dos llegaron a la edad adulta; el resto murió demasiado pronto, víctima de la especie de maldición que ya conocemos.
Pues bien, según la versión «políticamente incorrecta», la duquesa de Chartres dio a luz a una niña, esta vez viva, el 17 de abril de 1773; el mismo día en que la mujer de un tal Lorenzo Chiappini, carcelero de Modigliana, alumbraba a un niño en una aldea situada en la cumbre de los Apeninos. No tardó en producirse el canje pactado de los recién nacidos: la princesa bautizada con el nombre de María Estrella, pero venida al mundo con mala estrella, fue entregada así a los Chiappini a cambio de su hijo, quienes recibieron también una apreciable suma de dinero por parte de los esposos Joinville, nombre con que los regios viajeros pretendían pasar inadvertidos.
Es obvio que unos padres tan miserables, capaces de vender a su hijo por dinero, jamás supieron el destino de la inocente criatura. ¿Verdad o leyenda...?
El lance judicial
¿De dónde provenía la rocambolesca versión del canje de los recién nacidos? Al parecer, todo el andamiaje tan hábilmente edificado se vendría así abajo y no quedaría más que el relato de una imaginación delirante. En 1830, la baronesa de Sternberg interpuso una demanda de filiación ante el Tribunal del Sena, pero el juez desestimó su reclamación. Previamente, Estrella había logrado que varias personas testificaran a su favor ante el Tribunal Eclesiástico de Faenza, al que pertenecía judicialmente la localidad de Modigliana, lugar de nacimiento de la demandante. La sentencia del Tribunal Eclesiástico fue revocada en segunda instancia. Localizada la comadrona que asistió al parto de la madre de Estrella, se descubrió que todo había sido un montaje. La Rota criminal dictaminó así «que las aseveraciones de María Estrella Petronila Chiappini eran falsas y no tenían más finalidad que la de atribuirse un noble origen al que no tenía derecho».