Pintura

Este cuadro conoce los secretos de Moncloa

Es la obra más mediática del pintor Esteban Vicente. Cada vez que el presidente del Gobierno recibe una visita institucional el lienzo «chupa» cámara. Su nombre es «Inside» y está fechado en 1987.

La Sala Tàpies ahora, con los dos lienzos de Vicente, fechados a finales de los años ochenta
La Sala Tàpies ahora, con los dos lienzos de Vicente, fechados a finales de los años ochentalarazon

Es la obra más mediática del pintor Esteban Vicente. Cada vez que el presidente del Gobierno recibe una visita institucional el lienzo «chupa» cámara. Su nombre es «Inside» y está fechado en 1987.

Lo pintó en 1987. Es un óleo sobre lienzo que lleva por título «Inside» (Dentro) y hace cinco años, que se cumplen ahora, que cuelga de la Sala Tàpies, en el complejo de Moncloa. Lo firma Esteban Vicente, un segoviano universal, criado en Turégano, donde nació, formado en Madrid y fogueado artísticamente junto a monstruos como Motherwell o Pollock. Él junto con José Guerrero, compartió pinceles con el expresionismo abstracto norteamericano. ¿Qué no habrá escuchado este cuadro de colores cálidos? Es el lienzo más mediático, pues cada vez que el presidente del Gobierno recibe una visita institucional la obra siempre aparece detrás. Pero no es la única de la sala. Si hiciéramos un barrido de izquierda a derecha lo que veríamos es un Tàpies de grandes porporciones (que pertenece a la colección de Patrimonio Nacional, que junto con el Reina Sofía y el Museo del Prado son las tres instituciones que entregan obra a órganos de alta representación), dos Estaban Vicente y un Manolo Valdés. Son cuatro, pues, aunque la obra del pintor de Segovia siempre esté en el foco. Cuando Marino Rajoy llegó a Moncloa en 2012 se produjeron una serie de cambios en la decoración del complejo monclovita, un hecho que viene siendo habitual desde la época de Felipe González. Si Rodríguez Zapatero apostó por Miró (querido también por Aznar) y Julio González, el nuevo equipo lo que deseaba era abrir el abanico. Llegaba con las ideas bastantes claras.

Tres días «full time»

Salvador Nadales, conservador responsable de relaciones institucionales del Museo Reina Sofía, conoce de lo que hablamos perfectamente, pues él estuvo presente en las tres largas jornadas de mañana, tarde y noche, en las que se decidió qué artistas ocuparían los espacios de la Moncloa. «Nuestro cometido es realizar un seguimiento y control de los depósitos de las obras en colecciones museísticas y en espacios no museísticos y de alta representación del Estado, entre los que se hallarían Presidencia del Gobierno, sedes diplomáticas y ministerios», explica.

La relación entre el centro de arte y complejo presidencial se remonta a los años noventa y se enmarca, como comenta Nogales, dentro del concepto de «diplomacia cultural que considera que debe existir una representación artística que sea de la mejor calidad». Con el nuevo equipo, desvela, se recuperaron obras que estaban colgadas y que era necesario exponer, como es el caso de Miró para una muestra itinerante o cómo fue el de Julio González, de quien se exhibía una pintura, hecho poco común en su producción. «Habíamos hecho notar el interés en recuperar estas piezas y cuando se produce el cambio de Gobierno lo llevamos a efecto», cuenta. ¿Cómo se produce la selección? «El museo elabora una propuesta y los asesores son quienes eligen. Nos reunimos con miembros de Presidencia durante tres jornadas de mañana, tarde y noche y he de decir que no pusieron el menor problema. Todo transcurrió de una manera fluida. Les presentamos obras de primera calidad e intervinieron muchísimo para dar su parecer. Querían seguir dos líneas: que por un lado estuvieran representados artistas de varias generaciones, desde algunos que habían fallecido a otros que están trabajando actualmente, que el abanico de tendencias fuese lo más amplio posible y que existiera una amplia representación geográfica. Ésa era la línea que deseaban mantener y sobre la que trabajamos», explica.

En estos momentos el total de depósitos en el complejo de Moncloa es de 130 obras de las que una veintena son nuevas tras la llegada del Partido Popular al poder. «Por tanto podemos decir que cuelgan piezas de los mejores y que la selección es lo más plural posible», insiste Nogales.

¿Qué artistas están representados? Son diecisiete los que se incorporaron en 2012: Esteban Vicente, Antoni Tàpies, Pablo Palazuelo, José Guerrero, Francisco Bores, Lucio Muñoz, Manolo Valdés, Jordi Teixidor, José Manuel Broto, Carmen Laffón (se pidió expresamente obra de mujeres), Cristino de Vera, Fernando Lerín, José Piñar, José Vento, Xesús Vázquez, Chema Madoz y César Montaña. Recorrido que abarca el expresionismo abstracto pasando por el informalismo, el realismo hasta tocar la abstracción geométrica, sin olvidar la fotografía, que prácticamente no se presta nunca, nos cuentan desde el museo, por su delicada conservación, pero que en esta ocasión se ha hecho un hueco en las paredes, y dando su lugar a la escultura. En efecto, la mirada es lo suficientemente amplia como para que el conjunto incluya nombres clave del arte de mediados de los cincuenta del siglo XX, artistas que abrieron la creación española al mundo en una época de blanco y negro. «Jeu de Paume», de Tàpies (de fondo en una imagen de hace unos meses con Rajoy y Rivera) o una obra muy apaisada de Martín Chirino, «Raíz del viento», nos son ya bastante familiares.

No hubo por parte de Moncloa ninguna imposición ni se pidió la obra de un creador concreto. El Reina Sofía sugirió nombres y obras que se aceptaron. Es el caso de la que más secretos guarda de la Sala Tàpies. «Cuando entramos en ella sabíamos que lo hacíamos en un espacio de acogida y recepción, pues ése es el cometido de la sala. Y era la sensación que debían transmitir las obras. No debía primar únicamente el criterio estético. Nosotros propusimos los dos lienzos de Vicente, “Inside”, que es el que ha salido fotografiado cientos de veces, y “The Rise” (El ascenso), de 1989. Como este pintor está bastante bien representado en el Reina Sofía, no había ningún inconveniente en prestar obra suya, pues él ya está expuesto en sala», señala. Las dos, que tienen medidas bastante similares (162 x 132 una y 162 x 137 la otra) entraron en el Reina Sofía en 1997 como parte de una donación del autor, que falleció en enero de 2001 en Estados Unidos y de quien se levanta en Segovia un imponente museo.

Colectiva con Barceló

«Inside» era una obra perfecta por la combinación de colores, azul y naranja, que transmiten una sensación de calidez que era la que se debía lograr. Los dos Esteban Vicente sustituyeron a la obra gráfica de Miró, de primera calidad. ¿No están representados Dalí y Picasso, por ejemplo? «Son piezas que no son prestables, aunque a ambos los valoran mucho desde Presidencia», matiza Nogales. La sensación de serenidad y calidez estaba conseguida, «además estamos ante dos telas magníficas que cumplían a la perfeción con lo que buscaban. Una obra quizá más expresiva no hubiese respondido a esos parámetros», añade.

En la sala del Consejo de Ministros aprovecharon la «retirada» en tropel de Miró, que era el rey con Rodríguez Zapatero, para dar un giro y montar una exposición colectiva y coral con voces y pinceles tan diferentes como los de Tàpies, Palazuelo, Vicente, Guerrero, Barceló y Miró (del que se mantuvo representación). Explica el conservador que el depósito firmado con Moncloa está «absolutamente regularizado. Se somete a revisiones periódicas una vez al año, además se realizan rotaciones y personal de restauración se desplaza para comprobar que las piezas están en perfecto estado. La obra sobre papel ha de descolgarse cada cierto tiempo porque no puede estar –por su innata fragilidad– sometida a exposiciones excesivamente prolongadas. Jamás ha habido una incidencia con Moncloa», relata. Imposible decantarse por una pieza en concreto; sin embargo, destaca, por ejemplo, la presencia de Madoz por lo inusual de la fotografía, o de «un Chillida estupendo de nuestra colección, que es la colección de todos, del patrimonio español». El depósito se va renovando cada cinco años, de ahí que haya llegado el turno de acometerlo ahora que se cumple una década desde la llegada de Rajoy «y no se prevén cambios en ese sentido», dice Nadales, que desea subrayar que a cada cierto tiempo las obras deben descansar para su buena conservación preventiva.

En cuanto al Palacio de la Moncloa la obra que se presta, que nunca es la que está expuesta en las salas, sino la que está en los almacenes, se encuentra en espacios de la vivienda donde se celebran actos oficiales y que son áreas de trabajo, no en zonas privadas.