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Cine

"Esto va a doler": Christos Nikou desnuda los algoritmos del amor

Jessie Buckley, Riz Ahmed y Jeremy Allen White protagonizan "Esto va a doler" ("Fingernails"), el nuevo trabajo del director griego para AppleTV+

"Esto va a doler": Christos Nikou desnuda los algoritmos del amor
"Esto va a doler": Christos Nikou desnuda los algoritmos del amorAPPLE

Aunque no venga mal para el (maldito) posicionamiento, bien se puede explicar una película como "Esto va a doler" ("Fingernails") a través de una canción de la omnipresente Taylor Swift. En "Mastermind", la reina Midas de la canción contemporánea se confiesa: "¿Y si te dijera que nada fue accidental? (...) ¿Y si aquella primera noche en la que me viste, ya sabía que quería tu cuerpo?", se pregunta retórica la diva, explicando en realidad una sensación de cálculo contemporánea: tenemos tan poco tiempo para nosotros mismos que las pasiones, cuando son románticas, sexoafectivas o como demonios le llamen los jóvenes ahora, se vuelven búsquedas casi algorítmicas.

En la era de la singularidad, cuando es difícil diferenciar la inteligencia artificial de la natural (o de lo que queda de ella), el director griego Christos Nikou deconstruye la comedia romántica para hacernos vibrar la patata en una de las películas del año. La idea es simple: ¿Y si una prueba biológica, comparando las uñas de una pareja, nos diera un porcentaje exacto de compatibilidad? De la mano de una espectacular Jessie Buckley ("Estoy pensando en dejarlo"), el ganador del Oscar, Riz Ahmed ("Sound of Metal"), y Jeremy Allen White ("The Bear" y, dicen los que saben, último ligue de Rosalía), el director se encarga de explorar la universalidad de las mariposas en el estómago (y también su muerte). Sobre su -a veces cursi, a veces trascendental- película, la importancia de un elenco tan relevante en el panorama internacional, y todas las cosas del amar, Nikou respondía a LA RAZÓN en el último Festival de San Sebastián. "Esto va a doler" ya está disponible en AppleTV+.

Jeremy Allen White en "Esto va a doler" ("Fingernails")
Jeremy Allen White en "Esto va a doler" ("Fingernails")APPLE

-PREGUNTA.¿De dónde viene la idea, quizá de los procesos dolorosos que rodean al amor algunas veces?

-RESPUESTA. Llevo obsesionado con la idea del amor, de qué es exactamente el amor, durante años. Todo eso lo volqué en la película a la hora de escribir el guion. Quería saber cómo podemos sentir lo mismo desde posiciones tan distintas. Cómo el amor que yo he sentido es el mismo que encuentra la gente más joven en una app de ligar, por ejemplo. He intentado comentar esa textualidad del amor, sin dar tampoco una respuesta clara. La única respuesta que hay, creo, es que el amor puede ser doloroso pero es jodidamente fantástico cuando es correspondido. Por eso la última frase de la película... y el título en español. Hay una idea ahí, quizá, de equiparar el dolor que se siente cuanto te arrancan una uña con el del desamor.

-Quería preguntarle por la paleta de colores, por el extraordinario diseño de producción de la película que la separa del tiempo y del espacio. Funciona, un poco, como en las primeras películas de Cronenberg...

-Queríamos crear algo atemporal. El amor es atemporal, así que así tenía que ser la película. No podíamos ceñirnos a la modernidad, porque el comentario de la película también se acerca a cómo cambia, tecnológicamente, nuestra manera de experimentar el amor con el paso del tiempo. Era más fácil mostrar eso prescindiendo de la tecnología, prescindiendo de la modernidad y mirar hacia el tiempo inmediatamente anterior a Internet. Así llegábamos a la sensación de "qué pasaría si..." que inunda la película. De hecho, el único elemento tecnológico es el microondas que da las respuestas sobre el amor.

-Ya sabíamos que Jessie Buckley y Riz Ahmed eran "indie darlings", actores sólidos, pero, ¿cómo ha sido la experiencia con Jeremy Allen White? Es su primer gran rol en cine...

-Es divertido lo de los "indie darlings", porque es totalmente cierto. En parte, les cogimos por eso, porque queríamos jugar con esa sensación de familiaridad y sabíamos que ellos podían lograr una gran química. Lo peligroso aquí era, realmente, el casting del personaje de Jeremy, porque puede resultar antipático, interponiéndose sin querer en el camino del amor. O de otro amor. Queríamos a alguien con una presencia física fuerte, y justo se estrenó "The Bear". Es un actor de una sola toma, lo borda siempre. Y entendió de inmediato el tono de la película. Estoy deseando trabajar en mi siguiente película con él.

-Las nuevas generaciones, además de sufrir de ansiedad por lo incierto en no encontrar pareja, suman a ello una cuestión productiva. "No perder el tiempo" se está convirtiendo en algo que puede poner fin a una relación romántica. ¿Ha permeado eso la película de algún modo?

-La culpa, como de todo, es de Internet (ríe). El uso de apps y de sistemas algorítmicos, de algún modo, nos está llevando a emociones que se parecen mucho a la comida rápida. ¿Por qué? Antes, cuando uno quería escuchar una canción, tenía que levantarse pronto, ir a una tienda, comprar el disco, volver y pasar por un proceso de anticipación que se podía disfrutar. Ahora todo está en un clic. Es más democrático y más fácil, pero se acelera demasiado. Estamos dejando de invertir tiempo en lo que nos importa, el amor incluido. Perder el tiempo es lo maravilloso de la vida y del amor. Joder, si hiciéramos las fotos bien a la primera, se hubieran perdido miles de fotos humanas, reales, instintivas. El arte es error, y el amor es arte (ríe). Espero que esa frase no haga a la gente huir de la película.

-En un porcentaje matemático, ¿cuánto hay de sus propias experiencias románticas en la película?

-Yo diría que... casi todo. La película está llena de piezas que, en algún momento, han sido yo.

-En la película, los científicos estudian cómo las comedias románticas van dando forma a nuestras expectativas románticas. ¿Estamos demasiado expuestos a las narrativas de la ficción a la hora de encontrar el amor?

-Al cien por ciento. Joder, cuando terminé de ver "Antes del amanecer", quería encontrarme en cada tren con el amor de mi vida. Y eso es ridículo. No tiene ningún sentido. Pero es parte de su encanto, ¿no? Hacernos creer, hacernos imaginar posibilidades distintas a la realidad. Por otra parte, no tenemos que caer en esa romantización, hay que soñar pero nunca despiertos.

-¿Estaría contento si definimos el amor como la ausencia de miedo por exposición?

-Totalmente. Cuando estás enamorado, lo ridículo no existe. Te sientes invisible en la máxima visibilidad. Eso es el amor, sí.

-¿Qué viene ahora?

-Es un proyecto un poco extraño, pero estoy trabajando en un guion sobre un grupo de extras que comienzan a participar en películas famosas de los ochenta.