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Falcones busca el «preflamenco»

El novelista viaja al siglo XVIII en su nueva novela, «La reina descalza»

La Razón
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Es el Madrid de los pícaros y los golfos; de los manolos y las callejas estrechas. A Ildefonso Falcones le gusta viajar en el tiempo y en la geografía. Con «La catedral del mar» retrocedió a la Barcelona del siglo XIV; con «La mano de Fátima», a la Córdoba del XVI, y con su última novela, «La reina descalza» (Grijalbo), al Madrid del siglo XVIII. Tres épocas y tres ciudades en momentos diferentes. Pero en esta ocasión no existen los sillares de una arquitectura de fondo, ni el decorado de una dramática situación política, sino la música como hilo argumental. Ese «preflamenco», que nace en una centuria convulsa, de represiones y oprimidos, de prejuicios y esclavitud. «La música era el único mecanismo para exteriorizar los sufrimientos. A los oprimidos sólo se les permite cantar, no hablar», asegura el escritor. Si en su anterior novela abordó la expulsión de los judíos, en esta ocasión se aproxima a la represión que padeció otra minoría: la raza gitana. «En 1748, Fernando VI y el Marqués de la Ensenada decidieron acabar con ellos. Se les detuvo a todos. Hombres, niños y mujeres. A ellos se les envió a los barcos; a ellas, a las cárceles. Al separarlos se aseguraba que no tendrían hijos. Pero hubo un error. Sólo se detuvieron en los gitanos de las ciudades, no a los de verdad, los trashumantes».

A partir de aquí, Falcones, cuyas dos primeras novelas han vendido 7 millones de ejemplares y han sido traducidas a 40 países, construye el drama de una mujer calé del barrio de Triana, Milagros, y de una esclava proveniente de Cuba, Caridad. Dos temperamentos femeninos que deberán afrontar las injusticias y defectos de aquella España dieciochesca. En medio quedará el contrabando de tabaco, otro de los ejes de esta obra, y el flamenco. «La música flamenca se fundamenta en el dolor. Yo hablo del nacimiento de lo que los expertos llaman "preflamenco", que es de donde viene el alma del flamenco. Ya entonces hay un cante muy hondo. Es una explosión de sensibilidad alrededor de la música», explica Falcones en Villa Rosa, el tablao madrileño donde presentó ayer la novela. El autor, que está convencido de que será difícil repetir la apoteosis de «La catedral del mar», remarcó que esta obra es «un canto a la libertad por encima de todo».