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"El fantástico caso del Golem": pianos contra el proselitismo

Burnin' Percebes presentan en Málaga su proyecto más ambicioso hasta la fecha, protagonizado por Brays Efe, Bruna Cusí y Javier Botet, con Anna Castillo y Luis Tosar

"El fantástico caso del Golem" es la cuarta película de los Burnin' Percebes tras "La reina de los lagartos"
"El fantástico caso del Golem" es la cuarta película de los Burnin' Percebes tras "La reina de los lagartos"SIDERAL CINEMASIDERAL CINEMA

No hay nadie en el cine español que esté haciendo lo que los Burnin' Percebes. Absolutamente nadie. Y eso, claro, podría ser algo muy bueno o algo muy malo. Y es ambas cosas. Nando Martínez y Juan González juegan en una liga tan arriesgada como beneficiosa, la de los versos libres. Nadie hace en el cine español lo que hacen ellos, y eso es tremendamente positivo porque nos permite disfrutar de su cine, aparentemente despreocupado, matemáticamente estiloso, sin que las comparaciones opaquen ningún mérito. Pero es que nadie hace en el cine español lo que hacen ellos, privándonos de disfrutar de alteridades que no se limiten únicamente a lo narrativo, a lo identitario o a lo coyuntural.

Por eso mismo, en cuanto se supo que su "El fantástico caso del Golem" iría a la Sección Oficial del Festival de Málaga, las preguntas se podían centrar en la dimensión. ¿Están listos para dar ese salto estético que ya anticipaba "La reina de los lagartos"? ¿Serían capaces de volver a una comedia más situacional, dejando atrás el posthumor de "Searching for Meritxell"? E incluso, uno se podía preguntar: ¿se puede aspirar a hacer un cine distinto, optando por los cauces a los que obliga una distribución masiva en un mercado como el español? Se puede, y su nueva película triunfa en el intento.

No hay que ser ningún genio para entender que un filme en el que Anna Castillo muere aplastada por un piano tras recriminarle a Brays Efe que le ha dado un pañuelo con olor a fuet, lleno de lo que su personaje identifica como semen seco, no es para todo el mundo. Pero es que no debería serlo. El café, por mucho que sea para muy cafeteros, implica un gusto, un brebaje lento y una decisión editorial, incluso como espectador. Porque tampoco hay que ser ningún genio para entender que un filme que comienza homenajeando a la dantesca "The Room" (2003) no va a preocuparse demasiado por el proselitismo. "El fantástico caso del Golem", quizá no la más sólida pero sí la propuesta más original y radical (dentro de su cálculo) de cuantas se han visto estos días en la Costa del Sol, es un filme tan grácil como volátil, tan bien orquestado como trabajado en su sucesión de no lugares, de no sketches.

Brays Efe (izda.) y Bruna Cusí en "El fantástico caso del Golem"
Brays Efe (izda.) y Bruna Cusí en "El fantástico caso del Golem"SIDERAL CINEMASIDERAL CINEMA

Ideado como el más lujoso de los artículos de broma, como si el paroxismo fuera el patio de recreo de los directores, la película no intenta en ningún momento forzar la máquina. A su ritmo, teniendo en cuenta que la originalidad y el agotamiento no están tan lejos, los Burnin' Percebes construyen una película en forma de regalo para los ojos. La actitud de Efe, aquí un post-adolescente infinito que no quiere tener la responsabilidad de nada, se proyecta como una antítesis de quien está realmente detrás de la película, cuidándola, mimándola, encargándose de presentarla como un objeto al que apreciar, pese a lo alocado, lo libre de su contenido.

Y es justo ahí donde la esencia de "El fantástico caso del Golem" da con la sonrisa de Bruna Cusí. Su personaje, a medio camino entre una mujer decidida de esas que escribe Wes Anderson y una especie de anti-personaje de Nora Ephron, es la válvula de escape del filme. Quizá no sea tan serio o tan trascendental, pero la articulación del último acto en torno a su figura, salva al proyecto de caer en la repetición y, sobre todo, de la amenaza de la que los Burnin' siguen, de momento, escapando con vida: pasárselo mejor ellos que sus espectadores.

Cuando todo es imaginación, cuando lo artístico y lo narrativo se encuentran, la película brilla. Y lo hace gracias a un Tosar desinhibido sin tener que estar persiguiendo a nadie pistola en mano, con un Botet siempre disfrutable ya sin prótesis, y con unos directores que saben exactamente hacia donde nos quieren llevar, pero que tampoco van a insistir demasiado a quienes no quieran acompañarles. Y es triste, en realidad, llegar al final de "El fantástico caso del Golem". No por la película, que comienza a crecer una vez ruedan los créditos, sino por la constatación cómicamente empírica de que nadie está haciendo en España lo que hacen los Burnin' Percebes. ¿O eso era lo bueno?