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Crítica de clásica

'Faust', en Les Arts: ceremonia de confusión

Mientras el Teatro Real abre temporada con la reposición del 'Otello' de hace una década, el Palau lo hace con una nueva coproducción precisamente con el Real, junto a la Scala y la Staatsoper berlinesa

Imágenes del ensayo general de 'Faust', en Les Arts
Imágenes del ensayo general de 'Faust', en Les ArtsMiguel Lorenzo / Mikel Ponce

'Faust', de Gounod. Iván Ayón-Rivas (Faust), Alex Esposito (Méphistophélès), Ruth Iniesta (Marguerite), Florian Sempey (Valentín), Bryan Sala (Wagner), Ekaterine Buachidze (Siebel), Gemma Coma-Alabert (Marthe), Cor de la Generalitat Valenciana, Orquestra de la Comunitat Valenciana. Dirección musical: Lorenzo Viotti. Dirección de escena: Johannes Erath. Palau de Les Arts, Valencia, 5-X-2025

No deja de sorprender que, mientras el Teatro Real abre temporada con la reposición de una coproducción de Otello de hace una década, el Palau de Les Arts lo hace con una nueva coproducción precisamente con el Real junto a la Scala y la Staatsoper berlinesa.

Johannes Erath, responsable escénico de la misma, ya dirigió en 2022 unos Cuentos de Hoffmann muy aplaudidos y ahora realiza una labor absolutamente sorprendente, tanto que, a quien escribe estas líneas a la salida de la representación le deja K.O., sin saber si Erath es un genio o un farsante. Buena parte de la acción se desarrolla en un circo, algo discutible, pero hemos visto ideas peores. Es, en cualquier caso, lo de menos.

La regia que pone de relieve las dualidades, los espejos que refrendan identidades y una potente imaginería visual. En toda la escena domina el concepto de “dobles” y algunos de los personajes, fundamentalmente Margarita, tienen un doble actor, hasta el punto de que uno no llega a saber cuál de los dos está cantando. Ella es una especie de bailarina y su hermano, Valentín, un payaso que se va a la guerra y juega con un cuchillo. Mefistófeles se convierte en Papa, con ropa interior muy llamativa, y aparece tocando el órgano en una escena impactante que preludia las que vendrán después del segundo y absurdo descanso en nuestros tiempos, pero que parece precisa la producción.

Es también la larga hora entre ambos, a pesar de la buena dirección de Lorenzo Viotti. El desconcierto, al margen de los “dobles”, cundía por otros lados. Marta es una monja, toca incluida, que permanece, como algún figurante, prácticamente siempre en escena. En un momento determinado Mefistófeles le dice que su marido ha fallecido... La confusión para el espectador que conoce la obra es total en la última hora y cuarto.

No se ve, sino que sólo se oye, la vuelta de los soldados de la guerra, hasta que un formidable juego de velos, telones, proyecciones y luces -magnífico el trabajo del iluminador- les hace aparecer. La música se ofrece íntegra, hasta con las danzas en el reino del diablo, a pesar de que no sean tales sino, por ejemplo, un juego de cartas entre Margarita y Mefistófeles jugándose no se sabe qué.

Sorprendente, inquietante e impactante todo, posiblemente absurdo, pero sin duda con un enorme trabajo detrás. Mejores de ideas que dividen las opiniones. Le pregunté al acabar al compañero crítico que tenía al lado: “¿Qué ópera hemos venido a ver? ¿No era Fausto?”. Estaba tan asombrado como yo.

Exceso de actuación

Viotti efectúa una muy apreciable labor, con sobresalientes prestaciones de orquesta y coro. Mantiene el pulso, subraya los efectos escénicos y deja que se escuche siempre a los cantantes, que ya tienen bastante con el exceso de actuación al que les exige Erath.

Ruth Iniesta recordará siempre esta producción, que le obliga a dar lo mejor de sí misma, que es mucho. Posiblemente la canción del Rey de Thulé o la conocida aria de las joyas le vayan más a una soprano más ligera, pero está impecable a partir de ahí, redondeando el trío final.

Fausto demanda un mayor peso vocal que el de Iván Ayón-Rivas, pero no hay nada que reprochar significativamente a su interpretación, ¡salvo quizá su reserva en el aria “Saut!, demure chaste e pure” a fin de exagerar el do final que acaba en un medio falsete. Alex Espósito dibuja con sólido Mefistófeles escénico apoyado por la calidad, manejo y caudal de su voz.

Muy correctos tanto el Valentín del barítono Florian Sempey como el Siebel de Ekaterine Buachidze, y, a tono, el Wagner de Bryan Sala y la Marta de Gemma Coma-Albert. Una representación muy bien recibida el segundo día y profundamente perturbadora. ¿Confusión de un regista que derrocha ideas o de algunos espectadores que no llegamos a entenderlas?