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Música clásica

Festival de Bayreuth: de un pasado nazi a la crisis de 2020

Esta edición del certamen, que abrió en 1876 de la mano de Richard Wagner, la inaugura la batuta de Pablo Heras-Casado

Desde 1876 tiene lugar en el teatro Festspielhaus de Bayreuth el icónico festival de música clásica
Desde 1876 tiene lugar en el teatro Festspielhaus de Bayreuth el icónico festival de música clásicaJochen Quast/HOAgencia EFE

El 13 de agosto de 1876 abrió sus puertas el primer Festival de Bayreuth. Lo hizo con la “Tetralogía”, aunque sus dos primeras jornadas se habían ofrecido ya en Munich. La gran ambición de Richard Wagner se había cumplido: lograba tener su propio teatro para estrenas sus óperas. Había dejado la capital bávara por algunas desavenencias con su gran protector, Ludwig II, y encontrado una ciudad que le venía bien, entre otras razones porque había vendido los derechos de sus partituras en muchos lander para resolver problemas financieros y necesitaba sitios en donde poderlas representar cobrando. Bayreuth era un lugar adecuado, aunque la Ópera del Margrave no reunía las condiciones para sus ambiciones. Puso en marcha una gran operación de captación de fondos a través de amigos, sociedades wagnerianas y el propio Bismarck, quien acabó por no apoyarle. Tuvo que volver al redil de Ludwig II para lograr su sueño. Allí estrenaría “Parsifal” (1882) asumiendo él mismo la dirección escénica y tomando la batuta al final del último acto en la última de las dieciséis funciones.

Desde aquella fecha inicial de 1882 siempre ha estado el apellido Wagner ligado al festival. Tras la muerte de Wagner en 1883, fue su viuda, Cosima, la encargada de dirigirlo, debiendo hacer frente a problemas financieros. Ella misma asumió muchas de las direcciones escénicas. Al enfermar, en 1909, cedió el mando a su hijo Siegfried, que “modernizó” la escena, transformando los telones pintados en algo más corpóreo. La Primera Guerra Mundial supuso la suspensión durante diez años. A partir de 1924 se abrió a los directores musicales, escénicos y cantantes extranjeros. Entre ellos Toscanini. Un infarto en 1930 hizo que la dirección pasase a su viuda Winifred, quien centró en las tareas administrativas y se alejó de las escénicas. En su periodo aterrizó Furtwängler para rivalizar con Toscanini. También es el controvertido periodo de la amistad con Hitler, quien fue padrino de sus hijos Wieland y Wolfgang. Para conmemorar los 50 años de la muerte de Wagner se tocó como excepción la “Novena” beethoveniana. En agosto de 1944 se cerró el teatro, la casa familiar (Wahnfried) acabó en ruinas la familia huyó tras la ocupación por los americanos.

En 1951, tras la cesión por parte de Winifred de los derechos wagnerianos a sus hijos y tras un proceso de desnazificación, el teatro volvió a abrir sus puertas nuevamente bajo el mando de la familia: Wieland se ocupaba de lo artístico y Wolfgang de la administrativo. Furtwängler, Knappertsbusch, Clemens Krauss, Keilberth, Karajan y Wilhelm Pitz, entre otros, se convirtieron en referencias.

“¿Por qué Herbert von Karajan dejó de dirigir en Bayreuth en la década de los 50?”, se preguntó el antiguo secretario general del Festival de Salzburgo, Franz Willnauer. A pesar del éxito cosechado por Karajan con su versión de ‘Los Maestros cantores’ y ‘Tristán e Isolda’ en el Festival de Bayreuth, el maestro decidió ausentarse del foso de Bayreuth para siempre desde 1952. Este gesto fue imperdonable para el entonces director del Festival de Bayreuth, Wieland Wagner, quien reprochó al director que sus ensayos estaban contaminados por el aburrimiento y el deterioro de su sonido. ¿Acaso Karajan era menos hábil para dirigir el repertorio wagneriano o simplemente quería causar esa impresión?

En 1967, Karajan dirigió con un éxito abrumador un Anillo de los Nibelungos en el Festival de Pascua de Salzburgo, probando la equivocación de Wieland Wagner – o su provocación hacia él -. Así, con esta actuación, Karajan introducía astutamente el repertorio de Wagner en Salzburgo evitando las coincidencias con Bayreuth: dirigiría Wagner solo en Pascua, dando origen así al Festival de Pascua del Festival de Salzburgo.

Wieland sufrió abucheos al empezar una revolución que cambió los conceptos escénicos en todo el mundo al vaciar escenarios e introducir la primacía de las luces, apoyado por una gran generación de maestros y cantantes. Grace Bumbry (1961) fue la primera cantante de color y Victoria de los Angeles la primera artista española en Bayreuth. Una época gloriosa, que se truncó tras el imprevisto fallecimiento de Wieland por un cáncer. Wolfgang le sucedió en todo, pero no pudo igualarle en lo artístico. La Fundación Richard Wagner asumió en 1973 el festival y sus propiedades y la familia tuvo que admitir en ella a miembros nombrados por el Estado. Tras otra época gloriosa con nombres como Chéreau, Ponnelle, Peter Hall, Götz Friedrich, Harry Kupfer, Werner Herzog, August Everding, Horst Stein, Colin Davis, Georg Solti, Daniel Barenboim, James Levine o Carlos Kleiber.

Tuve oportunidad de cenar con Wolfgang Wagner y su segunda mujer, Gudrun, en el propio teatro a finales de la década de los 2000. Él estaba en plena decadencia y Gudrun llevó la voz cantante durante toda la cena, como lo hacía en el teatro. La situación se volvió insostenible. Gudrun murió en 2007, Wolfgang se retiró en 2008 y el ministro de cultura alemán entregó la dirección del festival a sus hijas Eva Wagner-Pasquier y Katharina Wagner. Esta última nombró a a Thielemann como director musical, cargo hasta entonces inexistente, llegando las controversias con otros directores. Andris Nelsons abandonó el festival en un arrebato en 2016 sin que nunca explicara las razones, aunque el comentario general fue su mala relación con Thielemann. En estos años se vivieron otras espantadas como las de Roberto Alagna o Angela Denoke.

2013 fue el año del aniversario, y el Festspielhaus estuvo cubierto con andamios. Para celebrar el centenario, Frank Castorf fue escogido para producir el ciclo del ‘Anillo’. Si bien el público aplaudió fuertemente al director Kirill Petrenko, la producción fue abucheada. Fue lo que vieron y no la calidad musical lo que causó su disgusto. A pesar de la tendencia más tradicional o innovadora del público, la producción del ciclo fue tan incoherente que sorprendió al auditorio.

La influencia de Wagner

Eva se retiró en 2015 y Katharina se quedó con todo, ayudada por personal administrativo y con la obsesión por emular a sus antepasados con sus propias producciones escénicas, aunque sin conseguirlo y entrando el festival en una clara decadencia. En 2020, coincidiendo con la pandemia, una seria enfermedad obligó a Katharina a retirarse, aunque volvió un año después. Bayreuth ha ido perdiendo “caché” desde que Katharina Wagner sucedió a su padre Wolfgang. Ni sus regias ni sus decisiones han supuesto algo positivo para el festival wagneriano. ¿Acaso en otros tiempos habría podido Plácido Domingo dirigir la “Walkiria”?

En 2019 pareció que iba a producirse la toma del festival por los rusos. Valeri Gergiev y Semión Bichkov, junto a la soprano Anna Netrebko, componían parte de lo más destacado de la edición, pero se veía venir: el descontento contra Gergiev estaba muy extendido por Bayreuth tras su deficiente dirección de “Tannhäuser”, los músicos de la orquesta, los artistas, la administración, los críticos… y hasta el propio Thielemann. El director ruso había pasado de ensayar por la acumulación de actuaciones en Bayreuth y Salzburgo y los resultados fueron bastante penosos a juicio de casi todos. Según fuentes próximas al festival, Thielemann habría llamado personalmente a Gergiev para transmitirle que la noche anterior a su próximo “Tannhäuser” dormía en Bayreuth o dirigiría él. Que no era cuestión de estar un día en Bayreuth y otro en Salzburgo. Thielemann estuvo en el foso místico al frente de la ópera el primer día. La organización lo justificó oficialmente como que Gergiev se ha tenido que marchar a Rusia por el sepelio de su madre y que volvería. Ambos factores coincidieron y Thielemann no tuvo más remedio que admitir su vuelta para una función posterior. De la anunciada Netrebko nunca más se supo.

En 2020 sí se supo que el Festival perdió 15 millones de euros, un 65% de su presupuesto y el Covid obligó a suspender el Festival. En 2021 la ministra de Cultura trasladó su inquietud por la competencia del equipo de dirección y las medidas que se planteaban para adaptar el festival a las exigencias del público, a lo que la bisnieta de Wagner respondió: “Me complace saber que en este momento, la ministra Monika Grütters, a pesar de las dificultades que estamos atravesando, invite a renovar las estructuras que yo he cuestionado hace tiempo para permitir que el Festival, sus empleados y su dirección sigan trabajando de forma eficaz y al más alto nivel artístico”.

Lo cierto es que bien podría suceder que el Festival de Bayreuth acabase sin la influencia de la familia Wagner, al menos a nivel de gestión, aunque aún quedan nombres en el tintero…

Esta edición la abrirá el día 25 Pablo Heras-Casado con “Parsifal”. El maestro, primer director español -sin contar a Domingo- en el podio del Festspielhaus, debuta en Bayreuth con una nueva producción de Jay Scheib en la que participan Joseph Calleja y Elīna Garanča.

EL CARTEL

►«Das Rheingold». Del 26 de julio al 21 de agosto. Dirección musical: Pietari Inkinen.

►«Die Walküre». Del 27 de julio al 22 de agosto. Dirección musical: Pietari Inkinen.

►«Tannhaüser». Del 28 de julio al 28 de agosto. Dirección musical: Nathalie Stutzmann.

►«Siegried». Del 29 de julio al 24 de agosto. Dirección musical: Pietari Inkinen.

►«Tristan und Isolda». Del 3 al 13 de agosto. Dirección musical: Markus Poschner