Francisco Martínez: «En España somos del conmigo o contra mí»
En «El indigenismo (La Historia De...) (Cátedra), que ya está en preventa aunque se publicará en enero del próximo año, reconstruye una historia repleta de matices y contradicciones.
En «El indigenismo (La Historia De...)» (Cátedra), que ya está en preventa aunque se publicará en enero del próximo año, reconstruye una historia repleta de matices y contradicciones.
Francisco Martínez es una de esas personas que todavía escribe Historia con mayúscula. Habla de ella con la honradez y humildad de quienes se rinden ante las evidencias y dinamitan los prejuicios previos al estudio de los hechos. Ha leído y escrito mucho, pero sólo sabe que no sabe nada, como Sócrates. Los protagonistas de su último libro, «El indigenismo (La Historia De...)», que saldrá a la venta en enero, son los indigenistas que pensaban en la problemática indígena sin serlo.
–¿Qué nos enseña su libro?
–Que el indigenismo es plural y variado. Algunos lo han defendido desde posiciones paternalistas para explicar que son como nosotros. Otros lo han defendido desde el punto de vista de que su cultura es superior a la occidental. Todas las culturas tienen cosas buenas y malas. Hay que evitar los esencialismos.
–Si tuviera que destacar lo más positivo de su cultura...
–El respeto que muestran hacia los ancianos. Los indígenas no entienden que los metamos en residencias.
–¿Se puede ser un indígena sin vestir con taparrabos?
–Por supuesto. Los hay que viven en las ciudades y tienen un doctorado. Indígenas son los descendientes de los pueblos prehispánicos.
–Dígame el nombre de un indígena en la actualidad.
–Evo Morales. Usamos el término desde el punto de vista racial, lo que me parece un error. El concepto es cultural.
–¿Cuánto ha tenido que hacer el indio para escribir este libro?
–(Risas) Bastante. Lo he escrito fuera de horarios de trabajo, por lo que he tenido que dormir poco, comprar libros especializados con mi propio dinero y familiarizarme con una amplia bibliografía.
–Y, seguro, llena de matices.
–El indigenismo, en general, no es la voz de los indígenas, sino del discurso que se ha hecho de ellos. Hay quienes dicen que son gente atrasada y que si los incorporáramos a la sociedad occidental les haríamos un favor. Nosotros solemos ponernos en una posición de superioridad. Hay tantos matices por la variedad de ideologías que han afrontado el tema.
–¿Por qué le interesa a usted tanto América?
–Porque la historia de España no puede entenderse sin América. Aunque, desgraciadamente, vivimos de espaldas a la realidad americana.
–¿Y si Colon no la hubiera descubierto?
–Lo hubiesen hecho otros navegantes años más tarde.
–¿América se descubrió o se conquistó?
–Si por descubrimiento entendemos que un colectivo halla un territorio y cultura que no conocía, se descubrió. Pero es cierto que quienes estaban allí no necesitaban que les descubrieran. En parte, los españoles en América hicieron algunas barbaridades. Sin embargo, Felipe II mandó, en caso de igualdad de delito, castigar con más severidad a un español que a un indígena. El descubrimiento de América nos debería hacer reflexionar sobre la necesidad de respetar el pluralismo, porque ninguna cultura es homogénea. En cualquier caso, en realidad, quienes hicieron la conquista fueron los indígenas.
–¿España hizo más grande el mundo?
–Sin que eso implique un juicio de valor, es algo obvio. Nada tiene que ver el mundo previo a 1492, centrado en Europa, Asia y África, con el posterior. Algunos cronistas han dicho que aquel fue el acontecimiento más grande desde la pasión de Jesucristo.
–¿Usted cuánto sabe de Historia?
–Poco. Creía que sabía algo cuando tenía 10 años. Después de leer miles de libros y de escribir tanto me he dado cuenta de lo que poco que sé. Como dijo Sócrates, sólo sé que no sé nada.
–¿Qué sabe de Historia la persona que más sabe?
–Los conocimientos son importantes, pero hay que distinguirlos de la sabiduría. La Historia aporta actitudes, la humildad que se necesita cuando se estudia un mundo que no es el tuyo y se intenta reconstruir con las fuentes que se tengan al alcance, que siempre serán incompletas. No hay constancia escrita de todo. Por eso nuestro conocimiento siempre resultará limitado. A mí, por ejemplo, me ha dado la capacidad de ponerme en el lugar de otros, de entender otros mundos, de ser más tolerante y respetuoso.
–Pues en España suspendemos esa asignatura.
–Desde luego. Porque nos disgusta el matiz. Todo tiene que ser blanco o negro. El que no está conmigo está contra mí. Yo, cuando termino un libro, acabo con unas ideas muy distintas a las que tenía cuando lo empecé. Tras acudir a las fuentes, los prejuicios saltan por los aires. Hay que rendirse ante las evidencias, con honradez. El relato no debe ser como nos hubiera gustado que ocurrieran los hechos sino como realmente ocurrieron, según las pruebas que tengamos en la mano.
–¿Y cuál es la historia de la Historia que más le conmueve?
–(Piensa) La de los españoles del siglo XVI que en un momento en el que lo más fácil era decir que los indígenas no eran seres humanos dijeron lo contrario y se la jugaron para defender sus derechos.