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Gabino Diego: «En el Parlament se hace mucho teatro»

Protagoniza «El intercambio» en el Teatro Príncipe Gran Vía de Madrid

Gabino Diego
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Protagoniza «El intercambio» en el Teatro Príncipe Gran Vía de Madrid.

Gabino Diego, aquel jovenzuelo de «Las bicicletas son para el verano» (1984) de Chávarri que se hizo «El viaje a ninguna parte» con Fernando Fernán Gómez y se convirtió en personalidad con el Goya de «¡Ay, Carmela!», dirigido por Carlos Saura, fue también un espectacular «Rey pasmado» con Imanol Uribe. Esos son solo algunos de sus títulos más sonoros, pero tiene en su haber muchos más, tanto en el cine como en el teatro, donde se encuentra en estos momentos con la obra «El intercambio», dirigida por Juan José Alfonso. Al repasar su trayectoria y ver su impresionante filmografía y un parón en el cine entre 2006 y 2016, le pregunto si ahora está más entregado a las tablas. «No. Hago las dos cosas. Podemos decir que comencé de alguna manera en el teatro, porque empecé tocando la guitarra en el metro, pero luego hice cine y después he seguido con teatro. Y también, en épocas, televisión. Cuando hay menos cine, el refugio de los actores es el teatro y la televisión». Lógico. El teatro, siempre en crisis, aguanta aunque sea tambaleándose durante los momentos buenos y los no tan buenos... «El teatro llevan diciendo que va a morir desde hace..., pero yo creo que no morirá nunca porque, como decía mi amigo Félix Rotaeta, “es la madre que siempre te acoge”».

Público femenino

Pueden venir modas, te puedes llevar mal con los directores y que no te llamen en cine o en televisión, pero siempre tienes el teatro para poder expresarte. Además, es el contacto directo con el público y tiene una cosa única y es que sucede aquí y ahora, cuando se cierran las puertas. Cada representación que le das al espectador es distinta a las demás y no tiene que ver con la del día anterior ni con la del siguiente. Eso es lo más maravilloso. «Lo que está claro es que el teatro tiene auténticos devotos. Aunque casi debería decir devotas...Cierto. A quien más le gusta el teatro es al público femenino. A veces ves grupos de veinte mujeres que se juntan para ver una obra y eso con los hombres no pasa, ellos son más de fútbol. Es más, quienes los arrastran a ver una función son las mujeres, que tienen otra sensibilidad».

Sensibilidad hacía falta en la política para que se bajara el IVA en el teatro, como se ha acordado ya en el cine. «Esperemos que bajen las entradas del cine porque la gente siente que está caro. Y, en cuanto al teatro, siempre se consideró que era un negocio de entretenimiento, pero es también cultura y es importante que se vea así, como en el resto de Europa». Lo del IVA, para muchos empresarios del sector, era un drama, pero parece que en el teatro suele funcionar mejor la comedia... «Bueno, yo no estoy tan seguro. Creo que la gente lo que quiere es entretenerse, emocionarse y da igual si es con drama o comedia. Además, si la comedia es buena suele llevar siempre un drama por debajo que hace que tenga más ternura. Y a veces para soportar un drama es fundamental que tenga comedia dentro. Creo que el público busca ver buenos trabajos y divertirse y emocionarse».

Por eso eligen obras interpretadas por Gabino Diego. Un actor fetiche. De los que suponen una garantía para muchos. Aunque, claro, tal vez sucede que, además de sus méritos, elige bien las obras en las que participa. Le pregunto por qué escogió «El intercambio». «El director, Juan José Alfonso, que había hecho “La cena de los idiotas” y lleva toda la vida en teatro, me dio este texto. Y cuando empecé a leerlo me moría de risa. Me pareció que contenía unas situaciones muy disparatadas y divertidas. Además, era de un au-
tor español, malagueño, que actúa también en la obra, y me pareció muy singular. Me gusta poder ayudar a que algo nuestro triunfe. Luego, a Teté Delgado también le encantó la obra y yo creo que hacemos muy buena pareja. Además, el reparto es un “all star” de comedia, porque son actores maravillosos, a los que la gente conoce de muchas series. El proyecto lo tenía todo para interesarme».

Incluido un intercambio de pareja, acordado en el matrimonio, que no sé si puede caber, como cualquier otra cosa, dentro de la pareja, siempre que se pacte. «¡Sí, hombre! –dice Gabino– Mientras se pacte y no se haga daño a un tercero, ni a la propia pareja, me parece que sí. O sea, yo a lo mejor, te lo digo sinceramente, no estoy preparado para esto, pero si la gente lo está, me parece muy bien». A lo mejor es que hay a quien le hace falta un intercambio para valorar a quien tiene al lado... «Es que el punto de partida de esta función es el intercambio de parejas, pero de lo que se habla es de los celos, de valorar a la persona que ha estado con nosotros durante quince años, de cómo meterte en un lío a veces puede complicarte la vida más que arreglártela...».

Gabino y el resto del elenco han estado girando con esta obra por toda España. En Madrid, en el teatro Príncipe Gran Vía, estarán, en principio, hasta diciembre. Y quiero saber si el sentido del humor es igual en toda la geografía española. «Pues mira, yo creo que tiene que ver con la función. Cuando vas a Mallorca te encuentras gente que dice: “Qué difícil es hacer reír a un mallorquín y lo habéis conseguido”. Y cuando vas a Cuenca te dicen que los conquenses tampoco lo hacen. Yo en todas partes me encuentro con gente que me dice que en su pueblo no se ríe nadie y luego sí con la función. Aparte hay públicos que parece que están más predispuestos a reírse como el de Sevilla, que a mí me resultan más difíciles».

Humor catalán

Le pregunto si en Cataluña se ríen igual, dentro y fuera del Parlament... «Cataluña tiene mucho sentido del humor, varios grupos de humor y de teatro importantes y una gran tradición teatral. A mí el humor catalán me encanta, tiene mucha influencia de toda España, de Andalucía, de Aragón... En cuanto al Parlament, pues allí, como en el Parlamento, se hace mucho teatro; pero también en las Naciones Unidas. Y, además, no quiero hablar de política». No es de extrañar. Le pido que lo haga de Hollywood, donde la película en la que él participó, «Belle Epoque», ganó el Oscar y donde trabajó en «Too Much», pero no se quedó. «Es que era muy difícil trabajar en Hollywood, y además había que vivir en Los Ángeles. A mí me gusta España, me gusta trabajar aquí». Eso será porque ninguna diva de Hollywood le tiró los tejos. ¿O sí? «Uy, sí, (risas) lo han intentado muchísimas, pero no he querido».