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Galeano, muere la conciencia crítica de América Latina

El escritor, periodista comprometido y autor de «Las venas abiertas de América Latina» fallece en Montevideo a los 74 años
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  • Diego Gándara

    Diego Gándara

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Hace casi quince años, cuando presentó en rueda de Prensa «Nocturno de Chile», Roberto Bolaño dijo, palabras más, palabras menos, que las revoluciones en América Latina habían fracasado debido a que Eduardo Galeano había vendido demasiados ejemplares de «Las venas abiertas de América Latina». La boutade del escritor chileno, referida al libro más emblemático del escritor uruguayo (fallecido ayer en Montevideo a los 74 años como consecuencia de un cáncer de pulmón) causó sorpresa y asombro, no sólo por la ironía de su declaración, sino porque fue uno de los pocos que se atrevió a decir lo que pensaba sobre una obra que fue una de las más representativas para la izquierda de ese continente. Nació en Montevideo en septiembre de 1940. Hijo de Eduardo Hughes Roosen y de Licia Ester Galeano Muñoz, Galeano eligió el nombre de su padre y el apellido de su madre para firmar sus artículos y sus libros. Aunque su primera vocación, como tantos niños criados en las calles de Montevideo, fue el fútbol, enseguida se dio cuenta de que lo suyo no era el arte del balón sino otra cosa: dibujar.

Salto a la prensa

Así, uno de sus primeros trabajos fue dedicarse a pintar carteles. Pese a la oposición de su familia, que era de clase media alta, durante un tiempo también trabajó como obrero en una fábrica de insecticidas, lo que lo acercó al periódico socialista «El Sol», donde, con apenas catorce años, se estrenó en el periodismo haciendo una caricatura política bajo el seudónimo «Gius». Su carrera en el periodismo uruguayo, a partir de entonces, fue meteórica, porque de inmediato pasó a la redacción del semanario «Marcha», donde llegó a ocupar el puesto de editor, y de allí al diario «Época», del que fue director con sólo veinticuatro años.
En aquel tiempo, tiempo en el que el periodismo comenzaba a utilizar recursos tomados de la literatura y viceversa, Galeano no pudo resistirse a la tentación de comenzar a escribir sus primeros textos de ficción, como por ejemplo «Los días siguientes», una novela corta que publicó en 1963 y que sería la punta de lanza de la inmensa obra que vendría después.
Atento a los vaivenes de un continente que comenzaba a despertar de un largo letargo, su espíritu aventurero lo llevó a indagar en la historia de América Latina, de la cual extrajo un libro escrito entre los 27 y los 31 años y que lo convirtió en un referente de la izquierda latinoamericana: «Las venas abiertas de América Latina», publicado 1971, libro en el que Galeano indaga en las causas de la explotación económica y hace un repaso de la dominación política del continente, desde la colonización europea hasta finales de la década del sesenta.
A raíz del golpe de Estado de Uruguay de 1973, tras el cual fue encarcelado, Galeano cruzó el Río de la Plata y se instaló en la otra orilla. En Buenos Aires fue el director de la revista cultural «Crisis», hasta que un nuevo golpe de Estado, esta vez perpetrado por las Fuerzas Armadas de Argentina en 1976, lo llevaron al exilio. Recaló en España, donde siguió indagando en la historia de Latinoamérica y escribió «Memoria del fuego», más de mil páginas que publicó entre 1982 y 1986 y de las cuales siempre se sintió orgulloso.
Siempre en la brecha
Casado en tres ocasiones, padre de tres hijos, en 1985 Galeano regresó a su Montevideo natal, bajo la presidencia de Julio María Sanguinetti, y siguió dedicándose al periodismo. Fundó, junto a Mario Benedetti y algunos otros periodistas, el semanario «Brecha». Al mismo tiempo, no dejó de ofrecer textos sobre cuestiones que iban más allá del continente, como «El libro de los abrazos», de 1989, o «Patas arriba. La escuela del mundo al revés» de 1998.
Es que, sensible como era a los problemas de su tiempo, no hubo tema o coyuntura que Galeano no abordara, así fuera el fútbol, la ecología, la política internacional, las mujeres, el amor o los derechos humanos, como lo atestiguan conocidas obras como «El fútbol a sol y a sombra», «Bocas del tiempo», «Espejos y Voces de nuestro tiempo» y tantos otros libros de un autor que supo cultivar la amistad con poetas como Juan Gelman, con novelistas como su compatriota Juan Carlos Onetti, que fue traducido a más de veinte idiomas, que ganó dos veces (en 1975 y en 1978) el premio Casa de las Américas y cuya obra más emblemática seguirá siendo aquella escrito y publicada en 1971: «Las venas abiertas de América Latina», una obra que, según confesó Galeano en abril de 2014, mientras participaba en la Segunda Bienal del Libro en Brasilia, «no sería capaz de leer de nuevo, porque cuando lo escribí no sabía tanto sobre economía y política».

Amor incomprendido por el fútbol

Galeano más que un fan del balompié era un teórico. Por ejemplo, de Messi dijo que «lleva la pelota dentro del pie, mientras que Maradona la llevaba atada». No obstante, él no gozaba del talento del jugador argentino, de hecho confesó que «siempre fui un pata dura terrible. La pelota y yo nunca pudimos entendernos, fue un caso de amor incomprendido». Tanto como Borges odiaba el deporte rey, Galeano, en su declaración de pasión rotunda llegó a escribir un libro sobre él titulado: «El fútbol a sol y sombra y otros escritos».

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