Sergi Arola: «Sólo podemos aguantar una semana sin abrir»
Sara Fort sólo es capaz de entonar un hilo de voz. Sigue en estado de «shock». Unos funcionarios de Hacienda precintaron el martes la bodega, la coctelería y la mesa de la cocina de su «proyecto vital». Es así como les gusta denominar al restaurante Gastro tanto a Arola como a ella. Una vez echado el cierre, esperemos que temporal, ahora sólo buscan cocinar una solución: «Hemos tenido que dar vacaciones a los trece empleados. Durante este tiempo, nos dedicaremos a buscar alguna negociación», explica la directora de sala, al tiempo que nos hace vislumbrar una luz: «Hemos recibido una llamada de una banca privada. Estudiaremos la propuesta, pero si nos van a pedir garantías, les diré lo mismo que a Hacienda, que ya he invertido todos mis bienes en el proyecto. No tengo una garantía hipotecaria».
Durante el suceso, el cocinero se encontraba en Francia, donde es director gastronómico del Hotel París-Ópera: «Él me ha aconsejado que tenga la cabeza fría. No tenemos por qué escondernos, nunca lo hemos hecho. Hemos querido salvar la situación y así se lo hemos transmitido a las autoridades, pero han respondido de esta manera», prosigue.
Grandes pérdidas
Arola, por su parte, se encontraba ayer en Portugal para supervisar el espacio que dirige en el hotel Penha Longa Resort, situado a 30 kilómetros de Lisboa. Hablamos con él vía telefónica y su voz transmitía una indignación en plena ebullición. Además de la desolación, el cierre de Gastro supone más pérdidas aún: «Sólo podremos aguantar una semana sin generar ingresos. Cada día de cierre perdemos entre 6.000 y 7.000 euros. Si vemos que no hay novedades importantes, tomaremos alguna decisión, porque, desgraciadamente, no nos dejan otra opción», reconoce.
A pesar de haber reducido los gastos en esta última temporada, Hacienda no aceptó el plan de viabilidad presentado por el chef: «No nos hemos negado a pagar, al revés, somos conscientes de que la deuda se ha producido por nuestra culpa, por una mala contabilidad. La persona que nos llevaba los números priorizaba unas cosas. El error ha sido no haber actuado antes de manera expeditiva. Los nuevos contables nos pidieron una batería de medidas, las aplicamos a rajatabla y reconocimos el dinero que debemos».
Arola no se ha sentido solo, ha recibido la llamada de numerosos colegas de profesión. Tampoco Sara, que está rodeada de amigos deseosos de ayudar. Asimismo, el chef reconoce haber tomado conciencia de la situación: «He recibido mensajes de amigos y de pequeños empresarios que se han solidarizado conmigo porque han vivido idéntica situación. Miles de pymes españolas pasan por lo mismo», dice. El hecho de ser un cocinero conocido, apunta, ha influido, «ha sido un escarmiento visible para los defraudadores. ¿Por qué no precintan los estadios de fútbol de clubes que deben millones de euros», se pregunta.
Por ahora, señala, poco más puede hacer. Arola continúa al frente del resto de sus negocios. Mañana viaja a Bombay, donde tiene numerosos compromisos que no puede cancelar: «No creo que sirva de mucho que me traslade a Madrid según cómo está la cosa». Ya están en manos de sus abogados, ya que los avales que necesitarían para hacer frente a la deuda no los tienen: «Actuaremos de acuerdo a la Ley, porque hablamos de nuestro futuro. No sabemos hacer otra cosa, no vamos a montar una tienda de collares para perros», sentencia con mordacidad. La posibilidad de salvar el negocio gracias a la banca privada existe. Ambos han mantenido una conversación con unos inversores interesados, pero, insiste, no tienen con qué avalar.
Aparte de cómo acabe el caso, al cocinero le preocupan dos cuestiones: el impacto en su imagen y, por supuesto, el dinero que está dejando de ingresar: «No quiero contemplar el cierre, porque es la última opción. Cuando lo inauguré, lo hice pensando en Madrid, la ciudad donde quería retirarme y donde recibir a mis clientes. Sin embargo, la realidad es distinta, compleja». Preocupado, deja claro que «no he cometido ningún delito y quien diga lo contrario tendrá que demostrarlo. Si existe un perjuicio injustificado a mi figura, tomaré medidas».
Arola forma parte del grupo de cocineros que lleva la marca España por el mundo: «Después de tantos años en los que intentas ser útil a tu país, esto ha sido un palo fuerte. Tengo un regusto muy amargo porque nunca he cobrado un duro por representar a España. He ido acudido allí donde me lo han pedido con ilusión y te lo pagan de esta manera».