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Europa

Barcelona

Geografía del espanto

«No habrá muerte. Letras del Gulag y el nazismo», de Toni Montesinos, repasa literariamente las utopías totalitarias en Europa.

Boris Pasternak es uno de los ejemplos de escritores perseguidos por el totalitarismo soviético
Boris Pasternak es uno de los ejemplos de escritores perseguidos por el totalitarismo soviéticolarazon

«No habrá muerte. Letras del Gulag y el nazismo», de Toni Montesinos, repasa literariamente las utopías totalitarias en Europa.

Cuando José Ortega y Gasset radiografiaba magistralmente en «La rebelión de las masas» (1930) la presencia en Europa de contundentes utopías totalitarias, no podía imaginar que «bolcheviques» y «fascistas», en su propio lenguaje, comunismo y nazismo en evolucionadas variantes de una misma visceral intolerancia, acabarían creando unos espacios de horror, universos concentracionarios, prisiones del alma y el cuerpo, el terror organizado en función de un «hombre nuevo» amasado con la sangre de millones de víctimas inocentes. Estos movimientos políticos y sociales, enfrentados al espíritu de la Ilustración, la ideología liberal y la mentalidad democrática, llevarían a la Europa del siglo XX a una desgarradora tragedia histórica, de neto carácter inmoral y deshumanizado.

Por otro lado, lograron asimilarse a una equívoca –cuando no equivocada– concepción moderna y vanguardista de la realidad estética que llegó a oscilar entre el estático realismo socialista y el desbocado futurismo quimérico. Topónimos como Magadán o Kolymá, Buchenwald o Auschwitz son ya emblemáticos referentes de una existencia carcelaria sin esperanza alguna, y símbolos de una aterradora voluntad genocida. Esta atroz geografía del espanto generará una literatura testimonial de profundas implicaciones éticas que cuestiona gravemente los formantes básicos de la propia condición humana. A la bibliografía crítica que ha venido estudiando esta singular escritura se suma ahora «No habrá muerte. Letras del Gulag y el nazismo» (Fórcola) del poeta, narrador, ensayista y crítico literario Toni Montesinos (Barcelona, 1972); un libro este que lleva el significativo subtítulo de «De Boris Pasternak a Imre Kertész», evidenciando así una casuística opuesta, aunque unida por la injusticia de una despiadada opresión política.

Arranca este ensayo con una personal dedicatoria a la memoria del abuelo del autor, soldado republicano desaparecido durante la Guerra Civil, sin evidencia por lo tanto de una muerte segura. Insiste, después, en la posterior recepción que han tenido estas atrocidades, destacando la desigualdad con la que se ha abundado en la organizada barbarie nazi y el Holocauto judío, mientras que el siniestro universo Gulag, denominación del conjunto de campos de trabajo en la URSS, sería intencionadamente ignorado durante décadas por buena parte de la intelectualidad europea. Muy oportunamente se citan aquí las palabras del historiador Karl Schlögel: «A las tragedias humanas de la Unión Soviética en la década de 1930 jamás se les concedió la atención y el interés que cabría esperar de una opinión pública que había estado expuesta al horror de los crímenes nacionalsocialistas. Predominaba, en ese sentido, una curiosa asimetría. (...) Fue así como las víctimas de Stalin sufrieron una segunda muerte, esta vez en la memoria» (págs. 47 y 48).

El poder absoluto

En este sentido es definitiva la obra y personalidad de Aleksandr Solzhenitsyn, quien en sus novelas «Un día en la vida de Ivan Denisovitch» o «Archipiélago Gulag» desvelaría la terrible realidad que muy a duras penas sería asumida por relevantes escritores y amplios sectores de la opinión pública.

Recorre estas páginas una amplia casuística tipológica que va más allá de la estricta reclusión carcelaria y que ahonda en las circunstancias personales de quienes osaron desafiar las condiciones de un tiránico poder absoluto. Asistimos de este modo, sobrecogidos, a traumáticas experiencias íntimas e intelectuales: desde las penalidades con la censura de Vassili Grossman y su impresionante «Vida y destino», a las desgarradoras vivencias concentracionarias de Primo Levi, que le llevarían al suicidido años después, pasando por la comprensible adaptabilidad pusilánime del compositor Dmitri Shostakóvich, las vicisitudes familiares de la represaliada poeta Marina Tsvietáieva, el emblemático caso de Ana Frank, el cruel destino del escritor Osip Mandelstam, o, entre otras referencias, el desacomodo vital, finalmente exilio, de Stefan Zweig, en una atormentada huída del nazismo que había acabado con su «mundo de ayer». Manejando una amplia bibliografía se adentra en la conocida «banalidad del mal», que definiera tan lúcidamente Anna Ahrendt, y en sus particularidades colaterales: desde la pretensión de lograr un forzado «escritor ciudadano» a la perversidad de la «reeducación» política, acudiendo a una siniestra psiquiatría ideológica y a un absurdo trabajo extenuante.

Ataque a Pasternak

Especial atención en el ensayo merece la figura de Boris Pasternak y su novela «Doctor Zhivago», porque expresa muy bien en ella, aparte de las duras consecuencias que le acarrearía la obra, el intolerante ataque a la conciencia liberal burguesa,

la injusticia de un campesinado que sobrevivía en régimen de semiesclavitud, así como las fuertes tensiones sociales que todo ello originaría. Montesinos ha sabido captar, crítica y ensayísticamente, el espíritu de una dura época, cercana en el tiempo y que conviene que no olvidemos nunca.