Gonzalo Alonso

Gergiev, guiño a nuestro país

Valery Gergiev
Valery Gergievlarazon

Obras de Glinka, Rismski-Korsakov, Prokofiev y Shostakovich. Violín: Sergey Khachatryan. Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky de San Petersburgo. Director: Valery Gergiev. Palacio de Carlos V. Granada, 30 -VI- de 2018

El Festival de Granada, inaugurado con Les Siècles y Pablo Heras-Casado abriendo nueva etapa, alcanzó su momento cumbre con sendos conciertos del Mariinsky y Gergiev. El primero agotó las localidades por el atractivo de «Sheherezade». Le costó más la taquilla al segundo, no en balde presentaba un programa «duro», con el primer concierto para violín y la sinfonía n.12 de Shostakovich.

Pocos conjuntos pueden alcanzar hoy el nivel de las huestes de Gergiev –340 profesores divididos en 4 orquestas– en la partitura de Rimsky-Korsakov. Ellos lo saben y lo reflejan en sus rostros. Da gusto ver su entusiasmo y complicidad, empezando por la estupenda concertino. Esto bien lo advirtió Gergiev al afrontar ese monumento a Lenin que es la sinfonía n.12 «El año 1917», obra algo retórica en su primer tiempo y con apabullantes fortes en los movimientos extremos. Previamente el armenio Sergey Khachatryan nos hizo comprender que si el primer concierto para violín tardó en estrenarse fue por sus tremendas dificultades. El joven solista las superó con solvencia. Este concierto se inició con la «Sinfonía clásica» de Prokofiev, en la que faltó algo de conjunción en frases de la cuerda. Pero hubo guiño a España, empezando con las «Oberturas españolas 1 y 2», «Jota aragonesa» y «Noche en Madrid», ciudad en la que Glinka pasó una temporada. Más de uno se sorprendería de escuchar «La boda de Luis Alonso» que, 50 años después de Glinka, emplease Gerónimo Giménez. Será muy difícil que volvamos a escucharlas, como el «Capricho español» que las siguió, con el nivel de Mariinsky y Gergiev.