Buscar Iniciar sesión

Ya hemos visto "Gladiator II": estas son las cinco claves del nuevo trabajo de Ridley Scott que no te puedes perder

El director despliega todo su arsenal técnico en esta deslumbrante segunda parte de la icónica cinta protagonizada por Russell Crowe
Paul Mescal en "Gladiator II"
Paul Mescal en "Gladiator II" Imdb
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

Madrid Creada:

Última actualización:

Dos décadas después de que Ridley Scott firmara una de las películas más taquilleras, generacionales, gloriosas y emocionalmente legendarias del año 2000 y en un alarde de riesgo creativo y ambición apasionada colocase a Russell Crowe ataviado con una coraza de dos piezas en el centro del Coliseo y se atreviese a reinventar un género cinematográfico injustamente olvidado en aquel momento como los péplum, el genio británico retoma la epicidad de la historia vertebrada por Máximo Décimo Meridio en el "Gladiator" primigenio para apostar por una segunda parte cargada de impacto visual y grandilocuencia técnica. La envergadura de lo nuevo de Scott se abriga de magníficos decorados, un ampuloso y exquisito vestuario, efectos realmente asombrosos e impresionantes combates cuerpo a cuerpo entre hombre y animales (especialmente retadoras las imágenes de las luchas con los simios modificados genéticamente y con los rinocerontes) para cumplir a rajatabla con el propósito de ofrecer una experiencia envolvente y visceral concebida, lanzada y propuesta para ser vista en pantalla grande.
A sus 86 años, el director de "Alien", que parece estar tocado por la misma barita prolongadora de energía y talento que debió de posarse sobre los hombros de Eastwood tiempo ha, logra amalgamar un reparto potente y efectivo capitaneado por nombres y caras de moda como las de Paul Mescal y Pedro Pascal (aunque el segundo dando vida al general Marcus Acacius adquiera mucho menos peso narrativo en la trama del esperado), nuevas como las de Joseph Quinn (un trasunto en términos de afectación y desquicie psicológico del icónico Cómodo que nada tiene ver con con la personalidad y la construcción brillante, compleja y oscura que nos regaló Phoenix en la primera), consagrados como los de Denzel Washington y familiares como los de Connie Nielsen (de nuevo en la piel de una impecable Lucilla) o Derek Jacobi encarnando una vez más al senador romano Gracchus, (mano derecha de Marco Aurelio).
Desde un arranque iniciado por una sensacional invasión acuática de una antigua fortaleza que ya predispone al espectador para el puro disfrute del despliegue visual que está por llegar hasta la esperadísima batalla naval históricamente fidedigna escenificada en un Coliseo inundado (obviando de manera consciente la cantidad ingente de tiburones mostrados), queda claro que a pesar de la masticada repetición argumental de la historia, de las licencias como creador que vuelve a tomarse una vez más Scott en la recreación de un periodo concreto de la Historia (imposible olvidar esa escena con el ¡periódico! y el café como si por arte de algún subterfugio temporal extraño de repente nos encontráramos sentados en el parisino café de Procope) y de la práctica ausencia de novedad en el relato, "Gladiator II" es un acontecimiento épico profundamente disfrutable que ofrece algunas interpretaciones obligatoriamente subrayables como las de Paul Mescal o el propio Washington y que constituye una emocionante consolidación dentro de la carrera de un tipo que rodó su primera -y maravillosa- película, "Los duelistas", con 40 años y ahora, casi 50 después, demuestra para suerte del público, que no tiene pensado dejar de hacerlo.
Arriba el Lucius de la primera parte y abajo, Paul Mescal interpretando a ese mismo Lucius ya convertido en un joven
Arriba el Lucius de la primera parte y abajo, Paul Mescal interpretando a ese mismo Lucius ya convertido en un jovenLa Razón
Aferrándose a la idea de configurar el personaje de Lucius como un joven lleno de furia, abandonado y expulsado de su tierra, decidido a destruir la ciudad que le había creado y traicionado, Paul Mescal se pone al servicio interpretativo de un príncipe a la deriva. Con los ecos epopéyicos de su padre, Máximo (Rusell Crowe) rebotando en las paredes de su propio destino, se muestra dispuesto a establecerse en cualquier lugar menos en Roma, ciudad a la que, no obstante, todos los caminos acaban llevándole. Sorprende el engrosamiento muscular de Mescal, conmueve su constante lucha por el contenido vaciado de la palabra libertad y aunque la proyección de sus arengas no llega a emocionar con la misma intensidad que las que pronunciaba Máximo, la honestidad con la que construye el conflicto personal que mantiene con sus raíces consigue atrapar por completo.
Russell Crowe en "Gladiator"
Russell Crowe en "Gladiator"Imdb
Imágenes intercaladas del fallecido Máximo en algunos de sus momentos más cruciales, la hermosísima y melódica armonía de los acordes compuestos por Hans Zimmer y Lisa Gerrard resonando mientras esa mano familiar acaricia el trigo del hogar que un día fue suyo o la repetición de frases como "lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad" y ese clamoroso "fuerza y honor" espetado antes de cada lucha, nos sitúan por fuerza como espectadores en un lugar situado entre la nostalgia, la exaltación y el rechazo. Porque es lo de siempre, pero sin ser lo mismo. Son las mismas pautas narrativas (el héroe de espíritu noble resurgido de las tripas de una Roma que le ha expulsado después de haberle criado literalmente a sus pechos que emprende un periplo de ascenso social hasta conseguir desembocar en la oportunidad de ejecutar su venganza personal contra aquellos que le arrebataron a su familia) salpicadas con recuerdos visuales y sonoros de la primera parte, envueltas en un velo denso de resonancia temporal pero con una realidad distinta empujando el esqueleto de una historia que más que tener hechuras de secuela, parece un remake técnicamente mejorado.
Una escena de "Gladiator II"
Una escena de "Gladiator II"Imdb
Experto en cabrear a los historiadores de medio mundo con sus locas y placenteras licencias creativas, sus intencionados desvíos cronológicos y sus aportaciones en favor de la experiencia audiovisual mayúscula y no de la estricta moral de los puristas de siempre, Scott ha vuelto a hacer lo que le ha dado la gana. Y eso es algo que celebramos muchísimo porque prestarse voluntariamente a la alquimia cinematográfica y al goce estético generados en una sala de cine no implica de manera tácita un pacto con la verosimilitud de la Historia. Quien quiera precisión histórica que vea un documental, se lea un libro especializado, se dirija a las fuentes archivísticas adecuadas para la ampliación de conocimiento. La directora de casting, Kate Rhodes James, afirmaba recientemente en una entrevista que el director se mostró abierto a ampliar el abanico de posibilidades a la hora de confeccionar el reparto porque en todo momento era consciente de que "Roma era un auténtico crisol de culturas en aquella época, y queríamos reflejarlo en nuestras elecciones. Por eso tenemos actores de Sudamérica, Ucrania, Dinamarca, Egipto, Israel, Irlanda, Inglaterra y Estados Unidos. Intentamos incluir esa noción en nuestras elecciones". La magnitud de la producción de esta película resulta completamente abrumadora. El decorado, situado en los estudios Shepperton, a las afueras de Londres y compaginado con exteriores grabados en Marruecos y en Malta, recrea muchos de los impresionantes escenarios históricos de Roma en un área de aproximadamente ocho kilómetros de longitud.
Recreación de la Naumaquia
Recreación de la Naumaquia Imdb
Respondiendo con nota sobresaliente a las expectativas generadas, algunas de las escenas más espectaculares de la película tienen lugar en el legendario Coliseo romano y sus alrededores, el mayor anfiteatro jamás construido en la antigüedad. Para rodarlas, la producción regresó al Fuerte Ricasoli de Malta, el edificio del siglo XVII que había servido anteriormente de escenario para el Coliseo. Cuentan que el equipo construyó alrededor del 60 por ciento de la estructura desde los cimientos para que Scott pudiera escenificar las enormemente ambiciosas secuencias de acción. Se hizo un levantamiento topográfico del emplazamiento con drones aéreos, y a partir de ese levantamiento se creó un mapa tridimensional que se pobló con edificios en miniatura. El decorado del Coliseo era una construcción material a una escala de aproximadamente un tercio de la altura que verdaderamente tiene el Coliseo en realidad. Después de tamaño trabajo, tocaba llenarlo de agua. "Así que elevamos los cimientos un metro y medio para poder seguir viendo lo que queríamos por encima de la línea de flotación cuando lo inundáramos digitalmente. También ampliamos el arco de entrada, para poder introducir los barcos por las puertas. Lo realzamos todo de abajo arriba, pero el público lo reconocerá cuando vea la película", aseguraba el diseñador de producción Arthur Max, con el que el cineasta ha trabajado en multitud de ocasiones anteriores, incluyendo precisamente "Gladiator", "American Gangster", "Marte" o "Napoleón".
Denzel Washington da vida a Macrinus
Denzel Washington da vida a MacrinusImdb
El personaje de Macrinus interpretado por Washington, bien podría interpretarse al principio como un reflejo del Próximo de la primera parte (interpretado por un también brillante Oliver Reed). Estratega, calculador, cínico e interesado, esta suerte de comerciante de armas, dueño de gladiadores y proveedor de alimentos para los ejércitos en Europa ambicioso y sustancialmente rico, se postula a pesar del desdibujamiento que sufre en el tramo final de la cinta, como una interpretación lo suficientemente rotunda como para poder postular al actor al que sería su tercer Oscar.