Buscar Iniciar sesión

«High Rise»: el cielo pinta mal

G. NÚÑEZ
larazon

Creada:

Última actualización:

Ben Wheatley lleva a San Sebastián un filme distópico basado en una novela de J. G. Ballard ambientado en un rascacielos y protagonizado por Sienna Miller, Luke Evans y Tom Hiddelston
La película «High Rise» dispara en dos direcciones. Por un lado, alimenta la vena polemista de los críticos, incapaces de ponerse de acuerdo ante una propuesta potente, excéntrica y a tumba abierta; es decir, da mucho que hablar... Y por el otro lado, nutre a la alfombra roja de un poco de distinción británica con un trío de guapos oficiales (Sienna Miller, Luke Evans y Tom Hiddleston) que se apoderan del «photocall» y el favor de los fans. En resumen, «High Rise» es muy capaz de copar todo un día en San Sebastián. Y por eso toca hablar de ella.
Lo primero que habría que decir de esta distopía salvaje y desconcertante es que está basada en una novela de ciencia ficción (año 75) del británico J. G. Ballard (1930-2009). La obra –y la película, que compite en la Sección Oficial, de Ben Wheatley– narra la llegada del doctor Robert Lang a un complejo elitista de torres de apartamentos en busca del anonimato. Poco a poco, irá descubriendo el sistema de castas que impera dentro de esta jaula de oro y, al cabo, se verá envuelto en la degeneración del mismo, a medida que los ascensores, la luz y los numerosos servicios de este microcosmos comienzan a fallar y los instintos primarios de los habitantes afloran en una orgía de sangre, sexo y destrucción.
«El cine es una iglesia muy grande», defiende Wheatley ante quienes miran con recelo una propuesta tan poco al uso, una cinta que, afirma, trata de «la arrogancia de las personas al creer que pueden construir una caja maravillosa y alejarse de los pobres». Ambientada en los años 70 en que fue compuesta la novela, «High Rise» se nutre estética y doctrinalmente de aquella época y apela, dice el director, «a la parte más alocada del cine británico y no a ese lado socio-realista que se nos conoce». De hecho, Kubrick está en alma durante todo el metraje.
Ballard en la pantalla
Desde hace 30 años, la idea de adaptar a Ballard fue dando tumbos sin que nadie se atreviera a acometerla. Jeremy Thomas, productor de «Crash» (Cronenberg, 1996), basada en otra novela del británico, pensó en Wheatley y Wheatley pensó en Sienna Miller, Luke Evans y Tom Hiddleston. Ellos, a su vez, pensaron que por qué no. «No creo que sea difícil decir que sí a este proyecto conociendo la novela y a Ben. Es un material único y original». Para Hiddleston, el doctor Lang de la cinta, se trata de la atracción por «explorar territorio desconocido»: «Lang es un personaje fascinante. El rascacielos está lleno de personajes con carisma y energía muy potente, mientras que él tiene una especie de vínculo frío, como fisiólogo que es. Entra en el rascacielos para alejarse de las complejidades de la vida y buscar el anonimato. Quiere desaparecer: su traje, su piso y su cielo son grises. Así que está menos implicado en el caos del edificio». En el otro lado de la balanza, Richard Wilder (Luke Evans) es el personaje más extremo, siempre envuelto en las revueltas que se suceden en la torre, media película ensangrentado y al borde del colapso. «Cuando leí el personaje por primera vez pensé en Oliver Reed, que era un loco en la pantalla y fuera y hasta se asemejaba en el look».
En esta fábula bizarra sobre la banalización y la infantilización de la sociedad caben lecturas de todo tipo, de la económica a la metafísica. Tom Hiddleston recuerda a Daniel Defoe, su «Robinson Crusoe» (y no será el único, también el «Diario del año de la peste»): «Era una de las novelas favoritas de Ballard, porque a él le gustaba ver los límites de la gente para comprobar en quién se pueden convertir o cómo se pueden comportar».

Archivado en: