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¿Cuántos barcos hundidos españoles hay en el mundo? Así es el mapa de los naufragios

Un exhaustivo informe de la Armada registró 1.580 naufragios de barcos españoles en el mundo y de buques de otras nacionalidades en aguas españolas

Galeones españoles en la batalla de Gibraltar en 1607 larazon

Con motivo del estreno de “La Fortuna”, la serie de Alejandro Amenábar sobre el litigio entre España y una empresa de Estados Unidos por un supuesto pecio, hisotria basada en el caso real del tesoro de la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes, expoliada por Odissey, la situación de los barcos españoles naufragados vuelve a estar en boca de todos.

Y es que España es el país con mayor número de pecios repartidos por las aguas de todo el mundo, no en vano fue la mayor potencia naval durante más de tres siglos y, aún antes y después, los barcos de nuestro país han seguido surcando los mares.

¿Dónde están todos esos barcos hundidos y sus supuestos tesoros? Evidentemente, es prácticamente imposible conocerlos todos, pero se han hecho muchos avances. Destaca el informe realizado para registrar todos aquellos de los que existe constancia en los archivos navales, que identifica 1.580 estudiados en tres de los siete archivos de la Armada: el General de la Marina Álvaro de Bazán, en Viso del Marqués (Ciudad Real), el del Museo Naval de Madrid y el de Cartagena en Murcia.

Para elaborar este listado se tuvieron tenido en cuenta tanto los barcos patrios hundidos en todo el mundo como los que no lo son pero naufragaron en aguas jurisdiccionales españolas.

Por zonas geográficas, Europa se sitúa a la cabeza con un 59,3 por ciento, de los que la mitad (50,7) son españoles (596 embarcaciones). Le sigue la zona de América del Norte, Central y Caribe, con un 26,7 por ciento. Aquí es la isla de Cuba, con 176 hundimientos, la que se lleva la palma, entre otras razones, y según apunta el capitán de navío Pedro Coll Martín, director de los archivos navales cuando se llevó a cabo el informe, «porque en esa zona radicaba el principal arsenal de construcción en el siglo XVII. De ahí salió, por ejemplo, el ‘’Santísima Trinidad’', un navío de cuatro baterías o puentes».

Imagen del Santísima TrinidadLa Razón
El Infante don Pelayo acude al rescate del Santísima Trinidad en la batalla del Cabo de San Vicente del 14 de febrero de 1797.La Razón

En América del Sur se contabilizan 80 (un 6,8 por ciento), en Extremo Oriente y Australia, un 5,4 (Filipinas arroja la cifra más alta de hundimientos, con 50), mientras que África registraría 21. Las causas más frecuentes para ser engullidos por el mar eran «los accidentes, la caída por acción en combate, por acción de guerra, los abordajes entre barcos, así como los accidentes cercanos a la costa o incluso ser víctimas de la climatología», asegura Coll Martín, para quien será muy importante en una siguiente fase (pendiente de la asignación de presupuesto) «acometer las expediciones a Indias documentadas en el Archivo General de la Marina, ya que ahí nos toparemos con los barcos de la carrera de Indias donde los resultados pueden ser bastante jugosos», comenta.

Más en el siglo XVIII

En cuanto al número de hundimientos por centurias, en primer lugar se sitúa el siglo XVIII, con 390 naufragios, seguido del XX, con 307, el XIX (239), el XVI (238) y el XVII (147). «El XVIII es en el que se ha centrado la investigación. Un siglo antes, España vive su momento de máximo esplendor desde el punto de vista de la Armada y la Marina mercante. Tenía 50 navíos, una cifra que hoy puede dejarnos indiferente, pero que para aquella época era tremendamente abultada. La Armada perdió sólo una pequeña parte en la Batalla de Trafalgar, frente a lo que se pueda pensar; sin embargo, durante la Guerra de la Independencia, nuestra flota quedará hecha una ruina, debido a que no se mantuvo, no se acondicionó y fuimos perdiéndola. Fue ahí donde nos quedamos sin Armada y estamos hablando del año mil ochocientos y poco, nada más comenzar el siglo XVIII. Recordemos que Carlos III contribuyó de manera decisiva a la expansión de la Armada, y que personajes como Jorge Juan y el marqués de la Ensenada resultaron claves en esa época». Entre los siglos XIII y XV se han catalogado 16 naufragios, si bien los archivos custodian documentación original desde 1767, por lo que las entradas anteriores a esta fecha son menores y proceden de fuentes documentales secundarias y bibliográficas.

Testigo de la colonización

De entre todos brilla con luz propia el de la nao «Santa María», embarrancada en una restinga frente a las costas de la actual Haití. Otro naufragio importante por su relación con la «Santa María» es el del galeón «San Salvador», hundido 200 millas al norte de Lisboa y en el que Roberto Mazzara, un experto buzo y antiguo oficial de la Marina italiana dijo haber encontrado la campana con la que el almirante anunció a los Reyes Católicos el descubrimiento del Nuevo Mundo, según Luis Mollá Ayuso.

Una inagotable fuente de naufragios fue la carrera de Indias, más afectada por factores climatológicos que por la acción de los corsarios, siendo destacables dos galeones por encima de otros barcos: «Nuestra Señora de Atocha», hundido en 1622 frente a las costas de Florida por el efecto de un huracán y cuya localización supuso un tesoro de 400 millones de dólares para el norteamericano Mel Fisher, y «Nuestra Señora del Juncal», perdido en 1631 por efectos de otro temporal en el golfo de México y cuyo tesoro está por cuantificar, dado que aún no ha sido hallado, aunque su localización se ha erigido en el reto principal de los arqueólogos mexicanos, acosados, cómo no, por la insaciable Odyssey.

En los estertores del imperio, la ruina económica del país condujo a algunos naufragios propiciados por el mal estado de la flota. Es el caso de la fragata de guerra «Santa María Magdalena» y el bergantín «Palomo», perdidos en la ría de Vivero por no poder contar con su cargo de anclas mientras trataban de protegerse de un furioso temporal y que se saldó con 550 vidas, asunto que conmocionó al país cuando el cuerpo del comandante de la «Magdalena» apareció abrazado al de su hijo, lo que movió a la Armada a evitar embarcar juntos a parientes en primer grado. Otro caso sonado fue el del navío «San Telmo», desaparecido en 1819 en aguas de la Antártida y del que aún hoy se siguen buscando restos que permitan pregonar que, aunque a título póstumo, a sus 644 tripulantes perdidos les corresponde la gloria de ser los descubridores del continente blanco.

«El Escorial de los Mares»

Poco antes y como genuino exponente de la derrota de Trafalgar, no podemos dejar de referirnos al «Santísima Trinidad», «el Escorial de los mares», buque insignia de la escuadra de Baltasar Hidalgo de Cisneros, capturado por los ingleses tras el combate y hundido finalmente a unas 30 millas de Cádiz. Naufragado a finales de ese mismo siglo recordamos al crucero «Reina Regente», hundido frente a las costas de Barbate a su regreso de una embajada en Tánger sin que pudiera salvarse ninguno de sus 412 tripulantes.

Como parte del fenómeno de la emigración, a la que tan unida estuvo la navegación, el siglo XX comenzó salpicado por los grandes desastres del «Titanic» y del «Lusitania», buques estrella de la White Star Line y de la Cunard, respectivamente, rivales en la disputa del negocio de la emigración y que pagaron su alocada carrera con cerca de cuatro mil vidas. Pero ese fenómeno también se dio en España, donde rivalizaron la Compañía Trasatlántica y la Pinillos, aunque fue esta última la que tuvo la desgracia de poner los muertos, básicamente por el naufragio de sus dos buques estrella, primero el «Príncipe de Asturias», apodado «el Titanic español», que se hundió frente a la costa de Brasil en 1916 al tocar con una aguja y que dejó 445 cadáveres, y poco después el «Valbanera», que tras una vida agitada se perdió frente a los Cayos de Florida en 1919, donde aún guarda entre sus hierros el último suspiro de 488 seres humanos.

Los últimos naufragios notables de buques españoles tuvieron lugar durante la Guerra Civil. Los submarinos republicanos «C-5», «B-5» y «B-6» resultaron hundidos con sus dotaciones en extrañas circunstancias frente a las costas de Ribadesella, Estepona y el Cabo Peñas, respectivamente. Más extraño fue el caso del «C-3», torpedeado al principio de la guerra frente a Málaga y del que sólo la desclasificación de los archivos de la Segunda Guerra Mundial permitió saber que fue hundido por un submarino alemán en una operación altamente secreta. En sus entrañas, a 58 metros de profundidad, descansan hoy 34 de sus hombres.

En el bando nacional hay que destacar la pérdida del crucero «Baleares» frente al cabo de Palos por torpedos de destructores republicanos, con el luctuoso resultado de 786 muertos y, sobre todo, el hundimiento del vapor «Castillo de Olite» en los estertores de la contienda, a resultas del cañonazo de una batería de costa de Cartagena, que arrastró al fondo del mar las ilusiones de 1.477 jóvenes soldados del ejército de Franco, en la peor tragedia de la España marítima contemporánea.

De pesca por Baleares

Con respecto al tipo de barco, el informe distingue de manera clara varias categorías. ¿Cuál es la embarcación más numerosa? La tipología del barco es un dato conocido en el 84 por ciento de los casos y comprende más de cincuenta modalidades diferentes, desde pequeñas embarcaciones pesqueras hasta barcos comerciales y de guerra. En primer lugar se sitúa el navío, el buque de combate por excelencia del siglo XVIII, es del que se han consignado mayor número de naufragios: 182. «Se trataba del buque principal de guerra, el más grande, de mayor volumen, por tanto, y el que transporta más artillería. Armaban desde 64 cañones los más pequeños hasta más de cien los de gran calibre. Se trataba de embarcaciones que entrañaban una gran dificultad de maniobra porque eran bastante pesadas», explica Coll.

¿Qué es un laúd? Un pesquero típico de Baleares y Levante y del que se registran 140 hundimientos. La nao se hace con el tercer puesto (101; se trata de embarcaciones con cubierta y velas, aunque sin remos) y en cuarto lugar se localiza la fragata, con 98 barcos bajo el mar. «Es el buque que en formato sigue al navío. Más ligero que éste y con menos artillería, generalmente viajaban en misiones de correo y transporte de mercancías valiosas; realizaban funciones de vigilancia de otras fuerza y escoltaban», reseña.

En lo que se refiera a los pecios de América, en febrero de 2019 la Subdirección General de Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura presentó el primer inventario de naufragios españoles en América, que comprendía los naufragios entre 1492 y 1898, e incluye algunos tan importantes como el de la Santa María de la expedición de Colón y las naos de Pizarro, Núñez de Balboa o Cortés.

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