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Robó un avión y aterrizó en mitad de Nueva York. Como no le creían... lo volvió a hacer

Thomas Fitzpatrick murió en el año 2009. Pero siempre será recordado por el cóctel que inspiró su hazaña: el “Late Night Flight”

La proeza aeronáutica de Thomas Fitzpatrick
La proeza aeronáutica de Thomas FitzpatrickLa Razón

Hay personas con las que es mejor no apostar. Thomas Fitzpatrick, o Tommy Fitz para los amigos, es el protagonista de una de las historias más inverosímiles y difíciles de creer.

El 30 de septiembre del año 1956, Tommy estaba bebiendo en un bar de Washington Heights (un barrio neoyorkino) para celebrar una despedida de soltero con sus amigos. Entre una copa y otra, a uno de ellos se le ocurrió retarle a viajar desde Nueva Jersey hasta la ciudad en sólo 15 minutos.

Fue una mala idea.

Tommy se despidió de sus amigos y estos volvieron a lo suyo sin darle mayor importancia. Ninguno de ellos se hubiese imaginado que el joven de 26 años cruzaría el puente George Washington, robaría un avión monomotor de la Escuela de Aeronáutica de Teterboro (Nueva Jersey) y realizaría una de las hazañas más impresionantes de la historia de la aviación:

Despegar sin luces y sin contacto por radio, recorrer casi 11 Km en estado de embriaguez, aterrizar una avioneta en una de las calles más concurridas de la ciudad de Nueva York. Y aparcar en la puerta del bar en el que estaban sus amigos. Y todo “a tiempo para una rápida antes de las 3 de la mañana”, según se escribió en el New York Daily News.

La proeza de Tommy Fitz
La proeza de Tommy FitzLa Razón

Al propietario del avión le debió resultar simpática la proeza, porque nunca llegó a presentar cargos. Los que sí tomaron represalias fueron las autoridades neoyorkinas, que le endosaron una multa de 100$ por violar de las ordenanzas municipales de Nueva York (que prohíben aterrizar un avión en plena calle).

No parece que el castigo fuese suficiente. Dos años después, el 4 de octubre de 1958, al dueño de un bar que frecuentaba se le ocurrió decir que mentía. Que aquello era imposible.

Fue una mala idea.

Tommy Fitz volvió a cruzar el puente George Washington, volvió a colarse en el aeropuerto de Teterboro y volvió a robar un avión. Viajó hasta Manhattan y lo aterrizó de nuevo en el mismo barrio donde aterrizó la primera vez. Todo esto -cómo no- “borracho como una cuba”.

El juez al que le tocó el caso del temerario piloto sentenció: “La última ve pagó una multa de 100 dólares. Si le hubiesen escarmentado en aquel momento, es posible que esto no hubiese sucedido una segunda vez”.

Pero el juez tampoco escarmentó y le redujo sustancialmente la sentencia por su historial militar. Finalmente, solo pasó seis meses a la sombra.

Tommy Fitz murió de cáncer en 2009, a la edad de 79 años. Le sobreviven sus tres hijos y su mujer Helen. En su obituario no se hacía ninguna mención a sus gestas de ebriedad.

A lo que sí que se aludió fue a su decisión de alistarse en el Cuerpo de Marines a los 15 años para combatir en la Segunda Guerra Mundial, a las heridas recibidas en la Guerra de Corea cuando conducía un camión para rescatar a unos soldados estadounidenses que estaban atrapados por fuego enemigo, y al Corazón Púrpura con el que se le condecoró por su servicio.

Pero su hazaña no será nunca olvidada. En los bares de Washington Heights donde aterrizó dos veces con una avioneta robada le han dedicado un cóctel: el Late Night Flight.