El regalo soviético que espió a los Estados Unidos
Lo que parecía ser un regalo inocente dado por un grupo de escolares soviéticos al embajador estadounidense en la Unión Soviética acabo siendo una herramienta de espionaje.
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La réplica de madera tallada del gran sello de los Estados Unidos se regaló al embajador estadounidense, William Harriman, el 4 de agosto de 1945 por los jóvenes de la organización Young Pioneer como muestra de agradecimiento y amistad por su alianza durante la Segunda Guerra Mundial. Se colgó en el estudio de su residencia en Moscú, Spaso House, donde permaneció durante siete años hasta que se descubrió que era un dispositivo de escucha.
Esto no es sorprendente ya que la notoriedad de Rusia por el espionaje se remonta a la época de los zares. El ministro de Estados Unidos en Rusia de 1850 a 1853, Neil S. Brown y Otto von Bismarck, el representante de Prusia de 1859 a 1862, cuentan que experimentaron esta invasión de la privacidad a través del empleo de sirvientes y subordinados rusos en sus hogares. Esa era la forma más fácil para que la policía rusa obtuviese información sobre ellos, especialmente porque los trabajadores estaban obligados a revelar todo lo que oían y veían. Incluso, en la década de 1930, en la residencia del embajador en Moscú, los invitados recibían tarjetas de bienvenida advirtiéndoles que cada habitación estaba monitoreada y que el jardín también lo podría estar. Estos micrófonos y dispositivos se descubrían constantemente, menos el sello de los Estados Unidos, que evadió ser detectado.
El sello, inventado por Leon Thermin y también llamado ‘The Thing’, fue iluminado por una fuerte señal de radio desde el exterior que lo encendía. Esto significaba que no contenía una fuente de energía propia ni ningún cable. Esta ausencia de componentes electrónicos activos hizo que fuera prácticamente indetectable y cuando no estaba activo, ‘The Thing’ permaneció en silencio.
La existencia de la maquina de espionaje fue descubierta accidentalmente en 1951 por un operador de radio británico en la embajada británica. Escuchó conversaciones estadounidenses en un canal de radio abierto mientras los soviéticos transmitían ondas de radio en la oficina del embajador. El tema se investigó, pero no pudieron encontrar nada gracias a la sutileza del diseño y la tecnología.
En septiembre de 1952, los técnicos de seguridad John Ford y Joseph Bezjian llegaron a Moscú para seguir investigando la residencia con mayor detalle. Disfrazado de invitado, Bezjian permaneció en la casa durante varios días buscando el origen de todo lo que se escuchaba por el canal de radio. Cuando no tuvo suerte, como todos los que habían investigado anteriormente, le sugirió a George Kennan, el embajador de esa época, que les diese a los espías algo para escuchar.
Esa noche, el embajador llamó a su secretaria y comenzó a dictarle un envió diplomático previamente desclasificado mientras los dos investigadores recorrían la casa buscando señales de transmisiones. Eso fue cuando Bezjian cogió el sello, sospechando que el dispositivo podría estar incrustado en el, y lo rompió con un martillo, revelando la herramienta de espionaje.
A pesar de la seriedad del incidente, Kennan logró encontrar humor en él ya que pasaba mucho tiempo en la residencia practicando ruso. Cuando el dispositivo se mandó a Washington para su investigación, estuvo claro que ‘The Thing’ representaba un avance tecnológico impresionante por parte de los rusos, que demostraron que dominaban el arte del espionaje a nivel mundial.