“Caminante”, el cañón cuyo disparo sirvió para trazar la actual frontera de Melilla con Marruecos
Un acuerdo entre España y el reino alauita fijó que fuese el alcance de la bala el que sirviese para delimitar el espacio que ganaba nuestro país para defenderse de los ataques cabileños
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La frontera española con Marruecos, es decir, la que separa las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla del reino alauita, son fruto constante de problemas entre ambos países y un conflicto diplomático lleno de altibajos que ahora, precisamente, no pasa por uno de sus mejores momentos: para nuestro país es innegociable la españolidad de ambas plazas y para los norteafricanos es una aspiración territorial que siempre está ahí y que utilizan para tensar o destensar las relaciones bilaterales.
La historia de Ceuta y Melilla y su pertenencia a la Corona española desde hace siglos, mucho tiempo antes de que Marruecos fuese siquiera un proyecto de país, es bien conocida. Sin embargo, lo que muchos no saben es cómo se fijaron las fronteras que delimitan las ciudades de su vecino.
En el caso de Melilla, española desde 1497, la frontera había ido variando a lo largo de los siglos, aunque las actuales, las que rigen ahora mismo, son fruto del Tratado de Wad-Ras, firmado por la reina Isabel II de España y Mohámmed IV de Marruecos en 1860, por el que se establecieron los límites fronterizos de la ciudad. Previamente, el 24 de agosto de 1859 el sultán marroquí y España ya habían firmado en Tetuán el “Convenio para ampliar los términos jurisdiccionales de Melilla”, en el que se estableció que el sultán cedía “a S.M. Católica en pleno dominio y soberanía el territorio próximo a la plaza española de Melilla, hasta los puntos más adecuados para la defensa y proveimiento. Los límites de esta concesión se trazarán por ingenieros españoles y marroquíes, tomando como base, y para determinar la extensión de dichos límites el alcance del cañón (“Caminante”) de 24 (libras), de los antiguamente conocidos”.
Sin embargo, casi inmediatamente dio inicio la Guerra de África entre ambos países y hubo que esperar a que acabará para redefinir de nuevo el acuerdo entre ambos países. Ahora, el punto cinco del “Tratado de Paz y Amistad celebrado en Tetuán, el 26 de abril de 1860″ atestiguó que “desde ahora las cesiones territoriales que por aquel pacto internacional”, el de 1859 “se hicieron a favor de España’”; y en el artículo sexto se estableció que “‘en el límite de los terrenos neutrales concedidos por S.M. el Rey de Marruecos a las plazas españolas de Ceuta y Melilla, se colocará por S.M. el Rey de Marruecos un Caíd o Gobernador con tropas regulares, para evitar y reprimir las acometidas de las tribus”. Ambos países firmaron en Madrid el 30 de octubre de 1861, un nuevo tratado el “Tratado para arreglar las diferencias suscitadas” “sobre el cumplimiento del Convenio de Límites con Melilla de 1859 y el posterior Tratado de Paz de 1860″, que fue ratificado en Tánger el 1 de enero de 1862 por el monarca europeo y el magrebí.
Ahí es donde entra en acción el histórico cañón “Caminante”: el 13 de junio, a las 5.30 de la mañana salieron para la zona de Frajana, lugar en que debería caer la bala del cañón que había de marcar la frontera, los ingenieros, con el gobernador Ginovés y militares, para realizar los trabajos de delimitación, cancelados ante la oposición de los cabileños, que querían modificar la carga de pólvora para que el alcance fuese menor. El 14 volvieron a salir los ingenieros y se realizó un disparo, continuándose en los días 15, 16, 17 y terminando el 18.
En total se hicieron dos disparos con “Caminante”, con sus balas pintadas de blanco, para facilitar la identificación, y carga máxima y 21º de elevación, el máximo que permitió el montaje tras quitar el tornillo de puntería, siendo adoptado el primer tiro, de 2.900 metros, el más corto de los dos realizados, tal y como se había acordado previamente.
A partir de ese momento, se fue trazando el actual perímetro fronterizo hasta concluir esta demarcación con un acta firmada por los comisionados de España y Marruecos el 26 de junio de 1862. Los españoles dibujaron un plano que fijaba la frontera en cuya leyenda se puede leer: “Hecho desde Victoria Grande el disparo convenido, cayó la bala como a 1 metro a la derecha del punto donde está situado el poste 17, prefiriéndose este sitio para situar la primera señal, por ser el vértice de uno de los ángulos que forma la cerca de la huerta de Candor (A). Después se midió su distancia a Victoria Grande, y se procuró trazar un polígono cuyos vértices distaran la misma cantidad de los puntos más convenientes de la plaza. Todas las visuales a Victoria Grande se intentaron hacia el asta de bandera o a la cañonera de donde se disparó. Luego para medir la longitud, se partió desde el borde de la constraescarpa de su foso”.
Aún así, todavía tardó unos 30 años en ocuparse con plena efectividad el territorio ganado a Marruecos, cuya longitud de frontera es de 12 kilómetros, una zona de costa de 10 y una extensión de 12 kilómetros cuadrados.
Según los historiadores, el objetivo de España no era tanto aumentar sus “posesiones” en la plaza, sino mejorar la seguridad de los españoles pues el objetivo era evitar las incursiones de las cabilas limítrofes, que rechazaban el asentamiento y presentaban insumisión al sultán ante su falta de control y de autoridad sobre esta parte del territorio.
Moreno Belmonte ha remarcado que el objetivo de esta frontera era dar más seguridad y estabilidad a Melilla y no de lograr mayores territorios bajo el control español. Así, los límites se establecieron a partir de los dos cañonazos que el Caminante realizó desde el fuerte Victoria Grande, con una distancia de 3.060 metros. Los soldados españoles comenzaron las tareas de demarcación, que se alargaron varios meses debido a que los cabileños saboteaban las marcas y las retraían, hasta que con el paso del tiempo aceptan la decisión plasmada en varios tratados. El director del Museo Militar ha recordado que esta frontera es la de Melilla, pero también la de España y la de la Unión Europea en África.