Historia

Así arrebató la Armada española Menorca a los ingleses con una escuadra de 52 barcos tras varios meses de asedio

Una flota franco-española desembarcó en la isla, en manos británicas desde la Guerra de Sucesión, y rindió el fuerte de San Felipe, dejando casi 200 muertos y más de 1.000 prisioneros

Plano del castillo de San Felipe de Menorca
Plano del castillo de San Felipe de MenorcaLa Razón

Tal día como hay de hace 240 años, el 4 de febrero de 1782, España recuperaba el control de la isla de Menorca, en manos inglesas. Era una pieza menor, pues el objetivo principal era el peñón de Gibraltar, pero pese al sitio al que fue sometido por la flota franco-española, no fue posible romper la resistencia de los llanitos.

La situación allí se había enquistado después de un bloqueo estéril establecido en julio de 1779. En abril de 1781 se hizo un último intento intensificando el fuego de la artillería... y ahí quedó todo. Viendo Carlos III que poco más podía hacer por recuperar Gibraltar, decidió que lo más oportuno era dar un brusco giro en sus planes y tratar de dar a los ingleses un inesperado golpe en la isla de Menorca, también en manos británicas desde 1708 en plena Guerra de Sucesión, cuando fue tomada por una escuadra anglo-holandesa.

La toma de Menorca tuvo una gran importancia (aunque fuera temporal, pues se volvió a perder solo unos años más tarde), no solo para el orgullo patrio, sino porque en el puerto de Mahón se guarecían más de 80 corsarios.

Corría el mes de julio de 1781 cuando entraron en Cádiz las escuadras del conde de Guichen y de Motte-Picquet, que debían ayudar a la flota española en la empresa. Aportaron los franceses 22 navios, que, junto a los de la Armada española al mando de Luis de Córdoba, compusieron una escuadra de más de 50 buques.

Al amparo del sigilo y de las circunstancias favorables llegaron a las cercanías del archipiélago balear sin que su presencia fuese detectada. Según se puede leer en el escrito “Reconquista de Menorca” del Instituto de Historia y Cultura Naval de la Armada, “fué la vista de las naves primera noticia de que se aproximaban, mas dió tiempo à que la tropa se encerrara. en el castillo de San Felipe, reputado entre los más fuertes de la ingenieria militar”.

Así, el 19 de agosto la escuadra franco-española, compuesta por 52 buques al mando del Duque de Crillón desembarcó por las calas de Sa Mesquida y Alcaufar.

La flota se distribuyó en tres grupos, la primera a las órdenes de Diego Quevedo, se dirigió a bloquear el puerto de Mahón; la segunda, al de Fornells, mandándola Pedro Cañaveral; y la tercera, al puerto de Ciudadela, al mando de Antonio Ortega. El objetivo era anticiparse e impedir la salida de embarcaciones enemigas que pudieran comunicar noticias a los británicos y pedir refuerzos.

El objetivo era que el desembarco se hiciese simultáneamente en los tres puntos. “A pesar de los obstáculos opuestos por la mar gruesa, se verificó el 19 de Agosto el de una parte de la tropa en la cala nombrada de la Mezquita. Avanzando à la carrera se entró en la ciudad de Mahón el mismo día y se alojó el duque de Crillón en la casa del Gobernador, donde encontró la mesa preparada para comer. Fuéronse ocupando á seguida los fuertes de Fornells, Ciudadela y puertecillos, siendo de notar el hecho noticiado por la Gaceta de Madrid, de haber desembarcado en Cala Senicha dos corsarios de San Feliù, que se apoderaron de una bateria inglesa y de tres embarcaciones; tal debía ser la confusión y desorden producidos por la repentina llegada de la escuadra”, describe el Instituto de Historia y Cultura Naval.

En los alrededores del fuerte de San Felipe se hicieron 200 prisioneros y se tomaron 160 cañones, así como también algunos buques afondados intencionalmente. Inmediatamente después se colocaron cañones estratégicamente situados en aquellos puntos desde los que se pudiera hacer fuego contra cualquier socorro que pudiera acudir a socorrer a la guarnición inglesa, compuesta de unos 2.000 soldados y 600 marineros, que se había refugiada con su gobernador, Sir Jacobo Murray, en la fortaleza de San Felipe, “à toda priesa, sin poder almacenar mucha vitualla ni reemplazar las bajas”.

A finales de octubre los españoles recibieron el refuerzo de un cuerpo de 4.000 soldados franceses, mandados por el barón de Falkenhain, con el que se elevó el efectivo de las fuerzas atacantes a unos 10.400 hombres, suficiente para la expugnación del castillo. Aunque la tarea fue dura y el asedio no fue sencillo precisamente, el día de Reyes de 1782, rompieron el fuego a la vez tres cañones y 33 morteros, “continuándolo sin cesar por la parte de tierra, á la vez que por la del ijar lo hacian las bombardas y lanchas cañoneras”.

El bombardeo fue incesante en los siguientes días y fue diezmando jornada a jornada las defensas inglesas así como sus provisiones de pólvora, “hasta ver ondear sobre ellas bandera blanca el 4 de Febrero de 1782. La capitulación quedó acordada el siguiente día, en el concepto de reconocerse prisionera la guarnición, después de salir de la fortaleza con honores de guerra y entregar banderas y armas, lo cual se verificó el mismo día 5, recibiendo los vencidos las muestras de consideración à que eran acreedores por la buena defensa y digno comportamiento militar La privación y las enfermedades habian reducido su número en más de 1.000 hombres, al paso que la pérdida de los sitiadores resultó moderada, no excediendo de 184 muertos y 28o heridos. Los muros de la fortaleza estaban en tan mal estado, que se pensó en demolerlos por completo, después de retirar de los escombros 41 morteros y 306 cañones”.

La conquista española fue ratificada en la paz de París, en 1783, que devolvió a España Menorca y la Florida, quedando Gibraltar en manos inglesas.

Una de las primeras medidas adoptadas por el gobierno español fue la destrucción del castillo de San Felipe, juzgando que así sería más difícil que las potencias extranjeras codiciaran la isla y que en caso de apoderarse de ella se les desalojaría más fácilmente.

Todavía pasaría Menorca otra dominación inglesa, aunque sólo duró de 1798 a 1802. La alianza de España con la primera república francesa, hecha en tiempos de Carlos IV por imperativos de paz, provocó la ruptura con Inglaterra y la consiguiente conquista de Menorca.

En 1802, por el tratado de Amiens, Menorca vuelve definitivamente a manos españolas. En el momento que se entregaba la isla, asomaba por el puerto de Maó un buque portando un despacho urgente de Londres, que ordenaba al gobernador británico no entregar la isla. Su retraso impidió que cambiara la historia.