Historia

El incendio del Reichstag que alzó a Hitler al poder absoluto

Las llamas que sorprendieron a Berlín un día como hoy de 1933 supusieron el establecimiento y consolidación del Tercer Reich en Alemania

El Reichstag el día después del incendio
El Reichstag el día después del incendioarchivo

El incendio que conmovió a Berlín un día como hoy de 1933 fue un símbolo de lo que sufriría el mundo en un futuro entonces inmediato. Fueron unas llamas que, más que destruir, alimentaron el infierno que Alemania viviría durante los años siguientes, y que aún hoy son objeto de investigación. El 27 de febrero de hace 89 años, la capital alemana se despertaba en mitad de la noche ante la sorpresa de que el Reichstag estaba siendo devorado por el fuego. Ocurría tan solo cuatro semanas después de que Adolf Hitler jurase el cargo de Canciller, y no se quedó solo en una imagen devastadora, sino que sería aprovechado como una estrategia política.

Este incendio fue un punto de inflexión en la política alemana, el comienzo de un periodo de represión y persecución de lo diferente. De hecho, no son pocos los especialistas que apuntan a este desastre como el establecimiento y consolidación del gobierno nazi. Hitler no perdió la oportunidad a la hora de acusar a los sectores comunistas del incendio, ordenando junto a sus dos principales ministros, Joseph Goebbels y Hermann Goering, el arresto y encarcelamiento de todo líder contrario a su partido.

El Reichstag durante el incendio
El Reichstag durante el incendioarchivo

El joven comunista holandés Marinus van der Lubbe fue el acusado de provocar el incendio. Le halló la policía en el interior del Reichstag durante el incidente, fue torturado y finalmente condenado a muerte y ejecutado pocos meses después. No obstante, no hay nada seguro sobre la autoría del incidente, pues aún hoy se desconoce con exactitud el verdadero culpable. De hecho, en 2007 Van der Lubbe fue absuelto de los cargos, así como existen especulaciones que juegan con el nombre de Goering como el autor del incendio, cosa que él negaría durante los juicios de Núremberg.

Se piensa, por tanto, que tan solo fue una estrategia del partido de Hitler, una forma de propaganda a máxima escala, pues el resultado del incendio no tan solo fue rojo y humo, sino que benefició enormemente a un nazismo recién instalado en la cúpula del poder alemán. El incidente se tradujo en el inicio de la institucionalización de la ideología nacionalsocialista: Hitler comenzaba a anular cualquier tipo de derecho fundamental, así como suspendía el secreto epistolar o se prohibía cualquier tipo de reunión. La traición se convertía en un delito castigado con la muerte, y el Tercer Reich se establecía con un poder absoluto.