Se completa el baile de las tumbas de Cristóbal Colón
Encontrada con georradar la capilla en la que fue enterrado el almirante en 1506, el primero de varios sepulcros
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Cuenta Paco Bezerra en Muero porque no muero (La vida doble de Teresa) los problemas de la Santa a la hora de volver a la vida cinco siglos después de su fallecimiento. Despiezada y repartida por todo el mundo, la monja carmelita va reconstruyendo lo que ha sido su vida sin ella, cómo se ha tratado su legado; y, mientras trata de hacerse con un cuerpo en el que reencarnarse, básicamente el suyo, comprueba que lo mismo hay una muela en México que un ojo en Nueva York. Situación que hace imposible dejar atrás su estado gaseoso-espiritual. Ni recitar en el Rastro sus versos le sirve como una tarjeta de presentación válida. La gente piensa que no es más que una trasnochada.
Ahora, si el almirante Cristóbal Colón intentara regresar a nuestro día a día no iba a encontrar tantos problemas para recomponerse –más allá de la controversia entre España y República Dominicana–, pero lo que sí le iba a costar, o, al menos, iba a necesitar su tiempo, es visitar cada uno de los lugares en los que se le ha dado sepultura: Valladolid, Sevilla, Santo Domingo, La Habana, vuelta a Sevilla... Un baile de tumbas que, pese a la importancia capital del personaje en esto de la globalización, tenía una amplia laguna hasta ahora: su primer capítulo estaba incompleto. Se conocía el lugar, Valladolid; más concretamente, el convento de San Francisco, pero la desaparición de este había hecho que los libros de Historia pasaran página y dejaran el vacío para centrarse en sus peripecias allende los mares.
Así, la noticia es que un equipo capitaneado por Marcial Castro ha señalado «con exactitud», aseguran, el primer lugar en el que Colón fue enterrado. Fue el 20 de mayo de 1506 en el convento de San Francisco, Valladolid, como se ha dicho, pero el dedo ahora señala a la capilla del Conde de Cabra, hoy en día un espacio que estaría comprendido entre una tienda de ropa y un banco de la calle Constitución, y que hace cinco siglos era el «paseo de la fama», en palabras de Castro, «de los españoles ilustres del Renacimiento»: junto al protagonista habría nombres como el del organista Hernando de Cabezón, el de Fray Antonio de Guevara y el de Hernando del Pulgar, cronista de los Reyes Católicos. Una localización destapada ahora gracias al trabajo con georradar y que viene impulsado por el proyecto Colón ADN, su verdadero origen, donde la Universidad de Granada lidera una investigación en la que nos e andan por las ramas: «Todo es un caos alrededor de Colón», aunque con este paso se ajusta parte de su historia.