Alan Turing, el genio que salvó millones de vidas pero fue marginado por homosexual
El cuerpo sin vida del científico y matemático fue hallado un 7 de junio de 1954 en su laboratorio, junto a una manzana mordida cubierta de cianuro
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Hemos avanzado bastante. Si bien aún queda camino por recorrer, las condiciones del colectivo LGTBIQ+ no son actualmente ni de lejos lo injustas y sufridas que eran hace unos 20 años. Se ha pasado bastante dolor para llegar a donde estamos hoy día, con un nivel de reconocimiento y respeto ya alto, e innumerables son los ejemplos de personas que han sido víctimas de este proceso de concienciación social. Un caso claro en este sentido es el de Alan Turing, genio matemático, héroe de guerra, figura imprescindible para la historia europea, pero quien fue marginado y olvidado por el hecho de ser homosexual.
Nació un 23 de junio de 1912 en Londres, y es considerado uno de los padres de la ciencia de la computación y precursor de la informática moderna. Sin duda, el proyecto de su vida tuvo como nombre “Enigma”: fue la máquina de rotores diseñada por los nazis que consiguió descifrar Turing. Un estudio clave durante la Segunda Guerra Mundial, pues ayudó al bando aliado en bastantes ocasiones a prevenir o intuir actuaciones y ataques de los nazis. En otras palabras, el mundo está en deuda con Turing, pues a través de la lógica y las matemáticas consiguió lograr lo inimaginable: salvó unas 16 millones de vidas al desencriptar los mensajes que los nazis se enviaban a través de Enigma, así como, según Winston Churchill, el trabajo del genio ayudó a reducir entre dos y cuatro años la guerra.
No obstante, pareció no ser suficiente este gran logro, digno de una persona cuyo estatus debe ser incluso mayor que el de un héroe de guerra, para que viviese siendo respetado el resto de sus días. Turing era homosexual, y eso era considerado como poco una enfermedad mental. De hecho, la homosexualidad era en la época victoriana considerada ilegal, por lo que se castigaba con cárcel o todo tipo de penas a quienes expresaran su orientación sexual con personas del mismo sexo. En 1952, el matemático fue acusado de “incidencia grave y perversión sexual”, así como condenado a un año de prisión. Para evitar ir a la cárcel, Turing hizo una “terapia” de castración química para reducir la líbido. Es decir, comenzó a tomar sustancias que le nublaron su prestigiosa mente, así como le produjeron impotencia, obesidad e hicieron que terminase el resto de sus días marginado socialmente.
Poco tiempo después, el 7 de junio de 1954, se descubrió el cuerpo sin vida del matemático en su laboratorio, junto a una manzana mordida cubierta de cianuro. De esta muerte se han producido todo tipo de teorías, desde que Turing se suicidara hasta que fuera un accidente o que los mismos servicios británicos fueron quienes acabaron con él, al considerar una amenaza tanto su orientación sexual como sus conocimientos sobre criptoanálisis. No fue hasta 2009 que el ministro británico Gordon Brown pidió, en nombre de su gobierno, disculpas por el “absolutamente injusto trato” que se le proporcionó a Turing en vida tras sus grandes hazañas durante la guerra, así como en 2013 recibió el indulto real por parte de la reina Isabel II.