La importancia de España en la independencia de Estados Unidos que pocas veces se reconoce
Tal y como recordó Joe Biden hace unos días durante la cumbre de la OTAN, la Declaración de Independencia de 1776 no habría sido posible sin el papel crucial que jugó nuestro país
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Subirse con la familia a un barco para disfrutar juntos, cerveza en mano, de los fuegos artificiales estallando en el cielo de Brooklyn o Manhattan. Una escena típica de película ambientada en Nueva York, así como de la vida de todo aquel estadounidense de la Gran Manzana que celebre cada 4 de julio. Hoy tiene lugar el Día de la Independencia de los Estados Unidos, fiesta nacional que conmemora la firma de la Declaración de Independencia de 1776 de este país respecto al Imperio británico. Una fecha en la que, tradicionalmente, se realizan todo tipo de celebraciones y eventos, así como se recuerda los hechos que llevaron y resultaron de aquel momento histórico. Desde España, se debe recordar, en especial, una parte de aquel contexto, pues nuestro país jugó un papel clave en esta independencia, algo que pocas veces se reconoce.
Más allá del apoyo de Francia hacia los rebeldes norteamericanos, si hubo un país que quizá le empató a la hora de ayuda esencial fue España. Su colaboración fue igual de decisiva o más que la del país vecino, con el que compartía un “Pacto de familia” por el que actuaban conjuntamente en política exterior. Así, la participación española la demuestra uno de los varios datos que se documentan de entonces: si bien participaron en aquella guerra de la independencia 5.000 hombres, desde España se enviaron 11.000. De hecho, desde el inicio de esta contienda, España abasteció de armas, munición, medicinas y todo tipo de importantes utensilios a los rebeldes, así como les proporcionó refugio en sus barcos, les prestó dinero y permitió el comercio estadounidense en sus puertos.
“Algunos dicen que no seríamos un país independiente sin vosotros”, reivindicó Joe Biden la semana pasada en el Palacio Real de Madrid, durante la celebración de la Cumbre de la OTAN. Con estas palabras, el presidente de EE UU hizo referencia al apoyo económico y militar que la Monarquía española otorgó a las Trece Colonias a finales del siglo XVIII, pues, si bien durante los primeros años España se declaró como neutral en esta guerra, finalmente se llegaron a enviar dos millones de libras tornesas a Estados Unidos -parte del dinero destinado a la guerra provenía del que habría servido para finalizar la Catedral de Málaga, conocida como La Manquita-, así como 216 cañones de bronce, 12.826 bombas y 30.000 fusiles, según documentó el conde de Aranda, embajador español en París de aquella época.
Mano derecha de Washington
En este sentido, destaca una figura en particular que personifica la importancia de España en la independencia de Estados Unidos: el malagueño Bernardo de Gálvez. La labor de este militar y político, ciudadano honorífico norteamericano a título póstumo, fue clave en la Guerra de Independencia. Entre sus acciones en esta contienda, destaca cómo bloqueó el puerto de Nueva Orleans para impedir que los navíos británicos utilizaran el río Misisipi, así como facilitó el tránsito de los estadounidenses hacia el sur de la zona de guerra, ayudando al envío de munición para las tropas de George Washington y George Rogers Clark. Asimismo, fue vencedor de la batalla de Pensacola, algo que resultó de vital importancia para que los Estados Unidos fuesen directos a la victoria final. Con esto, llegó a ser gobernador de Luisiana y virrey de Nueva España.
De esta manera, la huella española en Estados Unidos fue tan grande que aún hoy se conservan sus resquicios. De hecho, tal y como señala la historiadora Carrie Gibson en “El Norte. La epopeya olvidada de la Norteamérica hispana” (Edaf), “todo el país está lleno de referencias hispanas. La gente se sorprende. Con Nueva Orleans se empeñan en asegurar que es como Francia. Sin embargo, es más parecido a la Habana porque la reconstruyeron los españoles”. Y es el caso de Los Ángeles, cuyo escudo porta el castillo y el león de la corona española, así como la primera moneda legal estadounidense fue el “Real de a 8″, apodado como el “dólar españól”, que sentó las bases del símbolo actual de esta moneda. Asimismo, en no pocas banderas o escudos figuran los colores rojo y amarillo, como es el caso de Alabana, Texas o Arkansas, y el primer sello estadounidense que se difundió contenía el rostro de Isabel la Católica.