Mujeres que marcaron su tiempo

La duquesa de la Victoria: el ángel de la Guerra del Rif

La aristócrata, que fue dama de compañía de la reina Victoria Eugenia, dejó su vida de lado para trabajar sin descanso en el cuidado de los heridos por la contienda

La duquesa de la Victoria, al conocer el desastre de Annual, se trasladó para salvar las vidas del ejército español
La duquesa de la Victoria, al conocer el desastre de Annual, se trasladó para salvar las vidas del ejército españolLa RazónLa Razón

Habiendo vivido como noble y dama de compañía de la reina Victoria Eugenia de Battenberg, esta aristócrata, conociendo las dificultades que sufrían los soldados en la Guerra del Rif, dejará su vida de lado y se trasladará al campo de batalla marroquí. Allí, ella misma se encargará de organizar todo el sistema de hospitales e incluso ejercerá como presidenta de los centros sanitarios de la Cruz Roja española durante casi 10 años.

Debió de llevar una vida regular y tranquila pues no se conservan muchas noticias acerca de ella, al menos hasta los 36 años, momento en que llegó a ser nombrada Dama de la Reina, es decir, su acompañante, labor que debía ejercer gran parte del día. Gracias a esto, con la confianza de Victoria Eugenia, la duquesa pudo realizar labores sociales y caritativas. En estas inauguró hospitales, como el Hospital Central de la Cruz Roja española (abierto gracias a su gestión) y se dedicó a luchar especialmente contra la tuberculosis, la enfermedad más mortífera del siglo XIX. La duquesa era voluntaria en pabellones, administración, operaciones y laboratorios, además de que, en el tiempo que le quedaba libre, formaba parte de un equipo que visitaba a enfermos incapaces de desplazarse.

Se volcó más seriamente en su actividad sanitaria al unirse a la Cruz Roja, institución muy importante en su vida, llegando a graduarse como «dama enfermera». Gracias al estudio de fuentes contemporáneas, conocemos que sus calificaciones fueron excelentes y que ya se vislumbraba en ella una gran inquietud. Del mismo modo, destacará en ella la constancia y el sacrificio con el que se entregaba a los enfermos y heridos. Se encontraba en San Sebastián cuando, acompañando a los reyes, les fue recibida la noticia del desastre del Annual, una grave derrota sucedida durante la Guerra del Rif. A razón de esto, la reina, conocedora de la valía de su compañera, decidió enviar allá a la duquesa en una misión de la Cruz Roja, donde realizará una actividad sobresaliente.

En la región del Rif, al norte de Marruecos, después de pelearse con algunos altos mandos, organizó un nuevo sistema de hospitales y normas básicas que pudiesen atender de manera más adecuada a los militares. Las más importantes fueron: una eficiente clasificación de los heridos, un cuidado renovado para los soldados que hubieran necesitado operaciones y mejoras en la alimentación y la higiene. Con esto, logró inaugurar dos hospitales en tan solo dos años, ambos en Melilla e incluso dos más, provisionales, en los siguientes años. Una «mujer admirable que curó y consoló a los heridos, amortajó cadáveres, clavó ataúdes» durante esta guerra, que demostró su valentía, su piedad y su dedicación «en jornadas interminables». Se puede observar que trabajó sin descanso, encargándose prácticamente de todo pues ella, junto a un equipo de otras 12 mujeres, lograron ser los salvavidas del ejército español. Su labor se vio recompensada ya que por estas razones fue nombrada inspectora general de los Hospitales del Marruecos español. Terminada la guerra, regresó a Madrid incorporándose al servicio sanitario.

Sacrificio vital

Su labor no pasó desapercibida. Le fueron reconocidos muchos méritos con honores, nombramientos, cruces y medallas. Entre ellos se encuentra la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia y el ingreso en la Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa, un homenaje a nivel nacional, la medalla Florence Nightingale (primera enfermera española en recibirla) conferida por el Comité Internacional de la Cruz Roja para lo que hace falta haber mostrado una entrega excepcionales. Además de otras distinciones, se tallaron en su honor dos estatuas situadas en Madrid (Hospital Central de la Cruz Roja San José y Santa Adela) y en Cádiz (Parque Genovés).En 1925, le fue concedida la Gran Cruz del Mérito Militar (con distintivo rojo), primera vez que se le otorgaba a una mujer.

Proclamada la Segunda República, decide abandonar España. A su regreso, unos años más tarde, estalló la Guerra Civil, siendo detenida y después liberada por el bando republicano. Durante la guerra ejerció de nuevo como enfermera y suministradora de hospitales. Concluido el conflicto, fue nombrada presidenta de los hospitales de Cruz Roja y presidenta interina de la Sección de Enfermeras, labor que siguió ejerciendo prácticamente hasta su muerte, habiendo dejado en funcionamiento nada menos que 15 nuevos hospitales.